viernes, 11 de septiembre de 2020

Iba apurada

 Verónica estaba terminando de darle los últimos toques al reporte. Esto era algo sumamente confidencial y no querían enviarlo por email; ella y Roberto, su socio, acordaron entregarlo impreso en las oficinas del inversionista. Roberto estaría esperándola en el aeropuerto para tomar el vuelo a Houston y hacer personalmente la entrega.

El tiempo empezaba a apretársele y las hojas salían lentamente de la impresora; se apresuró a meterlas en un sobre manila, que no llamara la atención sobre la importancia de su contenido. Tomó su bolsa y las llaves del carro y se dispuso a tomar camino.

El sonido de sus tacones resonaba en el piso de la oficina que a esas horas ya se encontraba vacía. A pesar de trabajar largas jornadas, siempre iba bien arreglada, portaba sus 4 décadas con seguridad y elegancia. Pasó un momento al baño a darle un retoque a su maquillaje, todavía tengo tiempo,  se dijo. Tomó el elevador y en ese momento tomó conciencia de que ya no había nadie en la oficina, el guardia de seguridad se reportó enfermo y casi eran las 11 de la noche, era la última en salir. El sonido de La Chica de Ipanema le hizo sentir que el tiempo transcurría cada vez más lento y le empezó a ganar la desesperación. Chingada madre, que no lo vaya a dejar el avión por mis pendejadas  se dijo mientras miraba su reloj nerviosamente.

El estacionamiento del edificio estaba particularmente oscuro, un par de luces fundidas hacían que el ambiente fuera un poco tétrico. Verónica apresuró el paso, su carro estaba hasta el otro lado, a unos 50 o 60 metros desde el elevador. De reojo le pareció que la puerta del estacionamiento no estaba completamente cerrada, pero no tomó plena conciencia de esto y siguió caminando apresuradamente, indecisa entre pensar en Roberto y el inversionista, o la situación en el estacionamiento, que ya empezaba a ponerla nerviosa.

Clac, clac, clac el sonido de los tacones era lo único que se escuchaba, hasta que de pronto a Verónica le pareció ver una sombra entre los carros y sus sentidos se agudizaron. Con su atención centrada en sus alrededores ahora escuchaba claramente una respiración agitada. No estaba sola.

Vio el reloj y se dio cuenta que tenía solo 15 minutos para llegar al aeropuerto y entregar el sobre. Sin disminuir el ritmo de sus pasos abrió su bolsa, tomó su revolver y le quitó el seguro. Un par de metros antes de llegar a su carro el tipo finalmente se apareció. Alto, delgado, con tatuajes en la cabeza rapada, apenas un jovencito de escasos 20 años pero con la mirada amenazadora y un cuchillo en la mano.

- Ahora sí mija, nos vamos a divertir alcanzó a decir, pero Verónica ya había levantado el revolver y sin mayor ceremonia le metió dos balazos en el pecho.

- Procura no morirte hijo de la chingada, al rato vengo por ti, ahorita voy muy apurada  le dijo mientras le pasaba por un lado; se subió a su Audi y tomó rumbo al aeropuerto, dejando al delincuente retorciéndose en un charco de sangre.



lunes, 31 de agosto de 2020

San Pedro Mártir: Los primeros días

 El Pepillo siempre fue como mi ángel guardián en aquellos días, él me consiguió mi primera chamba de maestro y él fue quien me recomendó para el puesto de asistente de cúpula, u operador de telescopio como se llama ahora. Me dijo que había una oportunidad en la sierra y que la paga era buena, que si me animaba. No lo pensé tres segundos, inmediatamente le dije que sí.

En Ensenada primero me entrevistó el Paco, que básicamente me dijo que ya había pasado mi solicitud al Dr. Carrasco y que él quería entrevistarme en San Pedro Mártir, así que agarré mis cosas y me preparé para un viaje de 3 o 4 días a la sierra.

Llegamos a medio día justo a la hora de la comida y entramos directo al comedor, ahí me encontré a David Hiriat, un astrónomo que me había dado cálculo IV el semestre anterior.

- ¿Qué pasó Poncho, qué andas haciendo acá?

- Vine a que me entreviste el Dr. Carrasco para el puesto de asistente de cúpula

- Ahhh, qué bien, ojalá que te den el trabajo. ¿Es la primera vez que subes verdad?

- No, acuérdate el año pasado que vinimos de la escuela, aquí andabas

- Tienes razón, pero hace mucho de eso. Mira, puedes comer lo que quieras, pero te recomiendo que comas poquito, como tu cuerpo todavía no está acostumbrado te puede caer mal.

La Toya, Nacho, Pidgeon y Edgar en el comedor
 Yo volteé a ver los contenedores de metal rebosantes de comida y pensé para mis adentros No mames, traigo un pinche hambrero y si no me dan el trabajo quién sabe cuando vaya a volver a comer así, total si me muero ya estaría de Dios.  Y procedí a atascarme varios platos de una cremita de almeja de campeonato. 

En aquellos días se acababan de jubilar los antiguos asistentes de cúpula después de muchos años de trabajo y los dos nuevos asistentes de plano estaban muy novatos; el Gaby era quien llevaba más tiempo en el puesto y apenas tenía dos o tres meses haciéndose cargo del telescopio.  

Me prestaron chamarra y botas y me subí al telescopio con el Gaby a poner la hora sideral; esto es una especie de calibración que se le tiene que hacer al telescopio todos los días antes de usarse, y consiste en apuntar el telescopio a una estrella brillante conocida y actualizar la computadora de control con sus coordenadas cuando ya la tienes bien centrada. Todo esto me estaba explicando el Gaby mientras lo iba ejecutando, solo que hubo un problema; al momento de asomarse por el telescopio, no se miraba absolutamente nada. Todo estaba oscuro y el Gaby no sabía el porqué. 

Los minutos empezaron a transcurrir y el Gaby cada vez estaba más nervioso. Igual yo estaba inquieto, 'no vayan a pensar que yo lo madrié, y no he tocado nada', pensé. Así deben de haber pasado tal vez unos quince minutos y subió el Dr. Carrasco a ver qué estaba pasando, si ya estábamos listos para empezar a trabajar. Con un nudo en la garganta el Gaby tuvo que reconocer que no veía nada y que no tenía idea qué estaba sucediendo.

- ¿Ya checaste las tapas del espejo primario?

- Ahhhhh, eso es, respondió el Gaby apenado, pero al mismo tiempo tranquilizándose de no haber descompuesto nada. Como les digo, él también era novato.

El 2 metros

Finalmente pusimos la hora sideral y empezamos a hacer las primeras observaciones. Yo estaba bien emocionado de ver una galaxia en vivo, y le ponía mucha atención al Gaby en todas sus recomendaciones. Pasadas un par de horas y ya con la chamba desarrollándose normalmente, me habló el Dr. Carrasco para la famosa entrevista. Probablemente ustedes no lo sepan, pero los astrónomos no miran directamente al telescopio, ellos están en un piso abajo cachando los datos desde sus computadoras, tomando café caliente y sin sufrir las inclemencias del tiempo; perrearla con el frío es la chamba del asistente.

Total que bajé y me recibió el Dr. con una serie de preguntas sobre la escuela, en particular le preocupaba que tendría que estar 15 días al mes en la sierra, con las consiguientes faltas. Me hizo algunas preguntas en inglés y unas pocas de astronomía básica. Me preguntó si quería hacer un doctorado en astronomía, y le respondí que quería hacer un doctorado, pero todavía no sabía en qué.

Al final me preguntó por qué debía contratarme, que tal vez me haría más mal que bien por todas las faltas en la escuela. En esa época yo trabajaba de mesero en un bar y me salió del alma decirle 'pues es esto o seguir batallando gringos borrachos en un bar, usted dígame dónde voy a aprender más'

- Tienes razón  me dijo, me estrechó la mano y finalizó Estás contratado

Y así, sin mayor ceremonia, empezó mi aventura en la sierra

lunes, 3 de agosto de 2020

Irina me sigue amando

Este cuento tiene una historia previa que si no han leído tal vez sería prudente que lo hicieran. La encuentran en la siguiente liga
Irina (Primera Parte)

Irina me sigue amando

Habían pasado 20 años desde que la dejé esperándome. Los primeros meses fueron muy difíciles pues debo de reconocer que estaba profundamente enamorado de esa androide; sin embargo, como en veces anteriores, decidí no regresar antes que verme atrapado en una relación en la que quisieran controlarme. Ese eterno estira y afloja nunca me había gustado y no iba a empezar a soportarlo de una máquina.

Sin embargo la amaba, y ese amor me hizo hacerme cargo de ella aunque fuera de forma remota. Nunca dejé de pagar los servicios de la casa; ni sus actualizaciones ni cargos de mantenimiento; por correo le hice llegar una tarjeta para que tuviera para sus gastos corrientes, lo que fuera necesario para que ella estuviera bien y sin problemas. En esos veinte años ella tan solo había solicitado a la fabrica pelo nuevo un par de veces, y un nuevo conjunto de manos. Los pagué sin chistar y ella debe de haberlos recibido sin ningún problema.

Me la encontré una tarde por casualidad, estaba sentada en un parque leyendo tranquilamente, igual de hermosa que la última vez que nos vimos, tan solo había cambiado su pelo, que ahora era rojizo. Yo sin embargo soy otro; ya viejo y cansado, paso mis días leyendo y extrañando un poco del contacto humano al que en mis días de juventud no fui muy afecto.

Me quedé ensimismado viéndola sin atinar bien qué hacer, ella volteó y nuestras miradas se cruzaron. Sonrió y se levantó corriendo hacia mí. Me abrazó fuertemente y casi me tumba. Para mi sorpresa empezó a pedirme disculpas; que si los celos; que ya había cambiado; que le habían actualizado el software; en resumen, que la perdonara y que volviera a la casa. Yo para entonces, después de haberla abrazado durante escasos treinta segundos ya estaba de vuelta enamorado; amor de viejo si ustedes quieren, pero enamorado otra vez.

Llegamos a casa, todo estaba como cuando me fui, me preparó algo de cenar, platicamos un rato como en los mejores días y nos fuimos a acostar. A pesar de que ya no estoy en edad nos desnudamos y tuvimos la que probablemente sea mi última batalla, o tal vez no, veremos qué opina el viagra.

Los días siguientes fueron de fervorosa actividad; entregar mi actual departamento para mudarme de vuelta a casa; vender los muebles; cancelar contratos y hasta comprar ropa nueva para los dos. Era un nuevo comienzo. Hasta luna de miel tuvimos, nos fuimos unos días a pasear a Costa Rica, fue un poco extraño el proceso para los tipos de migración, pero nosotros íbamos de muy buen humor y no nos importó hacer los trámites y responder todas las preguntas de los impertinentes agentes.

Ya han pasado tres años desde que estamos juntos de nuevo y estoy muy feliz; mis días grises ahora están llenos de color. Interminables conversaciones llenas de risa y alegría, paseos por las tardes tomados de la mano y los fines de semana siempre encontramos algo divertido que hacer. Irina se ha convertido en una esposa de las de antes; siempre al pendiente, buena cocinera y de mano curativa para atenderme en todos mis achaques, que a esta edad ya no son pocos.

Este domingo promete ser grandioso, tenemos planes de ir a la playa y después al cine para celebrar nuestro aniversario de que estamos juntos; ese es nuestro ritual en las fechas importantes porque nos recuerda nuestra primera cita, somos un par de cursis. Podría decirse que es el aniversario de que la compré pero tiene mucho tiempo que dejé de verla como un objeto y ahora puedo decirles orgulloso que la siento como mi esposa. Saboreando esto en mi mente, abro las cortinas para dejar entrar a una hermosa mañana de verano y me repito lo afortunado que soy. Irina por lo regular se levanta antes que yo, y cuando bajo ya está listo el desayuno y el café. Pero cosa curiosa, hoy no se oye ruido abajo.

Bajé las escaleras y me recibió el olor a café recién hecho. Irina no estaba ahí pero sobre la mesa me había dejado un mensaje
Ahorita regreso, voy por unos Kotex.


Dedicado con aprecio para mi compa Efra Patiño, que me imagino se habrá reído muy a gusto con el final.

domingo, 19 de julio de 2020

El Rafa en el Reyes

El Reyes es un gimnasio de pelea. Los cuatro pilares, ya saben: box, muay thai, BJJ y lucha. Nada de ondas místicas del zen de las artes marciales, ni meditación ni nada que se le parezca. Recto, gancho, rodilla derecha, doble redonda derecha, switch, rodilla izquierda, redonda izquierda y así todos los días hasta el infinito, que el cuerpo lo haga sin pensar.
Cuando vas llegando te recibe el rítmico pat-pat-pat de los golpes contra las manoplas y como por arte de magia el cansancio del día de trabajo desaparece mientras te pones las vendas.
Gente feliz de entrenar

Tal vez ustedes puedan pensar que este es un ambiente muy rudo lleno de puros batos feos con cara de malos. Bueno, yo sí estoy feo con cara de malo, pero esa es otra historia y es meramente accidental. La verdad es que va gente de todo tipo, con diferentes motivaciones: Peladores profesionales, gente que quiere bajar de peso, morritos que no quieren que les hagan bullying en la escuela, chavas que quieren aprender defensa personal por protección, y otros a los que simplemente nos gustan el deporte de las artes marciales mixtas. Va gente de todas las edades, colores, pesos, y por supuesto de preferencias sexuales. Lo único que tenemos en común es que todos hacemos muchas lagartijas, y cuando digo muchas, lo que quiero decir es... muuuuuuchas.

El Rafa es uno de nosotros. Llegó al gym ya fuera del closet, con sus guantes rosas y su camiseta de la Wonder Woman. Nunca ocultó sus preferencias y nadie le puso peros. Soy una niña delicada, bromea y te tira un chingadazo. No pide un trato especial ni se lo damos, es uno más de la clica.

Un día llegó el Rafa a pedirle al profe Miguel permiso de usar el ring para darse un tiro con unos tipos de una clínica y nos contó todo el mitote. Resulta que el Rafa es estilista y a un lado de su estética hay una clínica médica y tiene una muy buena relación con la esposa del doctor dueño de esta. Un día estaba el Rafa, el doctor, su esposa y varios empleados de la clínica platicando. Salió el tema de que el Rafa entrena madrazos y pues a los batos no les pareció; qué es eso de alguien a quien le gusta disfrazarse de princesa de Disney ande practicando deportes de hombres. No sé si sería la primera vez que hablaban de esto o ya lo tendrían enfadado, pero esta vez las cosas escalaron a un reto; un round de box con cada uno a ver si aguantaba. Ahí intervino la patrona, que no era justo que no hubiera recompensa para el Rafa por pelearse con cinco. Se armó el reto; un round contra cada uno y si aguantaba los cinco rounds cada uno le daría 200 dólares; aceptaron y empezaron los preparativos

El profe le prestó el gym y se fijó la fecha para el pleito. Estábamos terminando de entrenar cuando empezó a llegar la gente, llevaron sillas, sabritones, sodas y algunas cervezas. El ambiente era
El público listo para ver las peleas
festivo y nosotros divertidos porque no sabíamos que iba a haber público, pero al final habría tal vez unas 20 personas viendo los pleitos.

Calentaron y empezaron las hostilidades. El primer round fue contra un familiar del Rafa, se dieron con ganas pero sin odio, todo pasó sin pena ni gloria.

El segundo round fue otra historia; el bato estaba torote, casi de 1.90, fuerte, se notaba que se la pasaba en el gimnasio haciendo pesas, ya saben, macho alfa lomo plateado, y pues no iba a dejar que un jotito le pegara; mucho menos en público enfrente de sus compañeros de trabajo. El Rafa no está ni chiquito ni débil, tal vez mide 1.80 y pues igual las lagartijas se le notan.
Sonó la campana y ahora sí había odio, se empezaron a dar con ganas, hasta que el Rafa lo fintó con un jab arriba y remató con recto a la boca del estómago. Ahí el bato este aprendió en un instante que los chingadazos de las princesitas de Disney también duelen. Lo que siguió fue una serenata de chingazos y el macho alfa se bajó del ring todo atarantado y con la dignidad hecha harapos.
El Rafa listo para pelear

El tercer round fue con un bato flaquito que se notaba que en algún momento de su vida había entrenado, pero estaba muy chiquito y sin cardio suficiente como para poder hacerle algo. Sin temor a equivocarme puedo decir que el Rafa lo indultó; si le hubiera tirado un chingadazo fuerte, capaz que recogemos su cabeza por allá cerca del área de los thai pads.

Yo supongo que en el plan original no estaba que las hostilidades llegaran al cuarto round, porque el gordito que se subió después apenas si se podía mover; 30 segundos más tarde tiró la toalla.

Del quinto pleito ya no les puedo platicar nada, porque quien quiera que haya sido decidió no subirse. Pagó sus 200 dólares sin hacer gestos.

Meses después hubo revancha con el macho alfa. No le fue mejor, pero ya se le quitaron las ganas de molestar al Rafa y entiendo que ahora son buenos amigos.




La moraleja de la historia es sencilla, no molesten a nadie, no porque tal vez sepa pelear, sino porque simplemente es la forma decente de andar por este mundo. Que les valga madre si le gusta vestirse de princesa.

miércoles, 1 de abril de 2020

Visa a Kuwait

Llegamos a la embajada de Kuwait en El Cairo a mediodía, en aquel lejano 2005 no teníamos relaciones diplomáticas entre México y Kuwait y nos iban a dar visa como favor personal del embajador de Kuwait al embajador mexicano, porque eran compas y él abogó por nosotros.

El edificio de la embajada estaba bastante pinche, una larga pared blanca que remataba en una puerta negra de grueso metal. Tocamos el timbre y se abrió una ventanita en la puerta. Un militar nos preguntó qué queríamos y le respondí en inglés con toda la historia. Abrió la puerta y nos dejó pasar.

Entramos a un pequeño patio al aire libre que tenía en el medio un detector de metales, había que pasar por este antes de entrar al edificio de la embajada propiamente dicho. El militar, un jovencito de apenas unos 25 años, nos dijo muy serio mientras nos apuntaba con su AK 47.
- Quítense todo lo que traigan de metal y pasen por el detector, más les vale que no suene.
Estuve a punto de encuerarme, pero me armé de valor y solo me quité: cinto, zapatos y todo lo que traía en las bolsas del pantalón.

Una vez que pasamos el detector, el militar se relajó, bajó el arma y se portó amable. Nos presentó con una muchacha que le iba a hacer saber al embajador que ya habíamos llegado. Nos dejaron solos esperando en un largo pasillo con ventanas pequeñitas y sillas de plástico, que daban la impresión de ser un hospital del IMSS vacío; así de pinche.

Transcurrieron unos veinte minutos hasta que finalmente llegó el cónsul, un tipo delgado, muy amable, que nos hizo saber que él nos atendería por encargo del embajador. Nos invitó a pasar a su oficina, mientras nos explicaba que el trámite iba a tomar más de lo normal por el tema de la falta de relaciones diplomáticas entre nuestros países. En eso reparó en mí y dijo
- oh, trajeron intérprete y le respondí
- no, soy mexicano
- nahh, qué mexicano vas a ser, tú eres del barrio de [inserte aquí nombre de barrio en El Cairo] y dicho esto, me empezó a hablar en árabe
- en serio, soy mexicano,  le respondí mientras le mostraba mi pasaporte. Me lo regresó mientras me examinaba con una mirada divertida de desconfianza.

Atravesamos un patio interior y llegamos a su oficina donde nos invitó un té. Y ahí empezaron mis compas, chingue y chingue con que si en Kuwait había alcohol. Nos trajeron un té riquísimo y de ahí agarré vuelo en la plática con el cónsul. Resultó que alguna vez había venido a Puerto Vallarta a pescar, me recomendó lugares para ir a cenar en Kuwait City, me preguntó cómo era el desierto de Baja California. Y mientras tanto, mis compas chingue y chingue con el alcohol. No, no se puede pistear en Kuwait, ya, contentos?.

Nos trajeron más té y yo encantado, entró alguien y saludó en árabe, como no supe responder, el cónsul me empezó a dar clases de árabe

- Con esa cara no puedes andar en la calle sin saber saludar, además todavía no me convences de que eres mexicano.

Finalmente nos trajeron los pasaporte visados y mis compas todavía necios con el alcohol. Cuando nos íbamos el cónsul me tomó por el brazo y me dijo muy serio

- mira, tus amigos si quieren conseguir alcohol en Kuwait lo van a poder hacer, pero es un riesgo muy grande, no los acompañes.
- no, no te preocupes, mi tiempos de borrachera ya pasaron, no me molesta estar días sin una cerveza
- bueno, espero no te metas en problemas, pero si te metes en problemas, háblale a mi primo, dile que yo te di su tarjeta, él es una persona muy influyente allá y te puede ayudar.

Me dio su tarjeta y la del primo, nos despedimos, me dijo algo en árabe y le respondí en español
- Sale pues bato, muchas gracias por el té!