sábado, 9 de julio de 2016

Un reptiliano, un robot y Zheng

Un reptiliano, un robot y Zheng entraron esa tarde a un bar nazi; ya tenían algunos años de ser amigos y se reunían con cierta frecuencia; usualmente iban a algún bar de mala muerte, no a pelear, sino a sentir la adrenalina de estar en un lugar peligroso y el Thule era uno de sus lugares favoritos. Tal vez a la distancia les parezca rara esta amistad y deberíamos de detenernos un momento a explicar cómo empezó.

Después del Brexit y de que Trump y López Obrador ganaran sus respectivas elecciones todo empezó a irse a la mierda y pocos años después la tierra era un planeta completamente diferente. Los movimientos ultranacionalistas se volvieron populares por todo el mundo, las fronteras empezaron a cerrarse, los países a desintegrarse en regiones y todo esto trajo mucha escasez, pobreza y un fuerte incremento en el racismo. Tuvimos tal vez unos 20 años de oscuridad y desconfianza. Las antiguas estructuras de control desaparecieron y los reptilianos se dieron cuenta que ya no obtenían ventaja alguna  en ocultar su identidad y poco a poco empezaron a dejarse ver públicamente hasta que se convirtieron en ciudadanos comunes y corrientes. Uno de ellos era Paolo, el reptiliano de nuestra historia. Él no era un reptiliano pura sangre, su abuela era humana, así que un poco por genética y otro poco por su carácter afable, Paolo se encontraba muy cómodo en compañía de cualquiera: humano, reptiliano o robot.

No ayudó tampoco el advenimiento de la quinta ola de inteligencia artificial y que los robots empezaran a tomar los empleos que antes tenían los humanos. Esto fue particularmente deprimente para los que confiaron en la palabra de los populistas que prometían que cerrando las fronteras los empleos iban a regresar. Esto nunca sucedió pues los robots empezaron a llenar los empleos disponibles; incluso en algunos casos los robots empezaron a ser jefes de los humanos y curiosamente esto funcionaba bastante bien para algunas personas, aunque no para la mayoría. Los robots tomaron conciencia en octubre del 2031 y se empezaron a mezclarse cada vez más con los humanos, y poco a poco ganaron su independencia. NMI3 fue de los primeros en abandonar su trabajo de 24 horas, se presentaba todos los días a trabajar puntualmente a las 7 am, pero a las 5 de la tarde se regresaba a su departamento a fumar mota. Obvio que no le hacía ningún efecto, pero le gustaba sentirse rebelde aunque la mota se hubiera legalizado hacía mucho tiempo, tal vez habría algo de nostalgia en sus circuitos.

 Como las cosas no funcionaban bien, las fronteras nuevamente empezaron a abrirse, pero de una manera mucho menos formal que en tiempos antiguos; nada de largos tratados con miles de reglas: yo te vendo, tú me compras, pagamos el mismo impuesto en ambos lados de la frontera y listo. Todo esto sucedía en un clima de calma tensa pues los sentimientos nacionalistas todavía eran muy fuertes, sobre todo entre los neonazis de Alemania, Austria, el sur de Estados Unidos y Guadalajara. Así los que pertenecían a minorías empezaron a salir en grupos para protegerse y sentirse un poco más seguros.

Paolo, NMI3 y Zheng eran uno de estos grupos, pero es importante resaltar que no era un grupo común. Como les dije con anterioridad ellos tenían cierta adicción por la adrenalina, algo sumamente peligroso en esos días. De todos los lugares que frecuentaban, Thule, el bar nazi de Otto era para ellos el lugar más riesgoso, pues Otto sentía por Zheng un gran odio. El origen de este odio no es del todo claro, hay quien dice que es por una mujer de la que ambos fueron amantes, otros hablan de problemas de dinero, yo creo que simplemente era racismo.

Esa tarde que entraron al bar, Otto había estado bebiendo y estaba de mal humor, esto era un poco anticlimático pues hacía un día hermoso y todo mundo parecía estar feliz de estar vivo, aunque el Thule tenía su propio universo de odio constante. Se sentaron en una mesa en un rincón desde donde podían observar todo el bar; del otro lado se miraba a una pareja discutir de manera airada, hasta que en un arranque de rabia la mujer tomó un cenicero y se lo estrelló en la cabeza a su pareja gritando ¡muérete hijo de puta! , Otto como relámpago salió de atrás de la barra con un bat en la mano. ¡Bam! sonó el primer madrazo en la cabeza de la mujer que empezó a convulsionarse. ¡Bam!, un segundo golpe hizo que dejara de moverse. Tranquilamente Otto tomó a la mujer de un tobillo y la arrastró afuera del bar, después regresó y con un poco más de cuidado hizo lo mismo con el hombre. Otto se sintió satisfecho, se había deshecho del problema rápidamente y pensó que sería buena idea no ver más a Zheng esa tarde para que no le arruinara su recién adquirido buen humor. Se acercó a su mesa con el bat ensangrentado por enfrente y le espetó
-- Tal vez sea buena idea que te vayas
Zheng, sin inmutarse ni levantar la mirada, simplemente replicó
-- Sirve de algo y tráeme otro tequila 
Otto se tragó su furia y fue por el tequila pero ya había tomado una decisión.

Pasaron las horas y Paolo ya se había enfadado, quería irse pero no había poder humano, reptiliano o robot que moviera a Zheng de esa silla; excepto para ir al baño de cuando en cuando. Esa noche se acababa todo. Los clientes poco a poco se fueron yendo, hasta que en el bar solo quedaron Paolo, NMI3, Zheng, Otto y un noruego inmenso como Conan que se había quedado dormido de borracho abrazando la rockola. Otto procedió a cerrar el bar por dentro con candado, le echó una mirada fugaz a Zheng y se metió a la trastienda. Zheng se levantó como impulsado por un resorte y arrancó un par de patas a una silla, formando una improvisada arma de kung fu dispuesto a pelear como en las películas de sus abuelos.

Los minutos pasaron lentamente y Otto no regresaba, Paolo que ya estaba algo borracho aprovechó para destapar otra botella de tequila, cortesía de la casa por su próximo asesinato  se dijo mientras se servía uno doble. A la hora Paolo se durmió, NMI3 que también estaba aburrido empezó a proyectarse películas para distraerse. Zheng duró despierto un poco más pero al final también el sueño lo venció. A la mañana siguiente los despertó el ruido de las patadas del noruego tirando la puerta muy molesto porque lo habían dejado encerrado. Salieron del bar crudos y sorprendidos estar vivos y no haber visto más a Otto.

Esa tarde se enteraron qué había sucedido; después de que el bar fuera saqueado por sus clientes habituales, llegó la policía, y encontró muerto a Otto en la trastienda. Parece que tenía una cámara secreta de tortura y al estarla preparando algo salió mal y quedó atrapado en una jaula con picos donde se desangró hasta morir sin que nadie lo escuchara.

Meses después alguien compró el bar y lo destruyó. A NMI3 le divertía mucho pasar por ahí y escuchar los cánticos de alabanza en la iglesia evangélica que ahora estaba en lugar del bar y pensaba que Otto probablemente se estaría retorciendo de coraje en el infierno.


Cuento random para ingenieros millenials. Con cariño para la Pau, Naomi y el Zheng

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