Esa noche Norman salió bastante ebrio del bar donde se reunía todas las semanas con sus amigos. No había sido ninguna ocasión especial, simplemente estaba alegre y el vodka le supo más bueno que de costumbre. Su cápsula ya lo estaba esperando en la calle. Con pasos lentos llegó hasta la puerta, y a pesar deel problema de cargar con tanto alcohol en la sangre a sus noventa y cuatro años, trastabillando finalmente consiguió sentarse. La puerta se cerró y la cápsula inició el viaje.
Norman no tardó en dormirse, una hora más tarde una voz lo despertó. “Hemos llegado a su destino final” dijo la cápsula mientras abría la puerta. Con gran dificultad bajó de la cápsula, que inmediatamente cerró la puerta y se alejó rápidamente.
Para su sorpresa no se encontraba frente a su casa, sino en la entrada de un antiguo cementerio. Norman jamás había visitado uno, en K se habían dejado de utilizar hacía más de ciento cincuenta años. “Qué extraño error” se dijo y trató de usar su comunicador para pedir otra cápsula que, ahora sí, lo llevara a su casa. No tuvo éxito, la interfaz le señaló un mensaje que nunca había visto antes “usuario inválido”. Con el cerebro revuelto llegó a la única conclusión que le pareció lógica, estaba muerto. Este pensamiento no lo asustó, “es algo natural” se dijo, aunque no se lo imaginaba así, ni que ocurriera tan pronto y de una manera tan inesperada. La reja de la entrada estaba semiabierta, le pareció que lo apropiado era entrar a buscar su tumba.
Caminó entre las tumbas cercanas tratando de encontrar su nombre pero esta era una noche oscura y sin luna “no importa” se dijo, “tengo toda la eternidad para encontrarla ” y se tiró a la orilla de una cripta a dormir.
Cuando despertó la mañana siguiente estaba todo adolorido por la cruda y la noche en la intemperie. Concluyó que si tenía tantas molestias no podía estar muerto. Revisó su comunicador y el mensaje de usuario inválido seguía ahí. Vio a lo lejos un par de comodrones convergiendo hacia un punto, supuso que esa era la dirección hacia K, aunque estaba tan lejos que no se alcanzaba a ver la ciudad. Resignado, crudo y adolorido empezó el camino de regreso. Cuando cayó la noche habría avanzado apenas unos cinco kilómetros, el resplandor de la ciudad ahora sí era visible en el cielo. Esto le dio algo de tranquilidad, al menos iba en el sentido correcto. La sed lo estaba consumiendo y sus piernas ya no daban más. Se recostó contra un árbol y se quedó dormido. Ahí lo encontró la muerte un poco antes del amanecer, ella, siempre tan eficiente y que nunca falla a sus citas esta vez se sorprendió, qué estaría haciendo este hombre solo tan lejos de la ciudad? Por su vestimenta era claro que vivía en la franja exterior pero la gente ahí suele morir a una edad más avanzada y acostados tranquilamente en su cama, no tirados solos en medio del bosque. Sin embargo solo se encogió de hombros y procedió a llevarse su alma.
Días más tarde, el programa responsable de verificar las excepciones del sistema dio con un patrón extraño. Por alguna razón, una rama antigua de código se integró al programa principal y esto generó algunos errores de lógica en casos extremos. El programa verificador, extrajo el código corrupto y corrigió el programa principal. Una vez hecho esto, procedió a rastrear los errores que había generado, así dio con el caso de Norman; levantó una excepción para que la tomara otro subsistema y restableciera la identidad de Norman. Y este así lo hizo, le devolvió todos sus antiguos privilegios, marcó su estatus como activo y se desentendió del asunto. Mientras tanto en el bosque, el cuerpo de Norman ya empezaba a podrirse.