El profe Rojo era mi archienemigo en la prepa, teníamos grandes diferencias y no las ocultábamos, era mi maestro de matemáticas de la prepa y como todos los semestres me dio clases, nos aventamos un pleito que duró tres años. Pero antes de empezar con toda la historia creo que es justo que reconozca que el profe Rojo no era un mal maestro, mis compañeros llegaron bien preparados a la universidad gracias a él. Yo las matemáticas las aprendí por otro lado.
Como les decía el pleito empezó desde primer semestre, yo a Rojo lo conocía porque me dio una semana clases en la primaria y se acordaba de mí, lo cual no fue muy bueno porque le daba por hacer chistoretes en clase y yo siempre resultaba ser la víctima. Probablemente no haya sido gran cosa porque no recuerdo ninguno, pero en los años de adolescentes la verdad es que somos bien delicaditos y no me gustaba para nada ser el hazmerreír del salón. Total que para no hacer el cuento más largo empecé a faltar cada vez con mayor frecuencia. El primer semestre alcancé a pasar apenitas con 6 y el segundo ya no la alcancé a librar y me fui al extraordinario.
Mi abuela montó en cólera, una cosa es que reprobara lectura y redacción y otra muy diferente que reprobara matemáticas. Consiguió que el Jesús Ojeda, que en ese entonces estudiaba ingeniería química en Tijuana, me diera clases en verano para prepararme para el extraordinario. Y así todos los días le pegábamos un par de horas, después nos íbamos a jugar basket y de regreso mi abuela nos tenía un pastel recién horneado. No puedo decir que le agarré al amor a las matemáticas en ese momento pero pasé el extraordinario con 9 y eso, para mí que siempre fui bastante burro para las matemáticas fue un gran logro.
El siguiente semestre mejoró un poco la relación con Rojo, ambos nos guardábamos un poco la distancia y con lo que había aprendido en verano ya no me fue tan mal en el curso y alcancé a pasar con 8. Llegó el Jesús de vacaciones de navidad y me ofreció enseñarme cálculo y yo acepté y empezó la misma rutina. Un par de horas diarias de estudio, luego basket en el gym y por último un pastelito de mi abuela. Aquí terminé de agarrarle gusto a las matemáticas. Me compré un librote de cálculo y durante todo cuarto semestre estudié por mi cuenta diariamente y ya pude sacar 10 sin mayor problema. Lo único que tal vez valga la pena mencionar es que en esos días me invitaron a participar en el concurso regional de física y matemáticas que organizaba la UNISON, el Diablo y el Huichol estudiaban allá y fueron los que me conectaron. Me puse a estudiar con ayuda del profe Larrinaga, la verdad me lo tomé muy en serio y estudiaba diario. Cuando ya se acercaba el fin de semestre y no llegaba la fecha del concurso fui a preguntarle a Rojo qué había pasado y me respondió sin inmutarse Ah sí, llegó tu invitación pero se me olvidó avisarte, el concurso fue hace dos semanas. Ni le reclamé ni nada, ahora sí que ya pa' que, pero que conste que así nos llevamos pensé.
Roberto Rojo |
En las vacaciones de verano otra vez le pegamos duro al estudio, ahora ecuaciones diferenciales, así que cuando entré a quinto semestre ya traía muchas horas de estudio en mi espalda y estaba indeciso entre estudiar física o matemáticas. Y aquí es donde las cosas empezaron a complicarse para el profe, porque ya sabía más matemáticas que él y me tocaba la revancha. Empecé a corregirlo cuando se equivocaba en clases y una vez que se me puso terco con una identidad trigonométrica le borré el pizarrón y le derivé no solo la identidad en cuestión, sino otras veinte para demostrarle quién tenía el poder en el salón. Sí, estoy de acuerdo con ustedes en que me pasé de irrespetuoso y no pienso justificarme, estuvo mal, y simple y sencillamente lo hice porque podía.
En sexto semestre la primera clase de cálculo integral para su mala suerte cometió un error muy feo y yo siempre tan amable procedí a explicarle por qué estaba mal y a darle una introducción a teoría de operadores. Cuando terminó la clase habló conmigo y me dijo
- Mira Paredes, la verdad es que no le ayuda a tus compañeros que entres a clases, solo sirves de distractor, te propongo lo siguiente: ya tienes diez, no necesitas entrar a clases, ni hacer tareas ni exámenes, lo único que necesito de ti es que cuando empiece mi clase estés lejos del salón, no me importa si te vas a jugar basket, te quedas dormido en tu casa o te vas de vago, solo no quiero verte en el salón. ¿Tenemos un trato?
- Sí claro profe, va que va, no me vuelve a ver en clases.
Y el profe cumplió su palabra, mes tras mes me puso mi diecezote y yo no me paré en el salón. Y visto en retrospectiva esta fue una gran decisión. Él pudo dar su clase tranquilo y yo me iba al gym a cascarear con mi ego satisfecho. Ambos contentos.
Rojo fue una de mis grandes motivaciones, él me hizo estudiar más que nadie para poderle demostrar que yo era mejor. Involuntariamente el profe fue una gran influencia positiva en mi vida, aunque nos la hayamos pasado de pleito en pleito. Profe, si por casualidad llega a leer esto quiero darle las gracias por todo y lamento los malos ratos que le hice pasar, espero no le haya tocado otro alumno así. Un abrazo
Federico Osorio
Una de las cualidades que más aprecio de un maestro es la pasión por su
materia y el amor por transmitirla, y en eso era campeón el profesor
Osorio. Para muchos esto era molesto porque exigía un grado de
compromiso mayor pero para otros hacía su clase realmente apasionante.Yo
pertenecía a este segundo grupo. Me hice muy aficionado a la historia
de mesoamérica y por un tiempo hasta tuve la idea de ser arqueólogo. El
profe me compartió mucha información más avanzada que la que venía en el
plan de estudios y platicamos mucho sobre códices, jeroglíficos, dioses
y pirámides.
Recuerdo una clase en que nos lanzó un reto, al que se atreviera a contestarle una pregunta le pondría 10, pero si no sabía la respuesta el resultado sería un espantoso 5. Nadie se atrevió, pero no nos quisimos quedar con la curiosidad y le preguntamos cuál era la pregunta que nos tenía preparada.
¿Cuál es el campo de estudio de la historia? nos preguntó muy serio, y luego respondió enfático
¡El hombre!
El profe era comunista y esto era algo que discutíamos a veces en el salón y se armaban grandes polémicas. El profe es del sur del país y eso hace que tengamos una visión diferente del mundo. A pesar de que Cristina Zamora no iba en mi generación supe de las discusiones épicas que tenía con el profe sobre este asunto y que hasta la fecha siguen teniendo en Facebook. Porque de todas las cosas que le puedo reconocer al profe Osorio la principal es que a pesar de haber pasado poco tiempo en el pueblo, siempre nos ha recordado con gran cariño y se mantiene en contacto, una amistad que lleva ya más de 30 años.
Al final no estudié arqueología pero lo que aprendí del profe Osorio fue a entrarle a los temas con pasión y eso me ha servido toda la vida. ¡Gracias profe!
Federico Osorio |
Recuerdo una clase en que nos lanzó un reto, al que se atreviera a contestarle una pregunta le pondría 10, pero si no sabía la respuesta el resultado sería un espantoso 5. Nadie se atrevió, pero no nos quisimos quedar con la curiosidad y le preguntamos cuál era la pregunta que nos tenía preparada.
¿Cuál es el campo de estudio de la historia? nos preguntó muy serio, y luego respondió enfático
¡El hombre!
El profe era comunista y esto era algo que discutíamos a veces en el salón y se armaban grandes polémicas. El profe es del sur del país y eso hace que tengamos una visión diferente del mundo. A pesar de que Cristina Zamora no iba en mi generación supe de las discusiones épicas que tenía con el profe sobre este asunto y que hasta la fecha siguen teniendo en Facebook. Porque de todas las cosas que le puedo reconocer al profe Osorio la principal es que a pesar de haber pasado poco tiempo en el pueblo, siempre nos ha recordado con gran cariño y se mantiene en contacto, una amistad que lleva ya más de 30 años.
Al final no estudié arqueología pero lo que aprendí del profe Osorio fue a entrarle a los temas con pasión y eso me ha servido toda la vida. ¡Gracias profe!