domingo, 19 de julio de 2020

El Rafa en el Reyes

El Reyes es un gimnasio de pelea. Los cuatro pilares, ya saben: box, muay thai, BJJ y lucha. Nada de ondas místicas del zen de las artes marciales, ni meditación ni nada que se le parezca. Recto, gancho, rodilla derecha, doble redonda derecha, switch, rodilla izquierda, redonda izquierda y así todos los días hasta el infinito, que el cuerpo lo haga sin pensar.
Cuando vas llegando te recibe el rítmico pat-pat-pat de los golpes contra las manoplas y como por arte de magia el cansancio del día de trabajo desaparece mientras te pones las vendas.
Gente feliz de entrenar

Tal vez ustedes puedan pensar que este es un ambiente muy rudo lleno de puros batos feos con cara de malos. Bueno, yo sí estoy feo con cara de malo, pero esa es otra historia y es meramente accidental. La verdad es que va gente de todo tipo, con diferentes motivaciones: Peladores profesionales, gente que quiere bajar de peso, morritos que no quieren que les hagan bullying en la escuela, chavas que quieren aprender defensa personal por protección, y otros a los que simplemente nos gustan el deporte de las artes marciales mixtas. Va gente de todas las edades, colores, pesos, y por supuesto de preferencias sexuales. Lo único que tenemos en común es que todos hacemos muchas lagartijas, y cuando digo muchas, lo que quiero decir es... muuuuuuchas.

El Rafa es uno de nosotros. Llegó al gym ya fuera del closet, con sus guantes rosas y su camiseta de la Wonder Woman. Nunca ocultó sus preferencias y nadie le puso peros. Soy una niña delicada, bromea y te tira un chingadazo. No pide un trato especial ni se lo damos, es uno más de la clica.

Un día llegó el Rafa a pedirle al profe Miguel permiso de usar el ring para darse un tiro con unos tipos de una clínica y nos contó todo el mitote. Resulta que el Rafa es estilista y a un lado de su estética hay una clínica médica y tiene una muy buena relación con la esposa del doctor dueño de esta. Un día estaba el Rafa, el doctor, su esposa y varios empleados de la clínica platicando. Salió el tema de que el Rafa entrena madrazos y pues a los batos no les pareció; qué es eso de alguien a quien le gusta disfrazarse de princesa de Disney ande practicando deportes de hombres. No sé si sería la primera vez que hablaban de esto o ya lo tendrían enfadado, pero esta vez las cosas escalaron a un reto; un round de box con cada uno a ver si aguantaba. Ahí intervino la patrona, que no era justo que no hubiera recompensa para el Rafa por pelearse con cinco. Se armó el reto; un round contra cada uno y si aguantaba los cinco rounds cada uno le daría 200 dólares; aceptaron y empezaron los preparativos

El profe le prestó el gym y se fijó la fecha para el pleito. Estábamos terminando de entrenar cuando empezó a llegar la gente, llevaron sillas, sabritones, sodas y algunas cervezas. El ambiente era
El público listo para ver las peleas
festivo y nosotros divertidos porque no sabíamos que iba a haber público, pero al final habría tal vez unas 20 personas viendo los pleitos.

Calentaron y empezaron las hostilidades. El primer round fue contra un familiar del Rafa, se dieron con ganas pero sin odio, todo pasó sin pena ni gloria.

El segundo round fue otra historia; el bato estaba torote, casi de 1.90, fuerte, se notaba que se la pasaba en el gimnasio haciendo pesas, ya saben, macho alfa lomo plateado, y pues no iba a dejar que un jotito le pegara; mucho menos en público enfrente de sus compañeros de trabajo. El Rafa no está ni chiquito ni débil, tal vez mide 1.80 y pues igual las lagartijas se le notan.
Sonó la campana y ahora sí había odio, se empezaron a dar con ganas, hasta que el Rafa lo fintó con un jab arriba y remató con recto a la boca del estómago. Ahí el bato este aprendió en un instante que los chingadazos de las princesitas de Disney también duelen. Lo que siguió fue una serenata de chingazos y el macho alfa se bajó del ring todo atarantado y con la dignidad hecha harapos.
El Rafa listo para pelear

El tercer round fue con un bato flaquito que se notaba que en algún momento de su vida había entrenado, pero estaba muy chiquito y sin cardio suficiente como para poder hacerle algo. Sin temor a equivocarme puedo decir que el Rafa lo indultó; si le hubiera tirado un chingadazo fuerte, capaz que recogemos su cabeza por allá cerca del área de los thai pads.

Yo supongo que en el plan original no estaba que las hostilidades llegaran al cuarto round, porque el gordito que se subió después apenas si se podía mover; 30 segundos más tarde tiró la toalla.

Del quinto pleito ya no les puedo platicar nada, porque quien quiera que haya sido decidió no subirse. Pagó sus 200 dólares sin hacer gestos.

Meses después hubo revancha con el macho alfa. No le fue mejor, pero ya se le quitaron las ganas de molestar al Rafa y entiendo que ahora son buenos amigos.




La moraleja de la historia es sencilla, no molesten a nadie, no porque tal vez sepa pelear, sino porque simplemente es la forma decente de andar por este mundo. Que les valga madre si le gusta vestirse de princesa.