viernes, 31 de octubre de 2008

Pancho Venereo

Pancho tenía la costumbre de tomarme por sorpresa y desafortunadamente esta vez me sorprendió al pasar por el edificio del CECUE y me topé con un altar de muertos dedicado a él. Les agradezco a los alumnos que hayan tenido el gesto de honrarlo de esa manera.

Pancho fue mi compañero en la facultad, él ya había estudiado filosofa y letras cuando entró a estudiar una segunda carrera; licenciado en ciencias computacionales. Yo estaba en física pero compartimos muchas materias desde primer semestre: calculo I,II, III y IV, Geometría analítica, álgebra y me imagino que algunas materias más de matemáticas que de momento no recuerdo.

Él era mayor que el resto de la clase, ya estaba casado y con hijas y por lo mismo era un gran punto de apoyo, porque daba una visión madura a muchos problemas y discusiones. Yo, irreverente que siempre he sido, lo desacralizaba diciéndole Pancho Venereo en lugar de Venegas que era su apellido. Y nomás sonreía y me tenia paciencia.

Lo recuerdo con su bolita: Concha, Eloisa, Vicky, fumando y con su sonrisa franca y su gran bigote. A veces hablábamos de matemáticas pero no recuerdo que fuera un fanático, tampoco lo recuerdo jugando ajedrez como aparece en su altar. Lo que sí recuerdo es que era un gran conversador.

Luego yo me atrasé en la escuela y él siguió avanzando con el mismo grupo. Ya no platicamos tanto como cuando éramos compañeros pero nunca dejamos de tocar base de cuando en cuando.

Cuando salimos de la escuela nos encontrábamos de vez en vez en eventos relacionados con la industria del software e invariablemente terminábamos hablando sobre la falta de complejidad en los proyectos que atacábamos en la región. Nunca supe a ciencia cierta qué puesto tenía en aquellos días, había cosas más interesantes que platicar que la pompa y circunstancia del protocolo en la U.A.B.C.

Un día me lo encontré bastante delgado en el café tomas de la calle diez y lo saludé efusivamente como era mi costumbre Pancho Venéreo! le dije y volteo a verme y me dijo Tu cara se me hace conocida pero no me acuerdo de tu nombre. Y se me vino la noche encima. ¿qué te pasó Pancho? le pregunté y me empezó a contar de su enfermedad. Mi amigo, ese hombre inteligente de comentarios ácidos y sonrisa franca se había ido y no sabíamos si iba a regresar.

Ahora que me entero accidentalmente de su muerte no puedo dejar de sentir nostalgia y un poco de coraje por todas las conversaciones que nunca pudimos tener.

Pancho, donde estés Un abrazo!

domingo, 19 de octubre de 2008

compa ¿y esa carabina que?


Esta es la crónica de mi primer viaje a Ajijic, tal vez se preguntarán ustedes que fui a hacer a un pueblito con tantos puntos en su nombre que parece escandinavo en vez de estar a orillas del lago de chapala. Pues bien, fui a visitar a mis compas Beto y Lauro, esto tal vez necesite muchas más explicaciones empezando por quienes son el Beto y el Lauro, pero esa es otra historia que tal vez algún día será contada, por hoy basta saber que son mis compas que vivían hace 10 años en Ajijic.
Llegué al aeropuerto de Guadalajara como a las tres de la tarde, realmente esperaba que alguien hubiera ido a recogerme pero nada, mala suerte. Y ahí les voy a pedir información turística. Señorita ¿como hago para llegar a Ajijic? Necesita tomar un taxi, me respondió. Fui, pagué mi boleto del taxi, 80 pesos, debe de estar bien cerquita pensé. Y ahí les voy en el taxi, y pasaron muchos kilometros y acostumbrado a lo que cobran los taxistas en Tijuana pensé que me estaba llevando a algún lugar despoblado para asaltarme en cuanto se baje de la carretera le parto su madre. me dije. Pero no, simplemente era barato, al rato de caminar vi un letrero que decía Chapala 10 km, Ajijic 18 Km, Ok, todo va bien.

Y entramos al pueblito, precioso, con una entrada que parece un arco largo de arboles que se unen y el taxista lanza la pregunta que me trae de nuevo al mundo ¿para donde joven?. Y la verdad es que no tenía ni idea, no traia direcciones de nadie, nomás agarré el avión encomendado a la virgen de pueblo chico. Más enfrente dije y en eso la virgen me socorrió, vi al Lauro saliendo del restaurant de Bruno, aquí es carnal, párate. El Lauro me vió se rio y dijo El Ponshho en Ajijic y pues ya saben, la típica, ¿que ondas?, ¿como estas? que bueno que viniste. Vente vamos al camaleón, ahí está el Beto. Y ahí vamos, jamás había entrado a un bar con tantas obras de arte y de mero atras salió el Beto, pero no era el mismo Beto que conocí en Ensenada, era uno mucho más gordito y me costó mucho trabajo reconocerlo.

Estaban arreglando el camaleón porque iba a haber un evento cultural, El Lauro iba a cantar, había exposición de pintura, los maderos de San Juan iban a tocar y el Lalo Quimixto iba a leer su poesía. El Lauro se regresó a trabajar y yo me quedé en el camaleón conociendo en persona a toda esa gente que conocía por carta o por referencias, la Raque, la Sofía, el Ivon, el Fito, etc.

Total que el borlote empezo, platique y platique, tome y tome, alguien traía un guaje con pulque y nos lo tomamos todito y le seguimos con tequila. Traíamos un desmadre hermoso, el Lauro cantó y todo mundo le aplaudió mucho, Lalo Quimixto declamó Soy de la estirpe vagabunda, tengo 28 años. Los maderos de San Juan tocaron y la verdad no recuerdo quien más participó. Me acuerdo de la Sigli, ohh si me acuerdo de la Sigli. No se ni como estuvo que empecé a platicar con ella, total que le dije que era físico y ella pensó que de ahí de Guadalajara, total que después de una plática digna de una comedia de equivocaciones del cine mexicano, caimos en cuenta que yo era el Poncho y ella era la Sigli. Me imagino que debo de habermela pasado el resto de la noche platicando con ella, digo, es lo que tiene sentido ¿no?

Salimos quien sabe a que horas del camaleón y nos fuimos a las banquitas que están cerca del lago, ahí estuvimos platicando otro rato la Raque, Carmelo, Sigli, y yo. Al final de la noche fuimos a dejar a las muchachas a casa de Raque, buenas noches y que Dios las bendiga, sigan conservandose guapas y encantadoras. Y 5 minutos después que nos detiene la polecia. LLegaron en un pickup blanco como con 5 polecias en la caja y 2 enfrente, nos echaron las luces y se bajaron bien fieras, y nosotros ahogados a las 5 de la mañana y con cara de delincuentes. Y que me pone uno en la panza el cañón de su rifle todo oxidado al grito de ¿que traen?. compa ¿y esa carabina que? ¿se la robaste al maistro de la feria?, le dije mientras me atacaba de la risa de mi ocurrencia. Y pues el pobre polecía se me quedo viendo con cara de ¿ahora que hago?, si ya hasta me sentía comando?. Y que se baja el comandante
¿que pasó joven?,
nada oficial que aquí su compañero me quiere pegar el tetanos. Y otra vez la risa
¿de donde vienes?, me preguntó, me imagino que por mi acento,
turista de tijuana
,
¿y donde te estás quedando?,
en casa de mi compa Betorock
.
Total que agarramos la plática, que si el grupo táctico, que si el narcotunel, que si estaba muy dificil para sacar la visa y mientras tanto al Carmelo, que por ser rockero y de Guanatos era doblemente sospechoso de quien sabe que, lo estaban registrando de rodillas enfrente de la patrulla. Vayanse con cuidado muchachos, los cholos son bien peligrosos aquí. Bueno, yo les notifico a los mis buenos vecinos de los módulos en Tijuana, pensé decirle pero me venció la prudencia.

Al día siguiente nos la pasamos toda la tarde platicando y tocando música en casa de Beto, el Ray y yo concluimos que nos gustaba la Sigli. Ya de noche los maderos y el Lalo Quimixto se fueron al lago y regresaron con una tina de charales y no se que otras cosas que le tumbaron a unos pescadores. ¿y que mejor lugar para separar el pescado del resto de cochinero que la sala de Sofía?. Pues tómala que le hacen un tiradero como a las 2 de la mañana y pues ni modo, a reirse de la situación.


Los siguientes días hubo menos pachanga y mucha más conversación, retomando temas con el Beto, conociendo a Sofía y a Raque, al Ivon. Por las mañanas un desayuno en la fonda Ajijic y unas cervecitas oficiales por las tardes en el camaleon. Venía de una temporada de mucho trabajo y estaba física y mentalmente agotado y Ajijic me sirvió para poco a poco ir recuperando la tranquilidad perdida.

La Sigli llego un par de veces de visita y nos pasamos las horas platicando en las banquitas de a un lado del muelle, recuerdo a lo lejos que me platicó de un sueño que tuvo de unos barcos voladores dentro de una esfera. Mmmm ¿no les hace sentido?, en ese momento les aseguro que lo tenía. Sigli es pintora y en el camaleón estaba expuesto un cuadro suyo de una mujer marina, la mujer con cuernos le llamaba ella y yo la telepateaba para que me lo regalara o de perdida me diera un beso pero de nuevo la suerte no estaba de mi lado.


Un día quedamos de vernos en Chapala despues de que saliera de trabajar en Guadalajara. Y tomé el camion a Chapala y en la terminal de camiones la esperé a que llegara a la hora convenida. Y como suele suceder en estas historias, no llegó. Yo llevaba un libro de Umberto Ecco así que tenía en que entretenerme. Pregunté con que frecuencia llegaban los camiones de Guanatos. Cada media hora, me informaron. Y me dispuse a esperarla y así pasaron las horas y las paginas y ya noche regresé a Ajijic con el corazon estrujado. Tal vez para mi descargo valga la pena hacer notar que los celulares no eran de uso común todavía.


Ajijic es un pueblo de artistas, está lleno de galerias y por ende de pintores. De la clica el pintor más afamado era el Chivo, Isidro Xilonzochitl que pinta unos cuadros medios pachecos pero muy curas. El era discipulo de Dionisio, el nicho, nichaman tambien le llamaban porque tiene pasión por invocar a los espiritus y cuenta que una vez que se subió al cerro a comer peyote se convirtió en venado. Igual en ese viaje fue la primera vez que comí peyote. Un día llego el Lauro por mi a dar la vuelta en bicleta, después de un rato sacó un par de peyotitos y me dio uno. El sabía que yo tenia ganas de experimentar con alucinogenos y que mejor lugar que ese pueblo mágico diría un chilango. Total que me lo comí y despues de andar mucho rato le dije al Lauro

Carnal, no siento ni madres,

es que estaba muy chiquito,

bueno, ni modo.

Y llegamos a casa de la profe Laura y pues a platicar, empiezó a llover y de repente la lluvia ya no eran gotas sino grandes hojas de vidrio que al caer se estrellaban y al rebotar se convertian en gotas. Ahí caí en cuenta que estaba todo empeyotado. Me dio mucha pena, me despedí atropelladamente y me fuí. En ese estado la lluvia cayendo en mis brazos daba una sensación loquisima y yo queriendo analizarlo todo. Un par de días más tarde subí al cerro y me comí un peyotote, la crónica de esa tarde se las voy a quedar a deber. Lo siento, demasiado colores. Sin embargo no me convertí en venado, de nuevo la mala suerte.


Ajijic no estaría completo sin el León y Natalia, es decir el hijo de Beto y Sofia la hermanita del Lauro. Ellos iban juntos en el kinder y por esos días iban a salir en una obra de teatro conmemorativa del día de la raza. El León salio de Tierra a la vista y Natalia de la Reina Isabel, por supuesto. Y fuimos de mitoteros a ver a los enanos, que se portaron muy serios y muy en su papel durante toda la obra, pero en cuanto se acabó y les dijeron que ya se podían salir Natalia me brincó encima Poncho! y el Leon atacado de risa me decía Poncho ponchado.


Y así pasaron 15 dias en el paraiso y había que regresar a trabajar a Tijuana. He regresado varias veces. Ahora Lauro ya no esta ahí, a Sigli no la volví a ver, el Leon ya va en la secundaria y el camaleón ahora tiene una pintura horrible por fuera, el pueblo sigue precioso y cada que voy me regreso con la ilusion de poderme quedar al menos otros 15 días o unos años.

martes, 8 de julio de 2008

!Sean Rebeldes!!


Desde su llegada a Guerrero Negro estaba destinado a convertirse en una leyenda, pues no era el inmigrante común procedente de Santa Rosalia o algún otro pueblo cercano. Era un doctor que venía desde la ciudad de México. Si mi memoria no me falla estuvo un tiempo en el hospital de exportadora de sal y luego fue el primer director de hospital del IMSS, el cual provocó que se cerrara el antiguo hospital de exportadora.

El Dr. Luis Andrés Lagarde era un hombre alto, tal vez de 1.90 mts, muy delgado y bastante arrugado, lo que lo hacía verse más viejo de lo que probablemente era. Era un hombre sumamente culto, amigo personal de Octavio Paz y de José Lopez Portillo, Pepe no era galán, por eso lo echábamos en el asiento de atrás del coche, nos dijo una vez en clase de historia.

El misterio que rodeaba a su persona se debía a dos cosas, primero su esposa Zura, una mujer extremadamente guapa y tal vez 40 años menor que él. Y la otra ¿qué hace un hombre de su calibre, acostumbrado a vivir en el DF en un pueblo como Guerrero Negro?.
Desafortunadamente no traté mucho a Zura, solo la miraba al pasar admirándola como todo mundo por su hermosura, de hecho su nombre es Beatriz, Zura es la manera cariñosa en que el doc lagarde llamaba a su esposa por su belleza. El doc. Lagarde no era rico lo cual aumentaba el misterio. ¿Por qué una mujer tan joven y tan bella terminó casada con un viejo pobre? Tal vez quien la haya tratado sepa su historia, yo la desconozco, sin embargo al conocer al doc y ver como la trataba como una reina me parece comprensible que haya decidido ser su esposa.

El por qué llego a Guerrero Negro hasta donde yo sé, y pudiera estar equivocado, se debió a una fuerte decepción. El doc tenía junto con otros doctores amigos una clínica en la ciudad de México y algún problema tuvieron de esos que son tan comunes cuando hay dinero de por medio, que lo sacaron de la sociedad. Así, el doc decepcionado por la traición de sus amigos busco el punto más alejado a donde irse y terminó en Guerrero Negro sin saber lo que le esperaba. Me imagino que sus primeras amistades serian el ingeniero Bremer y Enrique Achoy y por razones profesionales trataría al Dr. Noyola.

Para cuando entré a la prepa el doc ya estaba enamorado de Guerrero Negro y escribía con una prosa magnífica crónicas del pueblo o pequeños cuentos. También escribía poesía, la cual, desafortunadamente no estaba a la altura de tan ilustre personaje.

En la prepa, desde que entramos todos disfrutáramos de la llegada del Dr. En su pickup ford de exportadora de sal, con su casco amarillo que el Huichol le quitaba cuando entraba y caminaba enfrente de él arremedándolo ante la risa de todos y la sonrisa cómplice del doc, que seguramente disfrutaba del espectáculo más que todos nosotros.

Mi primera clase con el doc fue en tercer semestre, literatura I, y está demás decir que el doc lo sabía prácticamente todo. Los primeros días fueron bastante aburridos, ya saben, el popol vuh y a seguir el plan de estudios de la sep. hasta que a la tercera o cuarta clase se enfadó, tiró el plan de estudios y nos llegó con un altero de libros y a partir de ahí empezó el viaje.

El doc leía y nosotros escuchábamos admirados de que alguien pudiera leer así. Lloramos con la muerte del Coronel Sabines. Impresionado, el Chema salió de la prepa una noche a agarrar el camión hacia Ensenada para comprar Canek. Nos reímos con las anécdotas de Octavio Paz , Juan Rulfo, Juan José Arreola, Xavier Villaurrutia y demás escritores de la época. Lo que no pudo lograr fue convencernos de practicar su culto a Sor Juana. Antes de Zura Sor Juana alguien escribió alguna vez en el pizarrón, en clara alusión a su edad y a la admiración que profesaba por ella.

El doc trató muchas veces en vano de civilizarnos; fue particularmente divertido cuando pasó al Bombo, un compañero típico sudcaliforniano, ancho y bronco a leer poesías de amor. Obvio que el experimento no resultó y el doc iba a una esquina del salón y recargando la frente en su antebrazo exclamaba no,no,no, no! y luego a la otra esquina ¿por qué a mi Dios mio?, ¿por qué a mí?

Después intentó con un concurso de oratoria que terminó en gran discusión cuando el Jorge dijo que no sé cuántos niños morían al año por el uso del condón. Cuando pasaba a alguien al pizarrón simple y sencillamente se aburría y se dormía en clase; en una de estas ocasiones el Cruz le quitó un zapato y se lo escondió. !Devuélvanme mi zapato monstruos! decía por los pasillos con una sonrisa cómplice ante la travesura.

Al terminar casi todas las clases el doc se esperaba a que estuviéramos un poco descuidados y se volteaba y con sus grandes manazas daba un golpe al escritorio mientras decía, casi gritando Sean Rebeldes!, hagan algo, una huelga, algo, están vivos!

Su método de calificar era bastante heterodoxo, el primer mes le dio la lista al Cruz y le dijo A sus amigos póngales diez y a los que le caigan gordos póngales cerito. El Cruz a todos nos puso 9 menos al Jorge, a él le puso 7. Y dos meses después cuando en vez de darle la boleta a Cruz para que calificara se la dio a Jorge diciéndole A sus amigos póngales diez y a los que le caigan gordos póngales cerito. Y adivinen ustedes lo que pasó.

Cuando el examen final de historia el dodongui escribió güelga y el doctor indignado preguntó ¿qué?, ¿quién escribió esto?, ¿usted Sergio?, usted es un monstruo, largo de aquí, fuera monstruo, fuera. Después recargado en el escritorio escondió su cara entre los brazos dejó pasar unos segundos antes de sacar un ojo y preguntar ¿ya se fue el monstruo?.

Muchas veces llegaba antes de clases o se quedaba un rato después a convivir, recuerdo haber jugado varias partidas de ajedrez con él en la biblioteca y tal vez estas fueron las que hicieron que me recomendara para un trabajo organizando la biblioteca del parque cuando recién se fundó. Yo le decía que había que poner mesas de ajedrez afuera y él me decía que no, porque el jugador de ajedrez no necesariamente era una persona educada y una biblioteca requiere silencio.

Lo vi pocas veces después de que salí de la prepa: en algunas fiestas en casa del ingeniero Bremer, en la graduación de Pedro y Nuria, alguna vez en la tienda de mi mamá.
Muchas veces pensé en ir a visitarlo a invitarlo a jugar ajedrez pero la verdad no me animé, el que yo quisiera platicar con él no significaba que él quisiera tener a un mocoso impertinente en su casa. En fin.

¿no les ha pasado que conocieron a una persona demasiado pronto?, me imagino que si el doc viviera todavía tendría tantas cosas de que hablar con él y por supuesto que ya no me daría pena visitarlo. Cuando pienso en los maestros que han marcado mi vida el doc ocupa un lugar especial y me emociona recordarlo lleno de vida gritándonos ¡Sean Rebeldes!

sábado, 21 de junio de 2008

Crónica de una noche de abril

Una noche de abril
Sin lugar a dudas yo era el peor estudiante de la facultad de ciencias. Piensen ustedes un defecto de estudiante y muy probablemente lo tenía. ¿No me creen?, pueden ustedes preguntar a Blanquita la secretaria o a la maestra Gloria Rubí, que entonces fungía como coordinadora de la carrera de física, y probablemente se santigüen y pidan a San Judas Tadeo que no les vuelva a tocar un alumno como yo. Prácticamente era un milagro que estuviera por inscribirme al octavo semestre habiendo puesto a prueba todos los límites del reglamento de la universidad.

Me sentía bastante tranquilo, el semestre que iniciaba parecía pesado sin embargo estaba optimista. Solo faltaban un par de semestres y por fin terminaría la escuela. Un par de físicas teóricas me ponían algo nervioso, sin embargo tenía un laboratorio y electrónica digital, que prometían no estar tan difíciles y sentía que eso balanceaba la carga de trabajo. Además tenía algo de dinero ahorrado y podría pasar ese semestre sin trabajar.

La acción empezó rápidamente en electrónica digital. Gladys y Alejandro, mis eternos compañeros de equipo, habían planeado en las vacaciones un proyecto bastante ambicioso y habían convencido a nuestro gran amigo y maestro el Dr. Luis Salas que nos dirigiera. El proyecto original consistía en hacer una tarjeta que insertaríamos en la computadora y tendría entrada para un micrófono, de tal suerte que al captar música con este, la computadora automáticamente escribiera la partitura. Tal vez el día de hoy les parezca extraño pensar hacer una tarjeta para capturar el sonido, pero en aquellos lejanos días de 1993 éstas no venían incluidas en las computadoras y comprarlas como un accesorio era bastante caro. Además era un proyecto de electrónica digital, había que construir algo de electrónica ¿no creen?

Durante las primeras dos semanas nos dimos cuenta que si queríamos terminar antes de que finalizara el semestre el trabajo tendría que dividirse. A mí me tocó hacer la programación, yo la había venido haciendo en todos los proyectos del equipo desde cuarto semestre cuando perdí un disparejo con Gladys y Alejandro. Alejandro, también como siempre, hizo el diseño de la electrónica y a Gladys le tocó ensamblar todo y hacer la investigación teórica de cuanta cosa se nos atorara. Teníamos dos sesiones por semana, en una Luis nos daba clases normales y en la otra revisábamos avances y programábamos las siguientes actividades.
Realmente nos tomamos ese proyecto muy en serio y empezamos a tener una sensación muy agradable conforme avanzábamos. Llegábamos a las sesiones de revisión con la satisfacción de haber hecho nuestra parte y una seguridad absoluta que los otros miembros del equipo habían hecho lo propio. Una relación de confianza plena era la norma. Por supuesto que trabajamos juntos y nos ayudábamos y pasamos muchas horas en el laboratorio integrando el trabajo de los tres. Sin embargo, por la noche en mi casa, mientras escribía los cientos de líneas de código que requirió ese proyecto, una sensación de deber hacia el equipo me acompañaba y para todo fin práctico era como si mis compañeros hubieran estado ahí conmigo. Estoy seguro que ellos en sus casas sentían lo mismo.
La mentada tarjeta de sonido

En aquella época ya se venía haciendo tradición que durante la semana de ciencias la facultad organizara un concurso de computación, el cual era bastante reñido. En una escuela de nerds todo mundo quiere ser el mejor. En un momento de arrojo decidimos inscribirnos, esta decisión la tomamos sin que nuestra tarjetita hubiera leído un solo dato todavía. Como dicen por ahí, nos aventamos al puro valor mexicano.

Poco a poco la fecha se fue acercando y aunque teníamos avances y Luis estaba contento, parecía que no terminaríamos a tiempo para la presentación y el concurso. El jueves anterior a que empezara la semana de ciencias, estábamos trabajando en el laboratorio B2, ya era de noche, tal vez las 8 de una hermosa e inolvidable noche de abril. Acabábamos de revisar todo el circuito, Gladys había tenido que realambrar gran parte porque por un error quemamos un chip y como no había ni tiempo ni dinero para reponerlo modificamos el circuito para que se ajustara al nuevo convertidor analógico-digital que pudimos conseguir. Conectamos todo, Alejandro se acercó el micrófono a la boca y dijo aaaaa. Y ahí estaba, en la pantalla de mi computadora se miraba la onda de sonido.

Lo habíamos logrado. Casi de inmediato tomamos conciencia de lo que había sucedido, yo salí gritando del laboratorio, Gladys y Alejandro se abrazaban de la emoción y luego salieron tras de mí y nos abrazamos los tres brincando, jubilosos, extáticos. Todavía mi corazón se acelera mientras escribo al recordar ese momento. Siendo sinceros creo que nos tomó algo de sorpresa. Ya habíamos hecho tantas pruebas sin que funcionara que no sentíamos la expectación que sería normal al hacer una prueba con un circuito prácticamente nuevo. Pero funcionó.

A partir de ese momento el trabajo no hizo sino aumentar, Gladys y Alejandro tenían que hacer que el circuito estuviera completamente estable y no fallara. Yo tenía que hacer que las gráficas se vieran continuas y si bien no nos iba a alcanzar el tiempo para dibujar las partituras (todavía teníamos esa loca idea) al menos podríamos graficar las frecuencias del sonido. No sé cuantas horas trabajamos durante esos tres días, lo que sí recuerdo es que la noche del domingo no dormí. Tenía que terminar una versión que pudiéramos presentar en la inauguración de la semana de ciencias. Los jueces nos iban a revisar hasta el jueves, sin embargo nuestro compromiso de equipo era estar presentes desde el lunes, mis compañeros confiaban en mí y yo no iba a fallarles. Recuerdo que llegué al Riviera a las 9 de la mañana con un diskette negro y unas ojerotas, Gladys y Alejandro ya estaban ahí montando la presentación. Actualicé la versión del programa y nos preparamos a recibir los primeros visitantes.


La presentación fue un éxito. Nuestro stand era uno de los más visitados, alguien llevó una flauta y los estudiantes de secundaria se la pasaban fascinados tocando y viendo los sonidos mientras nosotros tratábamos de explicarles los conceptos básicos del sonido y sus frecuencias.
Así, llevando una versión nueva por la mañana y otra por la tarde mientras mis compañeros hacían las presentaciones llegamos al jueves, día en que los jueces del concurso calificaban.

Al llegar al Riviera antes de la entrevista con los jueces me vio el director de la facultad, cuyo nombre voy a omitir por razones de prudencia, sin embargo es necesario que quede registro que es un maestro que aprecio y agradezco las atenciones que tuvo cuando anduve sufriendo por los trámites de la titulación. Hecho este breve intermedio procedo. Me miró algo molesto y me preguntó ¿Qué estás haciendo tú aquí?, como les digo la reputación de un servidor no era la mejor y tal vez tuviera el temor de que llegara a organizar una carne asada o me llevara a la raza a surfear. Sorprendido ante la pregunta y el tono, respondí Es que yo escribí el código de la aplicación de sonido que está ahí y vengo a la calificación de los jueces. Esto le causó gran sorpresa y al tiempo que le cambiaba la expresión me deseo suerte y me felicitó porque le gustó el proyecto.
Gladys dando un demo en el Riviera
Luis, Gladys, yo, y Alex celebrando en mi depa
Creo que nos ayudó un poco la electrónica, los jueces que eran licenciados o ingenieros en computación se intimidaban un poco al no saber bien que preguntar. Casi todas las preguntas tenían que ver con la interfaz gráfica y las decisiones de arquitectura que había tomado. Solo Juaritos, que es físico, nos hizo preguntas profundas acerca del diseño del aparato. Respiramos aliviados cuando terminaron las preguntas y nadie preguntó acerca del funcionamiento del algoritmo de transformada rápida de Fourier. La suerte estaba echada.


Durante esos días trabajé de noche y dormía a ratos durante el día, por lo mismo no estuve presente en el momento que anunciaron al ganador. Cuando llegué había un remolino de gente, principalmente estudiantes de computación y tuve la sensación de que todos se me quedaban viendo. En eso veo a Luis Aguilar, mi maestro de física teórica I, que se me acerca sonriendo y me dice Felicidades, ganaron el primer lugar, no alcancé a darle las gracias cuando llegó Gladys y me abraza gritando, Ganamos Ponchillo, ganamos, luego el Alex se nos une y volvemos a saltar gritando. Recuerdo haber visto de reojo que algunos compañeros de computación nos miraban bastante feo. Qué importa, la vida es bella.

En los días posteriores tuvimos que ponernos al corriente en otras materias, en particular sufrimos mucho con mecánica cuántica y los tres nos fuimos a extraordinario. Para mí era común pero para Gladys no tanto. La vida en la facultad cambió un poquito durante esos meses. Realmente hubo gente molesta porque físicos hubiéramos ganado el concurso de computación, y cuando estábamos en el centro de cómputo se nos acercaban a preguntarnos cualquier cosa, y como regularmente no sabíamos la respuesta, invariablemente replicaban ¿Qué no ganaste el primer lugar? Lo más chistoso fueron algunos amigos de computación que dejaron de hablarnos tal vez por cosa de un mes. En fin, de todos modos nuestra vida ya había cambiado.
¿Creen que estoy exagerando?, quizás, sin embargo el siguiente semestre, que ya era el último, los tres exentamos todas las materias. El proyecto se hizo mucho más ambicioso y ahora iba a ser un sistema de reconocimiento de palabras para enseñar a hablar a los sordos. Otra vez trabajamos duro pero era un proyecto que requería más tiempo, tal vez si nos hubiera quedado otro semestre más en la escuela. También nos cambió las perspectivas laborales. Tuvimos una visita de personal de Sanyo que viajó desde Tijuana a Ensenada a especialmente a reclutarnos, tenían un problema de control de calidad que pensaban que con nuestra tecnología podían resolverlo. Yo tuve un par de ofertas adicionales de empleo y me decidí por el Observatorio, Gladys y Alex también tuvieron de donde escoger. Un privilegio raro para recién egresados de la carrera de física.
¿Qué fue de nosotros?, desafortunadamente ya no trabajamos juntos. Gladys y Alex estudiaron la maestría en óptica y trabajan en San Francisco y Ensenada respectivamente. Alex diseña equipo óptico y hace análisis de control de calidad óptico. Yo todavía integro equipos de ingenieros y mi empresa ganó el reconocimiento a una de las mejores 25 empresas de innovación tecnológica del país en el 2005. Al recibir el reconocimiento de manos del secretario de economía, no pude dejar de recordar mi primer equipo y pensar lo diferente que hubiera sido todo si aquel jueves no hubiéramos visto una onda de sonido en la pantalla de mi computadora. Hacía un poco de frío, recuerdo.

sábado, 14 de junio de 2008

Del Maikito Martinez y el box en Tijuana

Hace un par de meses asistí a echarle porras a un alumno de Claudia en una función de box amateur. Para empezar batallamos mucho para encontrar el gimnasio, porque habían cambiado el lugar de la pelea y el mapa que pusieron donde indicaban el nuevo lugar era realmente malo.
Y no es que sea mamón y que no me haya gustado el dibujo de la cartulina, sino que la pelea era como a 6 cuadras del lugar que se indica en el mapa en uno de esos laberintos tan comunes en los cerros de Tijuana.
Total que le preguntamos a unos muchachos que tenian pinta de deportistas y resultó que dos de ellos iban a boxear y tampoco encontraban el gim. Por fin llegó el entrenador de ellos y a seguirlo!. Por fin llegamos y apenas estaban armando el ring, la función ya la habían pospuesto dos horas entre otras cosas porque el organizador le dijo a algunos boxeadores que el gim estaba por el parque Morelos en vez de decir que por el parque de la colonia morelos, así que había varios muchachos perdidos del otro lado de la ciudad y había que ir a buscarlos. Lo suyo, lo suyo, lo suyo no era la organización.
El calor estaba pegando más o menos fuerte, tal vez a 30 o 32 grados centigrados y ustedes podrán pensar que la espera fue horrible; nada más lejos de eso. Desde que llegamos la constante de la gente involucrada en el evento fue la amabilidad, empezando por el anfitrión, el boxeador Maikito Martínez, que creo que estaba inaugurando su ring. Esta era una verdadera verbena popular boxística, vecinos bromeando, un señor medio loco que tal vez hace muchos años fue boxeador andaba echándole pleito a quien se dejara tal vez tratando de revivir viejas glorias, a mi me pasó cerquita un recto, si hubiera sido un gancho seguro me saca el aire.

Pusieron una lona y unas sillas y varias señoras, algunas con bebés pasaron a ocupar su lugar en la sombrita, varios muchachos armando el ring que poco a poco iba tomando forma. Llegó la tina con el agua y las sodas, habilitaron un carrito para vender dulces y por supuestos los infaltables tostilocos. Llegaron las muchachas de la colonia y empezaron las bromas si se iban a subir a mostrar un cartelito con el numero del round.
Por fin llegó Giovani, el muchacho al que le fuimos a echar porras y que era de los perdidos en el parque Morelos, lo pesaron y tenía dos posibles rivales y querían que boxeara primero contra uno y al final del día contra el otro!.

Maikito andaba de arriba para abajo viendo que todo se hiciera, una señora tomó el micrófono y bromeaba entre otras cosas para que los asistentes, que tal vez seriamos unos treinta no nos desesperáramos e invitaba a los vecinos a que se acercaran a ver el box. Una niña delgadita de unos 10 u 11 años entró a la casa-gym con una mirada de determinación que rara vez se ve incluso en deportistas profesionales, comentamos que no importaba con quien boxeara esa niña seguro iba a ganar. Ya traía puestos sus shorts everlast color azul, sus botas de boxeo y me dio la impresión de que su mente ya no estaba ahí sino visualizándose en la pelea.

Seguía llegando gente algunos con sus propias sillas, una de ellas una sillota barroca que se veía bastante pesada. El papá del Terrible Morales que fungiría como referi ya estaba listo y empezó la función y a Giovani le tocó la primera pelea y poco a poco le fue sacando puntos a su rival, no lo noqueó pero daba la impresión de que si se hubiera decido lo podía haber hecho. Ganó por decisión unánime!.

La segunda pelea fue de la niña mencionada, se llama Tania y desafortunadamente no recuerdo su apellido. La niña contra la que le tocó pelear era del gim de Maikito y estaba más alta, más pesada y más fuerte. Me pregunto que pasaría por su cabeza en los momentos previos a la pelea, ¿habría algo de duda?, seguro que algo de nerviosismo, a fin de cuentas la diferencia física era muy grande.
Sonó la campana y Tania salió a boxear, cabeceando de un lado a otro, un buen trabajo de pies, se nota que ha trabajado mucho en sus fundamentos. La otra niña salió a fajarse, buena estrategia dada la diferencia de peso. Pero la flaquita le salió respondona, y cada que empujaba hacia enfrente y tiraba un volado se encontraba invariablemente con los puñitos de Tania que poco a poco fue haciendo daño hasta que la hizo sangrar de la nariz.
Terminó la pelea y ganó Tania por decisión dividida, lo cual parecía un fallo más bien localista porque parecía que debería de haber sido unánime.

Finalmente la carita de Tania se relajó, una breve sonrisa reflejaba la satisfacción del trabajo cumplido. Yo no se si vaya a seguir boxeando y sea una nueva Jackie Nava, lo que sí sé, es que si mantiene esa determinación, motivación y ética de trabajo lo que sea que haga lo hará bien y será una ganadora.

Después de esta pelea nos retiramos porque había otras cosas que hacer, nos despedimos y nos fuimos con un gran sabor de boca esperando alguna vez regresar.