sábado, 8 de octubre de 2016

El Gigio

El Gigio me dio clases de música en la secundaria y sin lugar a dudas fue el maestro que me dejó una huella más profunda de aquellos tiempos en los que estábamos más ocupados en reírnos, vagar y hacer desmadres que otra cosa. Tal vez porque estaba chavo resultaba más o menos fácil verlo un poco menos intimidante que el resto de los maestros; sin embargo, a pesar de la confianza que nos teníamos el trato siempre fue el de maestro y alumno, algunas veces bromeábamos pero siempre manteniendo el debido respeto.

El Gigio de maestro en la secundaria (1982)
 En primer año nos enseñó a leer una partitura y por supuesto a tocar la flauta dulce, esa de la que tantas bromas acerca de su utilidad se hacen ahora. No sé cómo pero me volví un apasionado de tocar la flauta. A mi familia no le debe de haber hecho gracia porque la tocaba a todas horas y no les daba un momento de descanso. Y así, después de mucho ensayar entré a la estudiantina.

A la estudiantina íbamos a ensayar por las tardes, hombres y mujeres de los tres grados. Teníamos un tololoche, un acordeón, unas mandolinas, muchas guitarras y flautas y por supuesto el coro. El ambiente en los ensayos era muy bonito; bromeábamos pero practicábamos duro y con seriedad y supongo que esto se notaría a la hora de tocar. Con la estudiantina nos invitaban a tocar a cuanto evento había en el pueblo: el grito, 20 de noviembre en el estadio, día de las madres, visitas de alguna autoridad y seguido en la asamblea de los lunes. Una vez fuimos al Vizcaíno creo que a un concurso de interpretación del himno nacional, pero no me crean mucho, no me acuerdo tan bien.

Cuando iba en primer año hubo un concurso de grupos musicales de escuelas secundarias a nivel nacional. La primera fase consistía de ir a La Paz y el ganador ahí iría al Distrito Federal a una presentación. Allá para nuestra fortuna ya no sería concurso, como pudimos atestiguar después.

Ir a competir a La Paz se nos hacía complicado porque en esa época tenían fama de localistas y sinceramente no pensábamos en ganar, pero de todos modos ensayamos con mucho entusiasmo. Nuestro prestigio no lo íbamos a devaluar por culpa de los jueces. Para nuestra sorpresa ganamos, de hecho del viaje a La Paz lo único que recuerdo es el momento en que Eva Luz me abraza y me dice que éramos ganadores y entramos corriendo emocionados al teatro. ¡Vámonos al DF!

No sé qué tanto habrán tenido que hacer el Gigio y el resto del personal de la secundaria para costear el viaje, supongo que exportadora habrá puesto una buena lana, porque éramos muchos y nos fuimos en avión, pero por mucho que haya puesto exportadora, estoy seguro que debe de haber sido muy grande el esfuerzo y a más de 35 años del evento creo que se siguen mereciendo un aplauso.

En el DF primero llegamos a un hotel que mis recuerdos me dicen que era la casa del estudiante sudcaliforniano, aunque parecía más hotel que otra cosa. Estábamos bastante cómodos pero la comida era muy mala y nos hartó muy rápido. Se me ocurrió subirnos al techo para desde ahí buscar otro lugar dónde comer. Como a 3 o 4 cuadras se miraba un parquecito y le dije al Everardo que seguro a un lado del parque habría dónde comer y un grupito como de 6 o 7 chamacos nos dimos a la tarea de ir en una expedición al parque en busca de comida menos mala. Encontramos un burguer king y devoramos lo que nos sirvieron, en la mesa de al lado estaban sentadas unas chilanguitas también de secundaria fumando bien tranquilas y quitadas de la pena. Esto nos impresionó mucho porque para nosotros fumar tenía el aire de travesura y era algo que se tenía que hacer a escondidas.

El evento duró tres días y a nosotros nos tocó presentarnos el segundo día. Como la entrada era gratis fuimos a ver a las otras secundarias el primer día. Realmente había grupos muy buenos, del DF había más de una secundaria y me parece justo porque realmente traían muy buen nivel, algunos de plano casi casi eran orquestas, con violines, tubas, clarinetes y cuanta cosa se puedan imaginar. Les digo, ¡qué bueno que no era concurso!

Al día siguiente nos tocó nuestro turno, el Gigio estaba super nervioso, creo que el resto de nosotros no tanto, tocar en la sala principal de Bellas Artes en nuestra ignorancia no era tan impresionante. Después del concurso en La Paz a una de las canciones que tocamos le añadimos un corito para que sonara más alegre, pero justo antes de salir a escena el Gigio nos pidió que lo canceláramos, creo que se le hizo muy solemne el escenario y nosotros muy poquitos como para que hiciera diferencia.
Yo en el pasillo de Bellas Artes

Cuando salimos a escena nos presentaron como la secundaria que venía del rincón más alejado del país y creo que no estaba muy equivocado el presentador. Y ahí nos ven, a unos 20 chamaquitos de Guerrero Negro parados en el escenario de la sala Benito Juárez del palacio de Bellas Artes. Me gustaría poder nombrar a todos los que fuimos, pero la verdad es que estaba muy chavo y mi memoria me traiciona.

El Gigio agarró aire y con cara de ¡ayúdanos Dios mío! empezó a mover la batuta y nosotros a tocar. Todo salió bien, nadie se equivocó y nos aplaudieron mucho y el Gigio pudo relajarse. Hasta ahí todo bien, lo malo vino después que tuvimos que cambiarnos de hotel y fuimos a dar a un hotelito de mala muerte pero eso ya era lo de menos.

De regreso a Guerrero Negro nos invitaron a tocar en muchos lados, es más, ¡hasta en el canal 8 salimos! Por supuesto que el siguiente año estábamos todos emocionados de ir a competir, incluso empezamos a ensayar para esto pero algo sucedió que de un día para otro el Gigio nos dijo que no íbamos a ir ni siquiera a La Paz porque estaba muy complicado. Apenas los que vivieron la organización de estos viajes saben el tamaño del problema. Obvio que nos dolió pero no nos deprimimos, ni dejamos de tocar. Junto con el Porfi Duarte y Rogelio el Guto Beltrán formamos el trío Galaxia y tocábamos música latinoamericana cada que había oportunidad. El Gigio solo nos supervisaba y nos daba consejos de cuando en cuando pero ya éramos más bien independientes.

Ahora bien, el Gigio antes que maestro era músico, esa era su pasión y siempre anduvo correteando el éxito, a veces con grupos y a veces como solista. No sé cuántos discos grabaría, será cuestión de revisar los cassetes de mi amá porque en casa siempre compramos su material. Qué ganas de escuchar de nuevo la canción de Hey doc Lagarde. Sus temas eran los míos.

No puedo decir que después de la secundaria nos frecuentábamos, pero cuando nos veíamos nos daba mucho gusto y platicábamos un buen rato. Yo siempre le tuve gran aprecio y admiración y estoy seguro que él se sentía orgulloso de que hubiera sido su alumno.

Me dicen que antes de su fallecimiento había sido seleccionado para participar en La Voz México. No sé los detalles y me duele mucho que su gran oportunidad se le haya escapado de esta manera. Sin embargo nos dejó su ejemplo, su alegría, su amor por la música y nuestro pueblo y por eso querido amigo, te doy las gracias.




No hay comentarios.: