lunes, 8 de octubre de 2018

La Venustiano Carranza

Crecer en la Venustiano Carranza fue extraordinario; con esto no pretendo decir que mi calle era mejor a las otras, lo más probable es que en todas las calles del pueblo la vida haya sido más o menos la misma. Lo que quiero decir, es que tuvimos una infancia muy feliz.

La Venustiano Carranza era una calle muy ancha, en esa época no había camellones y las casas no le habían robado terreno a la calle con sus bardas; así que teníamos mucho terreno para jugar. Además éramos muchos chamacos así que se armaban buenos equipos. Ustedes disculpen si me falta alguno pero no quiero dejar de mencionar a mis amigos de la cuadra: El Chema, Panchito y Memo Ruíz, El Rey, Cascarrabias, Quito y Chuchín Villavicencio, Nachito Salgado, El Quichuli y Baby Espinoza, El Neto Ávila, Arturo Tiburón, Paty, Toño y Raúl Gallitos, El Pulpo, El Nica. También a veces llegaban los compas de la rueda y la colonia a acoplarse a los juegos.
Con el Pedro, frente a mi casa

Había juegos que de alguna manera misteriosa se concentraban en temporadas. Así, había temporada de trompos, canicas, papalotes, futbol, wantitú, bicicletas, beisbol, y muy de vez en cuando shangai. En esos días las calles no estaban pavimentadas, así que podíamos jugar canicas y trompo en cualquier lado. De las canicas mis juegos favoritos eran el cuadrito y los hoyitos. Del trompo uno donde hacíamos un círculo como de un metro de diámetro, cada quién ponía un peso en el centro y nos íbamos turnando para tratar de sacar las monedas con el trompo. Obvio que moneda que sacabas te quedabas con ella, lo cual hacía el juego doblemente divertido.

Cuando había temporada de papalotes el juego era muy sencillo, se trataba de volarlo lo más alto que pudieras sin que se te fuera a la milpa, y lo comparábamos con la torre de comunicaciones que estaba frente a mi casa. Los papalotes los fabricábamos nosotros y era muy mal visto que alguien comprara uno. Eran muy básicos, hechos de papel periódico y con cola de trapos amarrados. De todos, los del Chale eran famosos, porque eran los más grandes.

El wantitú era un juego de escondidas con un bote y una base. Nos gustaba jugarlo de noche para que hubiera muchas equivocaciones; además, nos cambiábamos la ropa para confundir y aventábamos galones llenos de tierra y con la parte superior cortada para que el desastre aumentara la confusión y tratar de llegar a la base. Como verán, nos tomábamos el asunto muy en serio.
La Torre

Cuando jugábamos futbol, las porterías eran en un lado y otro de la calle, un par de piedras y listo. Ya saben ustedes las típicas reglas: Vale portero ambulante, mano sobre gol es gol, el gordito a la portería, etc.

Beisbol era lo que más jugábamos. Si eramos poquitos jugábamos al que cacha, batea. Si completábamos dos equipos, nos íbamos a jugar al baldío de atrás de mi casa, era un terrenote y la cerca de la Amado Nervo nos servía para marcar el jonrón.

Mención especial merece la casita en el árbol que hicimos atrás de la casa del Arturo Tiburón. Hechiza a como dios nos dio a entender, con tablas conseguidas de quién sabe dónde. Era una gran casa que hasta llegó a tener dos pisos. Le amarramos unos cables al árbol y teníamos una batería para darles corriente si se quería subir alguien no autorizado. A lo lejos me parece recordar que a mi compa Chema Ruíz le echaron corriente cuando se iba subiendo, por los toques se cayó y se dio un madrazote. Después nos dio por brincarnos la barda de la primaria a la hora del recreo para ir a la casita; esto provocó que el prefecto o algún maestro de la primaria nos tirara la casita a hachazos. No recuerdo a ciencia cierta quién fue y tan solo puedo decirle... pinche bato gacho.

Ahora la Venustiano Carranza está bien bonita; enconcretada, con palmeras en medio y todas las casas con sus bardas blancas como en la colonia, hasta parece San Diego. Pero es una calle para adultos; yo estoy agradecido que en mi niñez me haya tocado esa calle ancha de tierra, con mucho espacio para jugar,  hacer amigos y ser feliz.

2 comentarios:

Tu karma dijo...

A pesar de la diferencia de años que me llevas (o te llevo), nuestras infancias fueron en algo parecidas. Jugué a los mismos juegos, pero el wantitu, nosotros le llamamos tambo pateado y el juego consistía en que al que le tocaba el bote, tenía que buscar a los demás y al hallarlo regresar a la "base" y decir uno, dos, tres, por fulano, etc. El fut lo jugué poco, pero el beis si y en muchas variantes: el gato, el cacha batea, etc. Bueno, en fin fue muy agradable leer tus andanzas y recordar las mías, que de hecho seguimos recordando de vez en vez dos de mis más antiguos amigos y yo. Saludos y VIVA LA VENUSTIANO CARRANZA.

Unknown dijo...

Coincido con el comentario anterior Poncho, mi infancia fue muy similar, las tardes de verano eran de baseball, con una pelota de tenis y un palo cualquiera que sirviera de bat, mmm y que decir de las canicas y el trompo carrasqueado con clavos para que te cortara a palma de la mano, los hoyitos con pelota de baseball y el bote pateado, el cinto escondido y mi madre que aceptaba a todo el vecindario para que sus hijos jugaran y ella también, ja, ja las vecinas le decían que no había tenido infancia, pero ella disfrutaba tanto como nosotros