lunes, 7 de marzo de 2016

Sueños


Los sueños. Esos pequeños momentos en que vivimos una realidad diferente y que cuando despertamos se nos escurren de la memoria como agua entre las manos, son algo grandioso. Tengo un par que afortunadamente se me grabaron lo suficiente como para poderlos compartir


De viaje a París

Estaba batallando para registrar mi equipaje, las ventanillas de la aerolínea eran las cajas de la comercial mexicana de la plaza otay y mi amá me estaba haciendo un encargo; una bolsa de mano de Christian Dior. Iba muy contento de vacaciones pues era la primera vez que iría a París pero el avión estaba por dejarme y mi amá no se apuraba, haciendo con toda la paciencia del mundo un dibujito de la bolsa que quería. Al fin terminó, le dí un beso de despedida y salí corriendo para ver con horror que mi avión ya no estaba ahí. Desesperado volteé buscándolo y lo vi a punto de dar la vuelta por la Dorian's para agarrar pista.

Afortunadamente iba pasando una calafia, le hice la parada y rápidamente le expliqué mi dilema
¡Súbase compa, ahorita lo alcanzamos en greña!

Y ahí les voy para arriba de la calafia y que me la encuentro llena de gente de Guerrero Negro, mero enfrente la Güera Valencia
--¿Qué ondas Güera, tú también vas a París?
--Noooo, esta es la calafia que va a la 5 y 10 
--Órale
--¡Agárrese compa que se nos va esa madre! Dijo el chofer mientras arrancaba el calafión.

El avión ya había empezado a dar la vuelta y el calafiero bien intrépido aceleró a fondo y alcanzó a bloquear su camino antes de que empezara a tomar velocidad para despegar
--¡Muchas gracias compa!
--Arre, ¡échele ganas! 

Me bajé corriendo y el piloto ya me había abierto la puerta del avión para que me subiera

--Súbete, ya vamos bien tarde!
--Sí, sorry, pero es que mi jefa me estaba haciendo una encomienda y no me dejaba venir
--No, pues ya no alcanzamos a ir a aeropuerto, vamos a despegar desde aquí, ¡chingue su madre!

Y ahí vamos en zumba por todo el estacionamiento de la plaza y despegamos apenitas por arriba del estacionamiento del Toyo tires. Dimos la vuelta por encima del parque de la amistad y tomamos rumbo hacia la 5 y 10

Como fui el último en subir ya el único asiento que quedaba disponible era el de a un lado del piloto, porque este avión más bien parecía un autobús que un avión normal. Empezamos a platicar y me dijo

-- Compa, la neta es que ando bien crudo, anoche me fui de paryzon loco con unos compas y nos amanecimos
-- No pues de volada hay que llegar al Oxxo por un seiscito, está lejos París para ir manejando todo madreado
-- ¿Al Oxxo de aquí de antes de subir el puente?
-- Simón a ese mero
-- ¡Fierro!

Y bajó el avión y lo estacionó afuera del Oxxo. Compramos un seis de tecate roja y nos sentamos en una banquita a tomarnos un bote antes de agarrar camino. En eso llegó un pickup blanco de aeropuerto y se bajó otro camarada bien encabronado.
-- Óyeme grandísimo cabrón, ¿otra vez?, de plano tu deatiro la chingas, se quedaron esperándote en el aeropuerto y tu aquí pisteando como si nada. ¡dame las llaves y vete para allá!
-- Aguanta, ya voy en ruta, yo me lo llevo
-- No te estoy preguntando, dame las llaves del avión y vete para el aeropuerto, se me hace que ya por fin te van a dar aire.

Y una vez dicho esto, tomó las llaves del avión y se subió muy encabronado gritando
--Órale, súbanse que ya vamos tarde
Ya en el avión y viéndole las intenciones de despegar sin esperar a nadie le dije
-- Aguante compa, todavía falta una doñita
Y en eso sale la doña del Oxxo con dos bolsas llenas donde sobresalían unos sabritones y unas cocas
-- Heyyy ¡espérenme!
-- Ya súbase señora ya vamos tarde
-- Gracias mijito, ya voy

Y aprovechamos el puente del río para volver a tomar aviada y despegar. Pasamos por arriba del parque industrial pacífico y luego por Rosario y agarramos para Ensenada. Todo este tiempo fue puro renegar del piloto borrachón
-- Este wey deatiro la chinga, ya es tiro por viaje que se avienta una de estas, pero ahora si ya se metió en una bronca....
Y así siguió su cantaleta hasta que agarramos rumbo al sur y entonces permaneció un rato callado. ¿al sur? se preguntarán ustedes, ¿qué no ibas a París? pues sí, iba a París, pero por alguna extraña razón iba a París vía la transpeninsular, ya ven como son los sueños.

Íbamos por arriba de San Vicente o Colonet cuando de la nada me pregunta
-- ¿Tú eres de por aquí no?
-- Sí, conozco bien toda la carretera, ¿por?
-- Es que ya traigo hambre, ¿no sabes dónde comer? 
-- Si claro, podemos llegar al ranchito que está en Chapala, ahí está buena la machaca y no sé cómo le hacen pero siempre tienen cerveza fría
-- Va, me dices dónde me baje

Chapala es un lugar al sur del Rosario, en medio del desierto, supongo le pusieron así porque en tiempos de lluvia se queda estancada el agua y se forma una laguna temporal que puede durar con agua tal vez un par de meses; ahí hay uno de esos tantos ranchitos que viven de alimentar a los viajeros, o al menos eso creo, no se me ocurre de que otra cosa puedan subsistir, 

-- ¿Ves ese lugar que está todo pelón allá enfrente? ese mero es Chapala
--  Ya lo vi, qué bueno que ya llegamos porque ya me anda rugiendo la panza

Y descendimos y nos estacionamos justo enfrente de la entrada al ranchillo, como a unos 15 metros. El piloto abrió la puerta del avión y se dispuso a bajarse primero. Cuando ya había pisado el primer escalón de pronto recordó algo y se regresó, metió la cabeza de nuevo al avión y gritó
-- Chapala quince minutos, Chapala quince minutos.

A Nevada en Camello

¿Por qué iba a Nevada?, no sé pero iba de ilegal y no solo eso, como no tenía para el pasaje me había ido a pie y en el camino me uní a una caravana de unos tipos que iban hasta Washington en camellos. A ratos caminábamos y a ratos nos subíamos a los camellos procurando no cansarlos mucho porque llevaban más carga, que más tarde averigüé eran un chorro de kilos de heroína pura.

Ya habíamos cruzado la frontera y avanzado muchos kilómetros cuando llegamos a una sierra, empezamos a subir y en lo alto de un cerro encontramos un restaurante en medio de la nada. Tenía un amplio porche y después de cenar nos sentamos a tomar un tecito. La vista era maravillosa, abajo en medio de tres cerros había un gran lago, bueno, lo que podríamos llamar un gran lago en medio del desierto; la luna, esplendorosa como es su costumbre, se reflejaba en este adornando aun más la escena.

Seguimos el camino a la mitad de la noche y caminamos lo que se supone deben de haber sido muchas horas y nos amaneció en medio de un gran valle, en medio de este había una casa abandonada. Entramos y solo eran dos cuartos grandes vacíos sin muebles ni nada, las puras paredes pelonas. El cuarto que daba al este era dos veces más grande que el otro, bajamos la carga de los camellos, la metimos en este y nos dispusimos a descansar.

Todo el grupo se quedó en el cuarto grande que estaba más fresco y yo me fui al otro cuarto para estar solo. Estaba parado en la puerta viendo hacia afuera cuando vi un grupo que se acercaba muy rápidamente a caballo. De hecho venían tan rápido que no atiné a avisarles a mis compañeros malandros, que además no venían muy bien armados y me dio miedo estar en el grupo más débil de una balacera.

Estos batos si venían bien armados, hasta un rifle Barret traían; de volada desarmaron a los mañosos que venían conmigo y les encontraron la heroína. Entraron al cuarto en el que estaba y pensé que ya me había llevado la chingada pero el jefe resultó ser él Turi

--Eitale Turi ¿qué andas haciendo?
-- ¿Que ondas Poncho, a poco andas de mañoso con estos cabrones?
-- No, yo nomás los iba acompañando para no agarrar camino solo y tú ¿qué ondas?
-- No pues yo soy el chaka de esta clica y tenemos bien dominado este territorio. ¿cómo andas de hambre?, ¿traes sed?, porque el viaje está pesado
-- La neta si traigo sed, el agua que traemos está bien caliente y nomás medio te la espanta pero no te la quita bien
-- Ey Moncho, traite un bote helado para mi compa. pero rapidito que anda todo asoleado
Y el mentado Moncho fue y vino con unos botes de tecate roja bien helados que nos cayeron muy bien porque el solecito estaba pegando duro.
-- Oye Turi y esta casa ¿qué ondas?, porque está en medio de la nada, ¿por qué la están vigilando?
-- Ohhh aguanta, deja te enseño el secreto

Entonces caminó hasta una pared y la empezó a tocar en diferentes ladrillos como escribiendo una clave y de pronto la pared empezó a abrirse dando entrada a un cuarto lleno de tesoros. La verdad no me animé a entrar, parecía una escena sacada de una película de piratas; nada de de armas, puros objetos de oro y monedas tiradas en el piso.

-- Va bien el negocio  me dijo con una amplia sonrisa de satisfacción mientras cerraba la puerta.
-- Vente, vamos a echarnos otra cheve para que se te pase la calor y el susto






















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