viernes, 6 de diciembre de 2013

El duende patas de bolillo

En un cerro a las orillas de una pequeña ciudad vivía el duende patas de bolillo. Este, como todo duende que se respete era más bien un malandrín y gustaba de hacer travesuras. Nadie sabe como fue que llegó a Mizantla simplemente un día se lo encontraron jugando en el parque que está cerca de la escuela primaria.
 
El Duende Patas de Bolillo



Ese día el profe Blito iba tarde a la escuela, y es que no le gustaba levantarse temprano así que aunque era muy buen maestro simplemente había veces que llegaba tarde.


Niño, por qué no estás en la escuela? Le gritó


Es que no sé donde queda

Vente conmigo, yo voy para allá, soy maestro

Vamos! Dijo el duende que siempre se tomaba las cosas con entusiasmo

No te había visto, acabas de llegar a Mizantla niño?

No soy un niño, soy un duende

Ah si y qué es lo que haces?

Pues cosas de duendes! Y le empezó a explicar que no tenía padres, que vivía solo en una casa en el cerro a la que solo él podía llegar. Que podía hablar con los animales y que a veces sabía lo que querían las cosas. Aunque el profe Blito le cayó muy bien decidió no contarle que le gustaba hacer travesuras y que su travesura favorita era esconder cosas.

Entonces no tienes a nadie? Preguntó el profe Blito que no sabía si creerle.

Sí, tengo una persona, pero tiene mucho que no la veo repuso y en su cara se notaba que se había puesto un poco triste.

Y a la escuela has ido?

No, pero sé leer y escribir y también soy muy bueno para las matemáticas.

Ah si? Y dónde aprendiste matemáticas?

Ya te dije que soy un duende, todos los duende somos buenos para las matemáticas, tampoco sabías eso? Preguntó el duende ya un poco molesto de la ignorancia del profe Blito en cuanto a duendes se refiere.
El Profe Blito

Llegaron a la escuela y como ya venían tarde se fueron derechito al salón

A la hora del recreo vemos con la directora en que salón te vas a quedar, por lo pronto vente conmigo.

Cuando a la hora del recreo el profe Blito le explicó a Lulú la directora que no era un niño, que era un duende y que nunca había estado en una escuela ella le respondió

Este es un caso muy extraño y muy importante, vamos a tener una junta urgente con todos los maestros para decidir qué hacer. Háblales por favor

Y cuando ya estaban todos los maestros juntos les dijo

Vamos a discutir este asunto pero es muy importante y no quiero que nadie nos interrumpa así que por favor dejen todos sus teléfonos aquí sobre el escritorio.

Los maestros estuvieron discutiendo largo rato sobre qué hacer con el duende. Nunca habían tenido un caso así y realmente no sabían que hacer. Por fin Lulú la directora dijo

Estamos todos de acuerdo en que es mejor que esté aquí en la escuela a que ande de vago, pero alguien se tiene que hacer responsable.

Yo me haré responsable dijo el profe Blito y todos se miraron asombrados. El profe Blito era conocido por su buen corazón pero no era muy organizado que digamos. Cuentan que hasta los cactos que tenía en su casa estaban muertos de sed porque se le olvidaba echarles agua. Sin embargo lo vieron tan decidido que todos estuvieron de acuerdo.

Está decidido entonces! Dijo Lulú la directora y salieron todos a descansar un poco porque ya casi era hora de que terminara el recreo. Cuando salieron de la sala de juntas vieron con horror que todos sus teléfonos habían desaparecido.
Lulú La Directora

Como loquitos se pusieron a buscarlos por toda la dirección exclamando

Quién se los habrá llevado? Tenemos un ladrón en la escuela! Cómo es posible que nadie haya visto nada!

Y justo cuando ya era hora de que entraran del recreo se oyó un escándalo de alarmas de teléfono que venía de adentro de una caja con uniformes. Ahí estaban todos los teléfonos, alguien les había programado la alarma para que sonaran todos al mismo tiempo. Aliviados los maestros ya con sus teléfonos se preguntaban quién habría hecho semejante travesura pero como ya había terminado el recreo no tuvieron tiempo de averiguar más.
Al salir el profe Blito vió al duende jugando con otros niños

Duende! Ya vámonos a clase!  le dijo y el duende volteó y le sonrió con una sonrisita pícara. Y ahí el profe Blito tuvo la sospecha que era muy difícil cachar al duende en sus travesuras.

 

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