domingo, 1 de diciembre de 2019

Zarzuela en el Trevi

En tiempos antiguos, cuando todavía existía el hotel Regis, mi mamá y yo éramos clientes fieles del café Trevi. Todos los veranos en las vacaciones llegábamos a comer al café; a mi mamá ya la reconocían los meseros y era amiga de varios; le contaban sus historias, y como a ella le encanta el mitote hasta la fecha las recuerda con alegría.

En estos días que he estado trabajando en la CDMX, me recomendó que no dejara de ir a tomarme un café al Trevi, que el café era bueno. La verdad pensé que después del terremoto lo habrían tirado pero no quise dejar de buscarlo. Para mi mamá tendrá más nostalgia, pero yo también tengo buenos recuerdos de ese lugar.
Interior del Trevi


Y bien, el Trevi sigue ahí; me entero que sobreviviendo a una fuerte embestida gentrificadora, después de sobrevivir el terremoto del 85 espero que esta no lo tumbe. A un lado del Trevi hay una cafetería que lleva de nombre Regis como el hotel, incluso usa el mismo tipo de letra, pero esta no existía en tiempos antiguos. Estaba indeciso entre a cuál de los dos entrar cuando escuché una voz hermosa que venía desde dentro del Trevi. Esto lo decidió de inmediato.

No había piano; una bocina y un teléfono acompañaban a la cantante. Una mujer de unos 45 años cantaba una canción de las clásicas del repertorio popular fino de la música mexicana. Una voz hermosa y mucho sentimiento. Pedí rápido una taza de café y la mesera me vio con algo de enfado.
Terminó la canción y la cantante recorrió la mesa con su copa pidiendo cooperación, cuando llegó conmigo le habían dado apenas unas cuantas monedas. Como me vio aplaudirle emocionado me preguntó si ya me iba a ir, respondí que había entrado a escucharla.

- Bueno, por lo regular solo canto tres canciones, pero si entró a escucharme le puedo cantar un par de canciones más. ¿Qué quiere oír?
- Algo de zarzuela respondí contento recordando a mi mamá, que es gran aficionada al género.

Sonrió y me dijo Aquí tengo algo  y empezó con una hermosa canción, creo que de La Gran Vía, aunque pudiera estar equivocado. Cuando terminó siguió con una de Andrea Bocelli. Las canciones de Bocelli, así como las de José José requieren del cantante cierto valor pues el reto es grande.

A la cantante con su vestido humilde y su bocina medio traqueteada se le notaba que la vida la ha puesto a prueba. Tal vez por ello es capaz de transmitir tanto sentimiento en sus canciones aunque a ratos la técnica le falle.

Terminó de cantar y se acercó a despedirse

-Le gustó?
- Muchas gracias, me has hecho muy feliz le respondí y le di una generosa propina

Me quedé unos minutos a terminarme mi café y saborear el momento que acababa de vivir. El café estaba malito; la experiencia sin embargo, inolvidable

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