Lord Quesadilla llevaba días sin poder dormir y fue a visitar a
Paulina la hechicera para ver si tenía algún remedio que le ayudara
Paulina, vengo a que me recetes algo
A ver, cuéntame ¿qué es lo que te pasa?
Fíjate que estoy batallando mucho para dormir
Bueno,
para eso tengo esta poción, pero no te vayas a tomar más de 3 gotitas
cada noche porque es muy fuerte y te vas a dormir mucho tiempo si lo
haces. Las diluyes en agua y te las tomas antes de dormir y listo!
Y dicho esto le dio un frasquito que Lord Quesadilla le pagó con gusto.
Esa
noche Lord Quesadilla que llevaba varios días sin dormir decidió
desobedecer a Paulina la hechicera y en vez de 3 gotitas se tomó una
cucharada pensando en dormirse más rápido pues ya estaba desesperado por
el insomnio.
Y ciertamente se durmió rápido y
profundamente, tan profundo que duró dormido una semana. Cuando por fin
despertó tenía muchísima hambre y sed, lo cual era lógico por todos los
días que llevaba sin comer.
Después de comer y tomarse
una jarra de limonada, ya más tranquilo revisó su teléfono para ver
cuánto había dormido y grande fue su sorpresa cuando se dio cuenta que
había dormido por una semana. Mmmm que interesante dijo esto puede
servir. Y se puso a cavilar cómo usar esta poción para dominar Mizantla.
Paulina necesito más poción
¿Y eso? Lo que te dí te debería de durar muchos meses
Lo que pasa es que se me cayó el frasco y se me rompió. Mintió Lord Quesadilla. ¿Me puedes dar de una vez mucho?, para ya no estarte molestando.
Esta bien, te voy a dar este frascote que te debe durar años.
Muchas gracias Paulina respondió tomando rápidamente el frasco antes de que Paulina cambiara de opinión
Bueno,
ya que estás aquí voy a aprovechar y por favor llévame a la estación de
autobuses. Voy a ir a visitar a unas amigas por unos días
Claro que si Paulina, ¡con mucho gusto!
Y
así Paulina la hechicera dejó Mizantla sin sospechar de los maléficos
planes de Lord Quesadilla. Esa noche Lord Quesadilla entró a la compañía
de agua y vació el contenido del nuevo frasco en el tanque de agua que
la gente de Mizantla usa para beber.
Con el desayuno la
gente de Mizantla bebió de esa agua. En el café, en las limonadas, en el
té o simplemente pura. Todo mundo tomó de esa agua y para las 10 de la
mañana ya toda la ciudad estaba bien dormida.
Jajajajajajajaja se reía a carcajadas Lord Quesadilla mientras caminaba por las calles de Mizantla que estaban desiertas. Yo soy el único despierto de toda la ciudad, puedo hacer lo que quiera y nadie me puede decir nada.
Después de hacer desastres por todos lados, tirar botes de basura,
meterse a las casas y cambiar de lugar las cosas y rayar paredes Lord
Quesadilla regresó muy feliz a su casa. Venía todo sudoroso de tantas
maldades que había hecho y se sirvió un vaso de limonada para
refrescarse.
Pero por un desafortunado accidente Fito
el ratón mientras andaba buscando algo de quesito para comer tiró con la
cola el primer frasco de poción, con tan mala suerte para Lord
Quesadilla que gran parte cayó dentro de la jarra de limonada. Y ahora
si, todo Mizantla estaba dormido, incluyendo a Lord Quesadilla que solo
había podido gozar de su triunfo un par de horas.
Ese
día al duende se le había ocurrido irse de pinta a jugar con las ranas
que viven en el arroyo, después de estar durante varias horas jugando
con ellas a hacer ruidos chistosos bajó a Mizantla a buscar a Isaac y
sus amigos para jugar fútbol. Y grande sería su sorpresa cuando encontró
a todo mundo dormido. Como se le hizo muy raro trató de despertar al
profe Blito que roncaba profundamente en una banca del parque. Pero fue
imposible, le gritó, lo movió, le echó agua encima y nada. Empezó a
caminar buscando quien le ayudara a despertar al profe Blito, pero por
todos lados lo único que encontraba era gente dormida. Decepcionado se
fue a su casita en el cerro. Mañana se despertarán se dijo tratando de no preocuparse.
Pero
pasaron dos días y todos seguían dormidos. Después de vagar mucho rato
el duende llegó a la casa de Don Beto el panadero y se lo encontró
sentado en su sillón, con un libro entre las manos y una taza de café a
medio tomar en la mesita de al lado.
Ay Don Beto, si tan solo usted estuviera despierto para que hiciéramos el pan.
Y de pronto Don Beto empezó a despertar
Si, ahorita vamos mijito, deja me lavo la cara porque traigo mucho sueño.
Y entonces el duende tuvo una idea.
Ahorita regreso Don Beto, tómese un café para que se despierte bien.
Y corriendo llegó a la casa de Isaac gritando Isaac, Isaac, vamos a jugar fútbol
Y entonces Isaac apenas abriendo los ojos le respondió ¿trajiste balón? Porque el mio se me ponchó
Funciona Isaac funciona!
Qué funciona? Duende, de qué hablas?
Mira, todos están dormidos desde hace días, y la única manera de despertarlos es llamándolos con lo que más les gusta.
¿En serio? ¡Vamos a despertar a mi papá!. ¡Papá, papá ya va a empezar el juego de los Chargers!
Está bien hijo, ve prendiendo la tele ya voy para la sala
¡Papá estas despierto, estás despierto!
Si hijo que pasa?
Y con la lengua hecha bola de la desesperación a como pudieron le explicaron que era lo que pasaba.
Híjole, eso es algo increíble y peligroso, ¡vamos a despertar a todo mundo!
Y
se fueron por todo el pueblo despertando gente. A Chema el Viejo le
dijeron que le hablaban sus hijas, al profe Blito le pidieron que les
ayudara a estudiar para el examen final y así poco a poco Mizantla
empezó a regresar a la normalidad. Siempre había alguien que sabía que
era lo que más le gustaba a alguno de los dormidos pues todo mundo tenía
amigos y familia en Mizantla. Excepto Lord Quesadilla. Nadie sabía que
era lo que más le gustaba a Lord Quesadilla. Intentaron decirle que era
el presidente de Mizantla, o que se había sacado la lotería y ahora era
muy rico, pero nada funcionó. Lord Quesadilla seguía roncando como oso.
Pasaron
dos días y Mizantla había regresado a la normalidad con excepción de
Lord Quesadilla que seguía dormido. Paulina la hechicera regresó de
visitar a sus amigas y se encontró al duende esperándola en la entrada
de su casa.
¿Vienes a ver que te traje canijillo?
No
Paulina, es que estos días que estuviste fuera pasó algo muy extraño.
Todo mundo se quedó dormido por más de dos días, ya pudimos despertar a
todos menos a Lord Quesadilla.
Mmmmm ¿con que todos dormidos no?, no te preocupes ahorita despertamos a ese malandrín
Cuando llegaron a casa de Lord Quesadilla lo estaba revisando el doctor.
Es por demás dijo, no sé que hacer para despertarlo
No se preocupe doctor, ahorita despierto a este mañoso que me debe una buena explicación. Dijo Paulina
Dicho esto se inclinó y le susurró en el oído a Lord Quesadilla
Ya llegué
¿Paulina? Dijo Lord Quesadilla tallándose los ojos
Cuando te despiertes bien, ve a la casa que tenemos mucho de que hablar ¡y me vas a oír!.
Sí Paulina respondió Lord Quesadilla muy apenado y con un poco de miedo
¡Nos vemos muchachos! dijo Paulina despidiéndose con una sonrisa traviesa.
¡Nos vemos Paulina!
respondieron el duende y sus amigos a coro, un poco confundidos porque
no se explicaban cómo había despertado al villano dormilón.
sábado, 30 de abril de 2016
viernes, 15 de abril de 2016
Parábola del priista arrepentido
En aquellos días nuestro señor andaba en Coahuila y vio que todo era malo. Después se fue a Tamaulipas y solo encontró desolación a su paso. Llegó a Veracruz y lo encontró lleno de marchas y cadáveres. Cuando llegó a Tabasco se encontró a un viejito que predicaba el perdón de los pecados.
Intrigado, nuestro señor se sentó a escucharlo y después de un rato decidió preguntarle a su padre
-- Padre, ¿tú enviaste a alguien a perdonar los pecados?
-- ¿Qué pecados hijo mío?
-- Los pecados de los políticos
-- No hijo, yo no he enviado a nadie
-- Gracias Padre
Y así nuestro señor siguió intrigado escuchando a este falso profeta. A ratos hablaba de paz y después le salían rayos, truenos y acusaciones llenas de cólera; perdonaba y condenaba, acusaba y prometía ante una turba que aplaudía poseída todas sus ocurrencias.
Cuando todo pasó y la multitud se hubo marchado solo quedó un hombre cabizbajo sollozando en una banca. En su corazón había bondad y jamás había cometido un delito. A pesar de que había tenido algunos cargos públicos jamás se había aprovechado de su puesto y por esto mismo poco a poco lo habían ido relegando hasta parecer un mueble viejo en su partido. Decepcionado anunció su renuncia a sus compañeros de partido que hicieron poco por retenerlo y más bien se sintieron aliviados de no tener que enfrentar a su conciencia día a día; le dieron una palmadita en la espalda y le desearon suerte.
Nuestro sujeto en cuestión, a quien llamaremos por conveniencia Pablo pues la historia no registra su nombre, abandonó las oficinas del partido y se fue en busca de la fe perdida. Dos meses después lo encontró nuestro señor sollozando y sin decirle nada lo abrazó como quien abraza a un amigo que acaba de perder a su madre.
Pablo no hizo gesto de extrañeza alguno mientras abrazaba a un desconocido que le quería brindar consuelo. Después de llorar un rato y desahogar su impotencia preguntó
-- ¿Qué debo de hacer?
-- Dejad que los muertos entierren a sus muertos. ¿Acaso crees en las palabras redentoras de este hombre?
-- No
-- ¿Entonces por qué te preocupa no seguirlo?, ya conoces el camino, ¡deja tu lastre y camina!
Permanecieron unos minutos en silencio y luego nuestro señor volvió a hablar
--Una vez a un hombre justo, su rey le entregó un terreno para que sembrara; no era un terreno muy grande pero tampoco muy chico y se encontraba lleno de yerba y en muy mal estado.
Todos los días el hombre se levantaba contento a trabajar en el terreno y poco a poco lo fue convirtiendo en un hermoso huerto. Cuando llegó el tiempo de la cosecha la compartió con sus vecinos sin esperar nada a cambio. Así pasaron muchos años sin que el rey regresara a pedir cuentas y él mantuvo siempre la misma rutina de trabajar todos los días y compartir el fruto de su labor con los más necesitados.
Cuando el rey regresó y le pidió cuentas de las ganancias del terreno el hombre respondió que no había tales, que lo que se había cosechado se había repartido. El rey, molesto, tratando atropelladamente de encontrar un castigo, lo increpó
-- ¿Por qué hiciste eso? ¿acaso no pensaste que tenías una obligación conmigo por darte el terreno?
-- Mi señor, perdona mi falta, aceptaré con gusto el castigo que dispongas adecuado, pero hice lo mejor que pudieron mis talentos. No está en mi naturaleza generar riquezas; sin embargo tu terreno está bien cuidado y tus otros súbditos compartieron sus frutos. Cuando les compartía la cosecha nunca dije que yo se los regalaba, sino que era fruto de tu benevolencia y ahora todos te están agradecidos, vienen y ayudan a cuidar el huerto y honrar tu nombre.
El rey no supo que contestar, meditó unos momentos y luego sin decir una palabra se retiró
Pablo, que había escuchado con atención pero estaba tan confundido como el rey de nuevo volvió a preguntar
-- Entonces señor, ¿qué debo hacer?
-- No seas como este falso profeta que camina por las calles predicando odio y sintiéndose dueño de la verdad. Tampoco seas como tus compañeros de partido que solo buscan su bien a costa de robar al prójimo. Sé como el hombre justo y siembra amor; así encontrarás tu sitio correcto en este mundo y no volverás a sentirte solo.
Pablo insistió
-- ¿En qué partido?
Nuestro señor le miró tristemente, negó con la cabeza y le repitió mientras se retiraba
-- Dejad que los muertos entierren a sus muertos
Intrigado, nuestro señor se sentó a escucharlo y después de un rato decidió preguntarle a su padre
-- Padre, ¿tú enviaste a alguien a perdonar los pecados?
-- ¿Qué pecados hijo mío?
-- Los pecados de los políticos
-- No hijo, yo no he enviado a nadie
-- Gracias Padre
Y así nuestro señor siguió intrigado escuchando a este falso profeta. A ratos hablaba de paz y después le salían rayos, truenos y acusaciones llenas de cólera; perdonaba y condenaba, acusaba y prometía ante una turba que aplaudía poseída todas sus ocurrencias.
Cuando todo pasó y la multitud se hubo marchado solo quedó un hombre cabizbajo sollozando en una banca. En su corazón había bondad y jamás había cometido un delito. A pesar de que había tenido algunos cargos públicos jamás se había aprovechado de su puesto y por esto mismo poco a poco lo habían ido relegando hasta parecer un mueble viejo en su partido. Decepcionado anunció su renuncia a sus compañeros de partido que hicieron poco por retenerlo y más bien se sintieron aliviados de no tener que enfrentar a su conciencia día a día; le dieron una palmadita en la espalda y le desearon suerte.
Nuestro sujeto en cuestión, a quien llamaremos por conveniencia Pablo pues la historia no registra su nombre, abandonó las oficinas del partido y se fue en busca de la fe perdida. Dos meses después lo encontró nuestro señor sollozando y sin decirle nada lo abrazó como quien abraza a un amigo que acaba de perder a su madre.
Pablo no hizo gesto de extrañeza alguno mientras abrazaba a un desconocido que le quería brindar consuelo. Después de llorar un rato y desahogar su impotencia preguntó
-- ¿Qué debo de hacer?
-- Dejad que los muertos entierren a sus muertos. ¿Acaso crees en las palabras redentoras de este hombre?
-- No
-- ¿Entonces por qué te preocupa no seguirlo?, ya conoces el camino, ¡deja tu lastre y camina!
Permanecieron unos minutos en silencio y luego nuestro señor volvió a hablar
--Una vez a un hombre justo, su rey le entregó un terreno para que sembrara; no era un terreno muy grande pero tampoco muy chico y se encontraba lleno de yerba y en muy mal estado.
Todos los días el hombre se levantaba contento a trabajar en el terreno y poco a poco lo fue convirtiendo en un hermoso huerto. Cuando llegó el tiempo de la cosecha la compartió con sus vecinos sin esperar nada a cambio. Así pasaron muchos años sin que el rey regresara a pedir cuentas y él mantuvo siempre la misma rutina de trabajar todos los días y compartir el fruto de su labor con los más necesitados.
Cuando el rey regresó y le pidió cuentas de las ganancias del terreno el hombre respondió que no había tales, que lo que se había cosechado se había repartido. El rey, molesto, tratando atropelladamente de encontrar un castigo, lo increpó
-- ¿Por qué hiciste eso? ¿acaso no pensaste que tenías una obligación conmigo por darte el terreno?
-- Mi señor, perdona mi falta, aceptaré con gusto el castigo que dispongas adecuado, pero hice lo mejor que pudieron mis talentos. No está en mi naturaleza generar riquezas; sin embargo tu terreno está bien cuidado y tus otros súbditos compartieron sus frutos. Cuando les compartía la cosecha nunca dije que yo se los regalaba, sino que era fruto de tu benevolencia y ahora todos te están agradecidos, vienen y ayudan a cuidar el huerto y honrar tu nombre.
El rey no supo que contestar, meditó unos momentos y luego sin decir una palabra se retiró
Pablo, que había escuchado con atención pero estaba tan confundido como el rey de nuevo volvió a preguntar
-- Entonces señor, ¿qué debo hacer?
-- No seas como este falso profeta que camina por las calles predicando odio y sintiéndose dueño de la verdad. Tampoco seas como tus compañeros de partido que solo buscan su bien a costa de robar al prójimo. Sé como el hombre justo y siembra amor; así encontrarás tu sitio correcto en este mundo y no volverás a sentirte solo.
Pablo insistió
-- ¿En qué partido?
Nuestro señor le miró tristemente, negó con la cabeza y le repitió mientras se retiraba
-- Dejad que los muertos entierren a sus muertos
Suscribirse a:
Entradas (Atom)