martes, 27 de febrero de 2018

La Bella y La Ginebra

Mi mamá siempre fue muy perrera, desde chica y hasta la fecha. Cuando se vino a vivir a Guerrero Negro se trajo a la Ginebra, su perra, desde Jalisco. Para ella los perros son un miembro más de la familia, así que lo natural era mudarse con todo y perra sin importar la distancia.
La Ginebra era famosa por brava, no sé a cuantas personas mordería pero muchas personas le tenían miedo. Yo solo recuerdo cuando mordió a Doña Lucía Rocha, mamá de Lucy Beltrán, atrás de la casa de la Venustiano Carranza.
Pedro y la Ginebra
Dice mi mamá por defenderla, que era una perra muy protectora y que una vez cuando tenía como cuatro años me salí de la casa y me fui hacia el monte sin que mi abuela se diera cuenta. Cuando se dieron cuenta de mi ausencia y no me encontraban cerca de la casa se organizó una búsqueda con muchos hombres pero no podían dar conmigo. Finalmente después de mucho buscarme escucharon los ladridos de la Ginebra que se había quedado conmigo todo ese tiempo en el monte protegiéndome.

Cuando falleció la Ginebra llegó la Bella a la casa. Esa perra era todo un personaje, la pura vida social. Llegó a la casa como un regalo para mi tía Yochi, pero como era de muy buen diente no le tomó mucho rato darse cuenta que en realidad era con mi mamá con quien quería estar, pues mi amá siempre fue muy buena para consecuentar a sus perros.

La Bella siempre acompañaba a mi amá a la tienda, se la pasaba de tapete a un lado de la entrada y solo se movía para saludar a algún conocido o por las tardes que iba a la panadería vecina por su
La Bella
conchita y hojaldre. Tenía su cuenta abierta en la panadería por dos panes diarios, puntualmente a las 6 de la tarde rascaba la puerta y la empleada salía a entregarle sus panes. Tenía la panza tan puntual que decía la morra de la panadería que se podía ajustar el reloj con la llegada de la Bella a la panadería.

La mayoría del tiempo era de un carácter dulce, solo recuerdo una vez que le gruño a alguien y fue afuera de la panadería. Resulta que un tipo llegó a comprar mucho pero mucho birote, subió un par de bolsas a su carro y se regresó a la panadería por las bolsas faltantes y dejó la puerta abierta para no batallar al subir las bolsas restantes. Esta oportunidad la aprovechó la Bella para subirse al carro a atascarse con el birote del pobre hombre.
Cuando este regresó quiso bajar a la perra del carro antes de que empezara con la segunda bolsa y la jaló de la cola; grave error, la Bella enojada no sé si por el jalón o por la interrupción en su comida, se volteo y le rugió en la cara. El tipo retrocedió asustado y tuvo que ir mi mamá a bajarla y por supuesto pagar el pan siniestrado.

La Bella tenía un sentido social muy desarrollado, a ratos parecía señora de sociedad. Cuando Pancho Ibarra cayó en cama enfermo la Bella todas las tardes iba a visitarlo hasta que se alivió. Esto, seguro lo aprendió con mi mamá pues la acompañaba a todos lados, siempre caminando por enfrente asegurándose de estorbar. Así le gustaba caminar a la Bella.