martes, 29 de mayo de 2018

Historia y Matemáticas

Roberto Rojo

El profe Rojo era mi archienemigo en la prepa, teníamos grandes diferencias y no las ocultábamos, era mi maestro de matemáticas de la prepa y como todos los semestres me dio clases, nos aventamos un pleito que duró tres años. Pero antes de empezar con toda la historia creo que es justo que reconozca que el profe Rojo no era un mal maestro, mis compañeros llegaron bien preparados a la universidad gracias a él. Yo las matemáticas las aprendí por otro lado.

Como les decía el pleito empezó desde primer semestre, yo a Rojo lo conocía porque me dio una semana clases en la primaria y se acordaba de mí, lo cual no fue muy bueno porque le daba por hacer chistoretes en clase y yo siempre resultaba ser la víctima. Probablemente no haya sido gran cosa porque no recuerdo ninguno, pero en los años de adolescentes la verdad es que somos bien delicaditos y no me gustaba para nada ser el hazmerreír del salón. Total que para no hacer el cuento más largo empecé a faltar cada vez con mayor frecuencia. El primer semestre alcancé a pasar apenitas con 6 y el segundo ya no la alcancé a librar y me fui al extraordinario.

Mi abuela montó en cólera, una cosa es que reprobara lectura y redacción y otra muy diferente que reprobara matemáticas. Consiguió que el Jesús Ojeda, que en ese entonces estudiaba ingeniería química en Tijuana, me diera clases en verano para prepararme para el extraordinario. Y así todos los días le pegábamos un par de horas, después nos íbamos a jugar basket y de regreso mi abuela nos tenía un pastel recién horneado. No puedo decir que le agarré al amor a las matemáticas en ese momento pero pasé el extraordinario con 9 y eso, para mí que siempre fui bastante burro para las matemáticas fue un gran logro.

El siguiente semestre mejoró un poco la relación con Rojo, ambos nos guardábamos un poco la distancia y con lo que había aprendido en verano ya no me fue tan mal en el curso y alcancé a pasar con 8. Llegó el Jesús de vacaciones de navidad y me ofreció enseñarme cálculo y yo acepté y empezó la misma rutina. Un par de horas diarias de estudio, luego basket en el gym y por último un pastelito de mi abuela. Aquí terminé de agarrarle gusto a las matemáticas. Me compré un librote de cálculo y durante todo cuarto semestre estudié por mi cuenta diariamente y ya pude sacar 10 sin mayor problema. Lo único que tal vez valga la pena mencionar es que en esos días me invitaron a participar en el concurso regional de física y matemáticas que organizaba la UNISON, el Diablo y el Huichol estudiaban allá y fueron los que me conectaron. Me puse a estudiar con ayuda del profe Larrinaga, la verdad me lo tomé muy en serio y estudiaba diario. Cuando ya se acercaba el fin de semestre y no llegaba la fecha del concurso fui a preguntarle a Rojo qué había pasado y me respondió sin inmutarse Ah sí, llegó tu invitación pero se me olvidó avisarte, el concurso fue hace dos semanas. Ni le reclamé ni nada, ahora sí que ya pa' que, pero que conste que así nos llevamos pensé.
Roberto Rojo


En las vacaciones de verano otra vez le pegamos duro al estudio, ahora ecuaciones diferenciales, así que cuando entré a quinto semestre ya traía muchas horas de estudio en mi espalda y estaba indeciso entre estudiar física o matemáticas. Y aquí es donde las cosas empezaron a complicarse para el profe, porque ya sabía más matemáticas que él y me tocaba la revancha. Empecé a corregirlo cuando se equivocaba en clases y una vez que se me puso terco con una identidad trigonométrica le borré el pizarrón y le derivé no solo la identidad en cuestión, sino otras veinte para demostrarle quién tenía el poder en el salón. Sí, estoy de acuerdo con ustedes en que me pasé de irrespetuoso y no pienso justificarme, estuvo mal, y simple y sencillamente lo hice porque podía.

En sexto semestre la primera clase de cálculo integral para su mala suerte cometió un error muy feo y yo siempre tan amable procedí a explicarle por qué estaba mal y a darle una introducción a teoría de operadores. Cuando terminó la clase habló conmigo y me dijo
- Mira Paredes, la verdad es que no le ayuda a tus compañeros que entres a clases, solo sirves de distractor, te propongo lo siguiente: ya tienes diez, no necesitas entrar a clases, ni hacer tareas ni exámenes, lo único que necesito de ti es que cuando empiece mi clase estés lejos del salón, no me importa si te vas a jugar basket, te quedas dormido en tu casa o te vas de vago, solo no quiero verte en el salón. ¿Tenemos un trato?
- Sí claro profe, va que va, no me vuelve a ver en clases.

Y el profe cumplió su palabra, mes tras mes me puso mi diecezote y yo no me paré en el salón. Y visto en retrospectiva esta fue una gran decisión. Él pudo dar su clase tranquilo y yo me iba al gym a cascarear con mi ego satisfecho. Ambos contentos.

Rojo fue una de mis grandes motivaciones, él me hizo estudiar más que nadie para poderle demostrar que yo era mejor. Involuntariamente el profe fue una gran influencia positiva en mi vida, aunque nos la hayamos pasado de pleito en pleito. Profe, si por casualidad llega a leer esto quiero darle las gracias por todo y lamento los malos ratos que le hice pasar, espero no le haya tocado otro alumno así. Un abrazo

Federico Osorio

Federico Osorio
Una de las cualidades que más aprecio de un maestro es la pasión por su materia y el amor por transmitirla, y en eso era campeón el profesor Osorio. Para muchos esto era molesto porque exigía un grado de compromiso mayor pero para otros hacía su clase realmente apasionante.Yo pertenecía a este segundo grupo. Me hice muy aficionado a la historia de mesoamérica y por un tiempo hasta tuve la idea de ser arqueólogo. El profe me compartió mucha información más avanzada que la que venía en el plan de estudios y platicamos mucho sobre códices, jeroglíficos, dioses y pirámides.

Recuerdo una clase en que nos lanzó un reto, al que se atreviera a contestarle una pregunta le pondría 10, pero si no sabía la respuesta el resultado sería un espantoso 5. Nadie se atrevió, pero no nos quisimos quedar con la curiosidad y le preguntamos cuál era la pregunta que nos tenía preparada.
¿Cuál es el campo de estudio de la historia? nos preguntó muy serio, y luego respondió enfático
¡El hombre!

 El profe era comunista y esto era algo que discutíamos a veces en el salón y se armaban grandes polémicas. El profe es del sur del país y eso hace que tengamos una visión diferente del mundo. A pesar de que Cristina Zamora no iba en mi generación supe de las discusiones épicas que tenía con el profe sobre este asunto y que hasta la fecha siguen teniendo en Facebook. Porque de todas las cosas que le puedo reconocer al profe Osorio la principal es que a pesar de haber pasado poco tiempo en el pueblo, siempre nos ha recordado con gran cariño y se mantiene en contacto, una amistad que lleva ya más de 30 años.

Al final no estudié arqueología pero lo que aprendí del profe Osorio fue a entrarle a los temas con pasión y eso me ha servido toda la vida. ¡Gracias profe!




miércoles, 16 de mayo de 2018

Danielita

Siempre supe que esto iba a suceder, así es la vida, y para eso los cría uno; para que sean fuertes, independientes y que se vayan de casa. Pero de todos modos podrían ser más considerados y venir de visita más seguido, no es como si vivieran tan lejos. Bueno, Danielita sí , tan linda mi niña y tan buen marido que se consiguió. Seguro que si ella estuviera aquí vendría diario a verme. Pero Renato y Diego ni sus luces, nomás cuando se les ofrece algo vienen. Algún día van a llegar y van a encontrar a su pobre madre muerta y entonces sí lo van a sentir.

A veces me siento un poco sola y por eso me pongo a renegar, pero les debo de ser sincera, también es un descanso llegar de la oficina y no tener que batallar a nadie. Pero sí los extraño. Al que no extraño para nada es al inútil de mi marido, ¡qué bueno que se murió el muy cabrón!.

martes, 15 de mayo de 2018

Mr. Márquez y Rosalinda

Mr. Márquez
El profe Márquez era la mismísima esencia de lo cool. Era como una embajada andante de Nueva York, Manhattan aparecía un metro enfrente y desaparecía a un metro atrás de sus pasos. Con su sonrisa a flor de piel, el comentario certero a veces con un poco de sarcasmo y un ligera afición por las teorías de conspiración, lo hacían uno de mis maestros favoritos. 
Fue mi maestro de inglés en tercero y cuarto semestre de la prepa. Tenía un método muy particular de enseñar, nos obligó a esforzarnos al máximo, tuvimos que leer a Kafka en inglés, artículos del New Yorker, poemas de Walt Whitman, es decir, cosas complejas que nos obligaron a extender nuestras habilidades. No sé que tan correcto sea este método pero a mí me motivó a superarme y en cuarto semestre leí, diccionario en mano, mi primer libro en inglés; The sound and the fury de William Faulkner.
En la fiesta de graduación

Con Mr. Márquez aprendí de música y a apreciar la calidad de unas buenas bocinas. Escuché a OMD, Manhattan Transfer, The Cure y una larga lista de música que para mí era desconocida. Conocí el GQ y la pintura de Modigliani. El profe era sofisticado pero no un snob, podía tomarse una tecate roja con nosotros y reírse de nuestras babosadas.

Años después lo tuve de compañero en Samex en Tijuana y compartimos durante muchos meses oficina. Allí me enseñó a tener paciencia y no ponerme de mal humor cuando las cosas no salieran bien en el trabajo. El usaba un programa que escribí y que tenía un error que nunca pude resolver; a veces después de un rato de estar trabajando se cerraba sin previo aviso. Entonces el profe sonreía y me decía ya se cansó la hermana computadora, la apagaba e iba por un café y a platicar un rato en lo que la hermana computadora descansaba. Regresaba sonriente, prendía la computadora y seguía trabajando como si nada hubiera pasado.

En esos días platicábamos mucho de cine y nos recomendábamos películas y libros, platicábamos de Guerrero Negro y él pensaba que algún día volvería a trabajar a Exportadora. Algo que en esos días me parecía muy curioso es que no tuviera carro, pero su corazón Neoyorquino lo hacía caminar mucho y utilizar el transporte público. Esto no lo entendí hasta muchos años después.

Lamentablemente falleció hace algunos años mientras estaba de vacaciones. Le dio un ataque cuando se alistaba para ir al teatro. Sus amigos lo seguimos extrañando.

Rosalinda Flores

La profe Rosa era legendaria en la prepa, desde que entrabas ya sabías que tenías que estar preparado para lo peor. Ella daba Química y era dura como ella sola. No era mala, era justa pero la clase tenía un nivel mucho más alto que al que está uno acostumbrado y eso traía como consecuencia una gran cantidad de reprobados.

El primero que sintió de que tan fuerte venía el asunto fue mi compa Chema. Como la fama era que química era la materia más difícil, me compa asumió el reto y dijo fuerte y claro que él quería ser químico y durante el primer mes de clases se encerró por las tardes a estudiar química. Llegó el primer examen y con el un 3.5 para mi compa. Pero todavía no perdía la fe y el siguiente mes siguió estudiando como si no hubiera un mañana pero el resultado del segundo parcial no fue mucho mejor, a lo mejor alcanzó el 4, pero no estoy seguro. Ahí tiró la toalla y volvió a sus hábitos normales y terminó como tantos otros haciendo un Moulinex.

En aquellos días en que la tele mandaba en la publicidad masiva, transmitían un comercial muy frecuentemente; un picador de verduras eléctrico, el mentado pica-lica moulinex, es muy fácil, solo tienes que hacer uno, dos, tres y la cebolla está lista. Y así a los que reprobaban química I, II y III les decíamos que habían hecho un moulinex, ¡y no eran pocos!
Q.F.B. Rosalinda Flores

En primer semestre había que batallar con la nomenclatura inorgánica y aprenderse todas las valencias, no era fácil y requería muchas horas de estudio a las que no estábamos acostumbrados. En tercer semestre era química orgánica y aunque se me hizo más fácil tampoco pude sacarme un 100. Y es que Rosalinda calificaba del 0 al 100 y su cien era algo mítico, como un unicornio. La única vez que supe que alguien se sacó un 100 con ella en química fue el Machetes, e hicimos una carnita asada para festejar el suceso.

La profe se llevaba bien con nosotros, a pesar de ser dura la respetábamos por ser justa, si le chambeabas seguro tendrías resultados, su clase no era aburrida pero tampoco demasiado amena, era lo más parecido a un clase de universidad que se puedan ustedes imaginar. De cuando en cuando se aventaba alguna broma, de la que nos reíamos mucho porque pensábamos que nadie se iba a reír porque era terriblemente mala para contar chistes.


El Cruz y yo nos hicimos muy aficionados a la química y nos pasábamos largas horas en el laboratorio y la profe nos consentía prestándonos la llave para que experimentáramos libremente. Hasta que un día nos cachó mientras intentábamos hacer nitroglicerina y ahí se acabó el corrido, jamás nos dejó volver a poner un pie en el laboratorio, lo cual no estuvo tan mal, capaz que explotábamos toda la prepa y nosotros con ella.

El Cruz estudió Química y yo Física, en gran parte por la motivación que ella nos dio. Creo que el resto de mi generación estaría de acuerdo con que ella nos enseñó a estudiar fuerte y nos preparó para los retos de la universidad. Y por ello, le estoy muy agradecido.