Los eventos que voy a relatar son tal
cual mi memoria los registra y no sería honesto si no admitiera la posibilidad
de que todo esto fuese tan solo una fantasía juvenil que con el paso de los
años mi cerebro convirtió en memoria. Habiendo hecho la aclaración prosigo con
mi relato.
Estábamos en segundo de secundaria y
en esos días era bastante popular un juego que le llamábamos "el
chícharo". La mecánica era muy simple, cuando alguien decía una grosería
los demás lo agarraban a golpes hasta que gritara chícharo! Y entonces como por
arte de magia los golpes cesaban hasta la siguiente majadería. Solo había un
detalle, para que alguien pudiera pegarte tenía que haber establecido
primeramente contigo un acuerdo de estar en el juego, al que le llamábamos
"estar validos" así, sin acento.
Por supuesto entre los estudiantes
casi todos estábamos valido con todos y solamente un maestro estaba valido con
nosotros. Lupito
Lupito era nuestro maestro de
español, un tipo muy bajito y delgado que ahora a la distancia me recuerda un
poco al Gollum de la película. Tenía la siguiente pecularidad, era un
pervertido y no disimulaba su preferencia por los muchachitos, en particular un
compañero tenía que soportar que le dijera "mi periquito" con
insistencia y por supuesto intentara tocarlo a cada oportunidad que se le
presentara. Así en realidad el hecho de estar valido al chícharo con nosotros
no era sino un pretexto para tocarnos aunque fuera brevemente. Como todo
pedófilo trataba de convencernos de visitarlo en su casa con un ofrecimiento bastante
patético, mazapanes del INPI, que tal vez algunos de ustedes recordaran que
eran duros y malos. Me pregunto si alguna vez esto le habrá funcionado.
Una mañana estábamos el Pulpo, el
Toño bilingue Flores, el Roby y yo pinteándonoslas atrás del taller de costura
cuando llegó Lupito muy enojado, no con nosotros por habernos encontrado fuera
del salón de clases, sino por alguna otra razón.
¿Qué traes Lupito? Le preguntó el
Pulpo
Chingado alcanzó a responder sin
disimular su coraje. Ahora bien, Lupito jamás decía una grosería y nunca nadie
le había pegado en el chícharo, así que se nos presentaba una oportunidad
inmejorable. Al Roby se le hizo el brazo como tornillo de las caricaturas de
popeye y le dió un derechazo sólido en el pecho y Lupito cayó como Paquiao.
Inmediatamente me agaché a tomarle el
pulso y no sentí nada
Roby lo mataste, ¿y ahora qué hacemos?
Rápidamente analizamos nuestras
opciones, entre las cuales no se encontraba ir a la dirección a confesar lo
sucedido. Decidimos que lo mejor sería deshacernos del cuerpo y como había una
pila subterránea de agua a unos cuantos metros y además esta no tenía tapa, y
nunca la tuvo durante los tres años que pasé ahí a pesar del peligro que esto
implicaba, por ejemplo de que unos alumnos tiraran ahí el cadáver del maestro
que acababan de asesinar.
Cada uno lo tomó de una extremidad y
a mí me tocó el brazo derecho. Como además yo iba por enfrente fui el primero
en notar que podrían vernos desde la dirección.
Aguanten, si lo tiramos en la pilita
nos pueden ver desde la dirección.
¿Y entonces qué hacemos?
Hay que tirarlo atrás del cuartito de
herramientas, ahí no nos ven y van a tardar en encontrarlo
Y ahí vamos cargando el cuerpo inerte
de Lupito, lo tiramos donde lo planeamos sin que nadie nos viera y aprovechando
que había varios pinos salados lo cubrimos con ramas y empezamos a echarle
tierra para ocultar mejor el cadáver.
En eso estábamos cuando sonó el
timbre del receso y pues había que irnos de ahí lo más rápido posible pero sin
levantar sospechas. El Roby iba al frente caminando con paso decidido y de
pronto nos increpó.
No vayan a decir nada cabrones, que
ya maté una vez... ¡y puedo volver a matar!
Nos metimos a clases de matemáticas
con el profesor Arturo y en eso estábamos cuando de pronto se abre la puerta y
afuera estaba Lupito todo enterregado como si acabara de levantarse de su
tumba, lo cual, técnicamente era correcto.
Maestro puedo hablar con Arce,
Warner, Flores y Paredes. Dijo temblando
del coraje
El prof. Arturo apenas atinó a
asentir asombrado por la pinta de Lupito
Salimos los cuatro apresuradamente y
ya afuera del salón el Pulpo le soltó riéndose
No mames Lupito, pensamos que te
habíamos matado!
Y Lupito empezó con amenazas de una
venganza de la cual no íbamos a poder librarnos a menos que hiciéramos algo
para compensarlo, pero el Toño que siempre tuvo una inteligencia muy aguda lo
tomó del brazo, le hizo manita de cochi mientras le decía
Mira pinche puto, tú que dices algo y
nosotros vamos a decir que te madreamos porque nos querías agarrar los huevos!
Con eso dimos por terminado el
episodio y Lupito no volvió a jugar al chícharo y al menos a nosotros cuatro no volvió a molestarnos.
1 comentario:
Me he reido mucho :)
Publicar un comentario