sábado, 21 de octubre de 2017

Anécdotas al azar

El niño perdido

A veces la belleza nos toma desprevenidos en lugares o situaciones donde no esperamos encontrarla, tal vez estas ocasiones sirvan para apreciarla en su estado más puro. Al menos así me sucedió una hace meses en mi casa en Tijuana. Suelo ser una persona nocturna, así que no tenía mucho de haberme acostado y apenas estaba quedándome dormido, serían tal vez las 2 de la mañana de una tranquila noche de martes cuando el sonido de una trompeta me sacó de mi incipiente sueño.

Las notas familiares del niño perdido se alzaban magistrales sobre el silencio de la noche que servía de lienzo a un trompetista solitario, no había fiesta alguna ni banda que lo acompañara lo cual hacía más extraño el momento pero al mismo tiempo resaltaban la maestría del músico que era bastante bueno.

Y la trompeta siguió durante varios minutos buscando a su hijo sin que nadie le respondiera hasta que finalmente se perdió entre las calles de Tijuana.

Chanoc en Tijuana

Tuve una pareja de vecinos que se la pasaban peleando, se gritaban insultos muy denigrantes que se escuchaban en toda la privada y no me hubiera sorprendido que hubieran terminado a golpes, lo cual hasta donde sé, nunca sucedió.

Una mañana de verano los gritos empezaron temprano, como a las 8 de la mañana, por supuesto yo todavía estaba acostado y con pocas ganas de levantarme, sin camisa y en calzones. Pensé que qué hueva que se empezaran a pelear tan temprano y más en sábado que podía levantarme tarde. No tenía pensado ponerles mayor atención hasta que la mujer gritó ¡Auxilio!¡ policía! en un tono que se escuchaba verdaderamente angustiado. Sin pensarlo me levanté de un salto, bajé corriendo a la cocina y tomé el cuchillo más grande que pude encontrar. Salí semiencuerado con el cuchillo en mano tratando de localizar de dónde venían los gritos.

No estaba solo, varios vecinos habían salido y se encontraban en la puerta de sus casas tratando de averiguar qué pasaba. En eso se escuchó la voz de una mujer mayor que decía
No mijo, te la tienes que poner, ¡es por tu bien!
Era un pinche chamaco que iban a inyectar y en su angustia se le ocurrió llamar a la policía. Y ahí me tienen como Chanoc en calzones y cuchillo en mano pensando que iban a atacar a alguien. Me regresé a seguir durmiendo un poco apenado y otro poco encabronado.

Días después por la tarde volví a escuchar los gritos del mocoso llamando a la policía y pensé
Chíngueselo doña, para que se aliviane.

Aquí jugando Pokemón

Habíamos decidido que el Manú estudiaría en una prepa pública, después de toda una vida en escuelas privadas nos parecía un cambio necesario y positivo. No tengo nada en contra de las escuelas privadas pero tienden a sobreproteger a sus estudiantes y esto no les ayuda a madurar lo cual es sumamente importante para los muchachos que van a estudiar la universidad fuera de casa.

Como funciona en estos tiempos el proceso de inscripción a prepa, al menos en Baja California, es
que te inscribes en una página del gobierno del estado donde seleccionas tres escuelas a las que podrías asistir en orden de preferencia, metes tus datos y días después te avisan para cuál escuela quedaste preseleccionado. Esto significa que aun tienes que hacer un examen de admisión y si no lo apruebas empieza tu peregrinación buscando alguna prepa donde tengan lugar.

La aplicación nos notificó que tendría que hacer examen para el Cobach Rubén Vizcaíno, que era nuestra segunda opción. En la plática de inducción el subdirector nos hizo saber que 2000 estudiantes harían el examen y solo 700 serían admitidos, así que había que ponerse abusadillo y estudiar. Y eso hicimos, durante un mes renegando y todo, el Manú todas las noches estudiaba al menos una hora así que debía de estar preparado el día del examen.

Para nuestra mala suerte nos tocó hacer el examen de admisión a las 8 de la mañana. El plan era que el Manú tenía que bajar ya cambiado a las 7:15, tomarse su licuado, lavarse los dientes y a las 7:30 salir con rumbo a la escuela para llegar con tiempo.

Yo estaba muy nervioso y casi no pude dormir, a las 7 en punto ya estaba de pie y a las 7:15 ya me había cambiado, preparado los licuados y tomado el mio. A las 7:20 del Manú todavía ni sus luces y fui a ver qué estaba pasando. Entre a su cuarto y me lo encuentro acostado tranquilamente con el nintendo en la mano.
-- ¿Qué estás haciendo?
-- Aquí jugando pokemón me respondió con esa calma que solo un adolescente puede tener
-- Oye y no tendrás algo importante qué hacer?, no sé, como un examen de admisión o algo así
-- Ya voy pues y se levantó renegando

Por supuesto que pensé ponerle una regañada de esas que hacen historia, pero no quería ponerlo nervioso antes de su examen. Llegamos a tiempo y para su buena suerte cuando lo recogí más tarde ya se me había pasado el coraje.

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