miércoles, 29 de junio de 2016

Póngame 8 profe!

Póngame 8 profe!

En quinto semestre de la carrera tuve que llevar óptica con una maestra tan mala persona que hasta miedo me da escribir su nombre, no vaya a despertar algún demonio primigenio que se sienta invocado; así que únicamente la llamaré por sus iniciales D.T.  y espero esto no me atraiga males mayores, por si las dudas prenderé una veladora a las 7 potencias africanas implorando su protección mientras escribo esto.

Óptica no es una materia particularmente difícil, al menos no en el nivel que se da en el primer curso, pero la actitud de la maestra desde el principio mostró que iba a ser un curso pesado y doloroso. D.T. era una abusona y frecuentemente nos insultaba por no estar a su nivel. Yo nunca fui muy aficionado a asistir a clases así que no la sufrí tanto, pero al entregarnos los resultados del primer examen parcial me pareció que sus comentarios ya habían pasado del límite de lo que es profesionalmente aceptable, así que decidí proceder a dar de baja la materia, o como diríamos coloquialmente que se vaya a la chingada pinche vieja loca. Desafortunadamente la fecha límite para la baja ya había pasado así que no me quedaba de otra más que continuar el curso. Por supuesto que ya no asistí a clases, nos vemos en el extraordinario y que sea lo que Dios quiera.

Hice mi examen extraordinario y pensé que no me había ido tan mal, con un poco de suerte habría pasado la materia; sin embargo como se podrán imaginar eso no iba a ser tan fácil. El día de la entrega de resultados fui a su cubo a Cicese y me entregó mi examen con un 7 grandote y supuse que me habría calificado algo rudo así que el 7 era más que suficiente, al final de cuentas era una calificación aprobatoria y ya no tendría por qué preocuparme de esto.

-- Te sacaste 7 Paredes
-- Sí maestra está bien, no tengo ningún problema
-- Pero faltaste mucho, casi todo el curso

Maldición!, pensé, aquí vienen las represalias

-- Así que te voy a descontar dos puntos, tienes 5 me dijo lanzándome una mirada retadora mientras tachaba mi 7 y escribía un 5 grandote en rojo.

-- Nos vemos en el de regularización, dijo muy sonriente y satisfecha, supongo que en su interior habría engullido un alma.

-- Hasta cree, vieja hija de puta pensé, pero me retiré sin hacer mayores aspavientos.

El siguiente semestre me volví a inscribir en la materia, ahora con el Dr. Machorro, que es un alma de Dios. Desafortunadamente de morro uno hace muchas pendejadas y en mi fantasía yo ya había cursado y aprobado el curso así que no había necesidad de volverlo a cursar y a este curso tampoco asistí, ni siquiera a los exámenes parciales. Esto no tendría por que tener mayor importancia si no fuera por una regla vigente en aquellos tiempos en la UABC de que solo podías cursar dos veces una materia y si la reprobabas por segunda vez era expulsión automática; pero en ese momento esa posibilidad no estaba en mis cálculos, yo iba a hacer mi examen final y listo, no se hable más del asunto.

Me presenté el día del examen final y algo extrañado el Dr. Machorro me preguntó que si a qué iba

-- Pues vengo a hacer el examen profe
-- Pero no viniste en todo el semestre
-- Pero estoy inscrito
-- No importa que estés inscrito, el derecho al examen final tienes que ganártelo y no lo hiciste, te me vas derechito al extraordinario

Supongo que le debo de haber rogado, pero el profe Machorro tiene fama de ser derecho como una flecha así que si le parecía algo injusto no habría poder humano que lo hiciera cambiar de opinión. Para la fecha del extraordinario tuve la mala fortuna de que me regalaran boletos para ir a ver jugar a los Lakers, así que como ustedes comprenderán me fue imposible asistir al examen pues tuve que ir a Los Ángeles. Y así llego el dichoso día del examen de regularización.

Debo de decir en descargo que sí había estudiado bastante, el hecho de que si no lo pasaba me correrían de la universidad empezaba a hacer mella en mi ánimo, aunque no estaba realmente nervioso. Llegué al cubo del profe Machorro en instituto de física y me recibió sonriente, parecía de muy buen humor.
-- Bueno Poncho, el examen lo vamos a hacer oral ¿te parece?
-- Sí profe, claro que sí, como Usted diga
-- Bueno, vamos a empezar por una pregunta facilita, a ver explícame ¿cómo funciona la refracción?
Y tomé el gis y empecé a hacer dibujitos y ecuaciones, luego siguió una pregunta de difracción y también me sabía la respuesta. Así nos fuimos por tal vez unas cuatro o cinco preguntas y yo me sentía en caballo de hacienda, todo lo había estudiado y sabía que estaba contestando correctamente. De pronto se me vino la noche encima con la siguiente pregunta

-- Oye, tú trabajas en el observatorio verdad?, ¿qué haces ahí?
-- Soy operador del telescopio profe, asistente de cúpula que le dicen
-- Muy bien, te voy a hacer algunas preguntas de tu trabajo, vamos a empezar con la siguiente. ¿cuál es la resolución angular del telescopio de 2 mts.
-- 1.8 segundos de arco profe contesté rápidamente
-- No, eso no es posible físicamente y quiero que me digas por qué

Me quedó muy claro que contestar porque hay una plaquita en la base que eso dice no era una respuesta apropiada y como no tenía mucha idea de a qué se refería, empecé a cantinflear. Después me preguntó sobre el espectrómetro francés y cómo se miraría el espectro de una estrella de no sé qué tipo con no sé que filtro y así poco a poco mi confianza fue desapareciendo, diluyéndose gota a gota por el ácido de las preguntas de CCDs, estrellas, espectros y detectores.

Al final vinieron un par de preguntas de temas que sí eran del nivel del curso: una pregunta de guías de onda y un problemita de un polarizador rotando; las respondí sin mayor problema pero el daño ya estaba hecho, no tenía idea de que tan bien o mal me había ido, el giroscopio de mi calificación estaba roto.

Hubo un par de minutos de silencio mientras el profe sacaba cuentas y revisaba sus notas, después levantó la mirada y me preguntó

--¿Entonces ya paso tu calificación así directo?
-- Sí profe de una, para qué le damos vueltas



-- Bueno, te sacaste 55

Cuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas,
me apoyé contra el muro, y un instante
la conciencia perdí de donde estaba.

Vale madre Becquer, ¡yo estaba bien pinche asustado!, así de pronto me dí cuenta que me iban a expulsar de la escuela. Había llevado el reglamento al límite y lo había roto.

-- No profe, aguante, un último problema, todo o nada!

Y empecé a rogar ante la mirada de extrañeza del Dr. Machorro que no tenía idea de por qué estaba haciendo eso. Cuando me callé el profe aprovechó para preguntarme

-- Bueno Paredes, te sacaste 55 de 65 puntos posibles, te da a 8.5, ¿te pongo 8 o te pongo 9?

Me sentí rescatado del abismo justo antes de ser devorado por un monstruo milenario, y exuberante de alegría solo atiné a decir

-- ¡Póngame 8 profe y estamos tablas!