viernes, 19 de enero de 2018

A mí me invitó el Elías

Me topé con el camión de la facultad una tarde saliendo de la biblioteca. Se abrió la puerta y sonriente el Elías me invitó a subir

-¿Vamos a Tecate Poncho?
- ¿Y eso?, ¿qué hay o qué?
- Una carnita asada, tú súbete cabrón, se va a poner bueno

Sin pensarlo mucho me subí de un brinco al camión que rechinó un poco.

-¿Qué ondas Raimon?, ¿cómo andas?
- Ese Poncho, todo bien, vámonos, allá atrás hay lugar

El camión venía lleno de estudiantes de otras facultades, al menos eso fue lo que supuse porque a primera vista no pude reconocer a nadie. Mero atrás venía el Durazo y me fui a sentar con él

- Hey, ¿qué ondas wey?
- ¿Qué rollo?, ¿a ti también te invitó el Elías? 
- Sí, me acaba de invitar ahorita. Oye, ¿sabes a qué vamos? 
- No, ni idea, nomás me dijo que era un cotorreo, que iba a haber carne asada y cheve
- No pues está fácil entonces, comer y pistear sí sé. Dije y solté una risotada. El camión se apagó por un instante y como si tuviera hipo dio un bufido y arrancó rumbo a Tecate.

Llegamos a una finca en la entrada de Tecate, ya había varios camiones estacionados y se miraban muchos batos haciendo cola en alguno de los tantos barriles de cerveza disponibles. Nos bajamos y procedimos a integrarnos al grupo rápidamente. Después de algunas cervezas di con un grupo que llamó mi atención. Tres o cuatro morros de traje y corbata que desentonaban en ese mar de Levi's y camisetas. Visto con un poco más de atención no eran tan diferentes al resto de nosotros, excepto por ese aire de gente formal propio de adultos cuarentones y no de mocositos de veinte años. Llegué y me presenté; muy educaditos me dijeron que eran de la sociedad de alumnos de la facultad de derecho de Tijuana. Eso debería de haber sido mi primera pista pero ya traía encima suficientes cervezas como para poder conectar los puntos. No teníamos muchos puntos de coincidencia pero tal vez a ellos les daba tanta curiosidad yo, como ellos a mí. Y estábamos en plena plática cuando llegaron a arrearnos para que nos metiéramos a un salón a escuchar a alguien importante.

Entramos a un salón grande donde estaban las mesas formando una herradura y al centro un podio con un micrófono. Nos sentamos y los meseros muy activos empezaron a repartir los platos de carne asada y las tortillas. A la mitad de la comida llegó el rector a dar su discurso, en este momento todo empezó a parecer más sospechoso. ¿A dónde me trajiste Elías? Y empezó el rector con su discurso lleno de vitalidad y entusiasmo y de pronto dijo algo en el tenor de Es un placer estar reunido con ustedes, la crema y nata de nuestra comunidad cimarrona, nuestros mejores estudiantes. Aquí fue donde los cables se me hicieron bolas, ¿qué no veníamos a pistear?

Terminó el rector su discurso y alguien que fungía como maestro de ceremonias nos pidió que nos presentáramos y uno a uno los compañeros fueron pasando y el patrón de pronto se aclaró. Era una reunión de sociedades de alumnos de todas las facultades de la universidad. El Durazo me preguntó algo angustiado
- ¿Qué quieres ser, presidente o vicepresidente?
- Lo que sea, me da lo mismo
- Un volado pues
- Vas

Por su lugar en la mesa pasó primero el Durazo y se presentó como flamante vicepresidente de la sociedad de alumnos de la facultad de ciencias. Luego me tocó a mí y en trayecto de mi silla al podio decidí que lo mio no era echar mentiras así que dije más o menos lo siguiente

- Buenas tardes, mi nombre es Alfonso Paredes y soy estudiante de noveno semestre de la carrera de física en la facultad de ciencias de Ensenada. La verdad es que no soy miembro de la sociedad de alumnos porque en la facultad no existe una. Como que lo nuestro son los laboratorios y no la grilla, vine solo porque me invitó el Elías pero me da mucho gusto estar aquí con ustedes, síganle echando ganas.

Bajé del podio, el rector tenía la mirada confundida y el Elías estaba apenado pero al mismo tiempo divertido. Yo tengo la culpa  me dijo, si ya te conozco ¿por qué se me ocurrió invitarte?

El rector se fue, seguimos pisteando  y riéndonos un rato. Nos regresamos a Ensenada y jamás volvieron a invitarme a ningún evento de la universidad.

3 comentarios:

Ana RG dijo...

Sí señor! para qué las mentiras pues.

Tu karma dijo...

¡Pinchi Poncho, muy de ti! Porque te conozco se que es cierto, si no ¿Cómo dudar de las buenas intenciones del Elías? jajajajajajaja

Tu karma dijo...

¿Si ya saben como eres pa'que te invitan?