martes, 13 de diciembre de 2016

Regalos Olivia

Uno de los primeros recuerdos de mi vida y el primero de la tienda de mi amá es de antes de que esta estuviera en el local que ustedes conocieron. Regalos Olivia empezó pequeñito en un cuartito en lo que ahora es la entrada de nuestra casa. Recuerdo un anaquel de tablas con poquitos dulces y haberle pedido a mi mamá si podía agarrar un paquetito de bolitas de colores rellenas de chocolate y que me dijo que sí. Eso es todo, un breve recuerdo, casi como una postal. Tiempo después vino la compra del local para la tienda al Sr. Ibarra que estoy seguro algunos recordarán como El Lengua de Trapo. A un lado tenía la panadería y del otro la tienda del Carnitas

En la tienda mi mamá vendía artículos para el hogar, como vajillas azucareras y cosas de esas. También tenía su sección de perfumes, otra de joyería de fantasía, relojes, por supuesto juguetes pero mi sección favorita eran las revistas. Eran otros tiempos y nos entreteníamos de otra manera y mi mamá vendía muchas revistas. Lo que más se vendía era el Kalimán, al desempacar la revista lo primero que había que hacer era separar los apartados de los clientes regulares, del Kalimán recuerdo que le guardábamos el suyo al Toto, al Porfi y también al Alfredo Romero para que nos llevara a vender las asaderas tan buenas que hacían en su rancho. El Kalimán por mucho era mi revista favorita. Salía semanalmente y las aventuras duraban unos 30 episodios, casi al final de cada aventura cuando las cosas ya se estaban poniendo muy feas para Kalimán me ponía muy nervioso de que lo fueran a matar y se acabara la revista, pero casi al terminar una aventura partían la revista en dos y empezaban con la nueva aventura antes de terminar la anterior. Esto me hacía sentir aliviado de que al menos iba a haber una historia más.

Había varias otras revistas en el mismo formato que el Kalimán, las dos más famosas eran el Aguila Solitaria y por supuesto el Lagrimas y Risas. Esa no la leía pero hasta la fecha recuerdo que la historia de Rarotonga hizo época. Me gustaba mucho también Batú, que venía en un formato de bolsillo pequeñito. Inolvidable también el Chanoc y las aventuras de la Bruja Hermelinda y el Brujo Aniceto; menos cerca de mi corazón pero tampoco me perdía estaban: la revista Duda llena de ovnis y fenómenos inexplicables, la Zorra y el Cuervo, la Pequeña Lulú, el Pato Donald, y el Condorito. Mención especial merece la Familia Burrón, favorita de mi mamá y que he leído toda la vida, desesperándome por el poco carácter de don Regino, riéndome de las locuras de Borola que por más que la vida le jugara chueco se pandeaba pero no se rompía. Increíble su aventura cuando hizo un helicóptero de madera con el motor de la licuadora que siempre la sacaba de apuros. Podría hacer un recuento de todos sus personajes pero eso será historia de otra ocasión.

Las fotonovelas también tenían mucho éxito, casi todas eran historias de amor con excepción de la fotonovela del Santo que se peleaba contra los malos en fotos a blanco y negro. De las revistas políticas recuerdo el Siempre y los primeros años del Proceso. También vendía revistas para mujer como el Cosmopolitan, Vanidades y Kena. Lo que nunca pude entender por qué se vendía tanto era el Alarma, revista de nota roja con un lenguaje muy peculiar y con más sangre que tinta.


La navidad era una época especial para mi familia y para la tienda. En aquellos tiempos eran épocas de mucho trabajo. La sala de la casa se llenaba completamente de cajas hasta el techo y había que desempacar, verificar que coincidieran los pedidos, checar apartados, ordenar todo en la tienda. Llegaban todo tipo de cosas pero a mí lo que más me emocionaba por supuesto eran los juguetes. La verdad es que en ese sentido fui privilegiado. Tenía un chorro de juguetes, sobre todo soldaditos de plástico, aunque esos no eran regalos de navidad, cada que podía le pedía una bolsa de a dólar a mi mamá, y llegué a tener dos ejércitos de regular tamaño que poníamos a combatir usando canicas como artillería.

La tienda en esos días era un hervidero de gente, durante todo el año la tienda la atendía mi mamá ayudada primero durante unos años por Lidia Verdugo y después Socorro La Güera Valencia. Pero en la temporada navideña siempre le ayudaban algunas muchachas, a veces hasta 6 porque era mucho lo que había que empacar. Recuerdo, aunque pudiera equivocarme a Cristina Zamora, Paty Davis, Lupita German, Lupita Sánchez. Disculpen las que me faltan, fue hace muchos años.

El mero 24 mi mamá siempre cerraba más tarde y llegaba muerta a la casa a cenar, ya saben, el tradicional pavo con un relleno que le quedaba riquísimo a mi abuela, llegaban amigos a saludar a la casa o nosotros salíamos un rato. Mi padrino Agustín Martínez y mi madrina China, Wulfrano Mendoza, Salvador Cruz, los Baiza, Pancho y Estela Ibarra, Rodolfo y Lety Ríos son algunos de los amigos que recuerdo que veíamos en esas fechas.

Para mi mamá creo que la tienda no fue nunca un negocio sino un pretexto para ver a sus amigas. Todas las mañanas salía rumbo a la tienda con su jarra de café para las visitas. El grupo de amigas no siempre sería el mismo pero si llegaban a la tienda a las 11 de la mañana seguro encontraban a dos o tres amigas tomándose un café y comentando las novedades del pueblo. Muy probablemente serían Tere Baiza, Toñita Flores, Estela Patiño o Lety Ríos, pero como les digo, a lo largo de tantos años fueron muchas amigas las que circularon por ahí. Ahora la tienda ya está cerrada y mi mamá vive en Ensenada, pero a sus amigas las sigue teniendo en el corazón y les habla cada que encuentra pretexto, aunque ya no tomen café juntas.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Los amorosos en Tijuana

Llegué a Tijuana unos meses antes del primer festival hispanoamericano de guitarra. En aquellos tiempos Ensenada ya era una ciudad con una vida cultural rica y de Tijuana no sabía muy bien qué esperar. El primer evento al que asistí fue a dicho festival; iba a tocar Pepe Romero así que me supuse que el Cecut iba a estar abarrotado. Nada más lejos de la realidad. La sala estaba prácticamente vacía, tal vez seríamos unas 10 personas, 15 exagerando. Pepe se había cortado un dedo y nos pidió disculpas porque iba a batallar para tocar pero no se rajó. Fue un concierto muy bonito, ahora sí que íntimo, como diría una doña pretensiosa; éramos tan poquitos que, como si estuviéramos en un bar hubo hasta complacencias y un par de bromas con el público. Salí confundido; era Pepe Romero, de los Romero ¿y fueron diez personas a verlo?, ¿en serio este es el público de este pueblo?

Tiempo después, no recuerdo cuánto, en el Cecut se iba a presentar Jaime Sabines a leer su poesía. El evento empezaba a las 5 de la tarde y yo a las 4:45 todavía estaba en la oficina. En esa época trabajaba en Otay, cerca de la garita y el Cecut no me quedaba cerca, pero no me preocupé, si para un evento de guitarrra no fue nadie, seguro que a una lectura de poesía menos van a ir. Supuse que el evento empezaría tarde y que habría lugar de sobra para sentarme.

Llegué al Cecut a las 5:15 aproximadamente y había una turba en la entrada. Las puertas estaban cerradas y ya no podía entrar nadie. ¿Qué pasó?, ¿acaso están regalando billetes de 20 dólares?. Tal vez estaríamos unas ciento cincuenta personas tratando de entrar a la sala principal del Cecut, muchos gritando y reclamando ¡Queremos cultura!. Estabamos incrédulos de lo que estaba sucediendo, ¿en serio no íbamos a poder entrar?. Y empezaron los empujones y los gritos aumentaron de tono.
Abran la puerta putos!, queremos cultura!
Y empezaron a empujar la puerta y como en concierto de rock hubo portazo. No les quedó de otra a los del Cecut que abrir la puerta.

Cuando entré a la sala Don Jaime ya estaba en el escenario, sentado en una mesita sencilla, con un vaso de agua y en sus manos un ejemplar del Nuevo recuento de poemas. Por supuesto que ya no había asientos libres, los intrusos nos sentamos en el pasillo tratando de ocupar el menor espacio posible para que cupiéramos todos. Un maestro idiota se quiso poner a explicarle a sus alumnos algo pero lo callamos de inmediato. Habrase visto la imprudencia.

Don Jaime leía y todos calladitos escuchando sus versos tan familiares, compañeros de amores y de tristezas. Impresionado de estar viendo una leyenda perdí la noción del tiempo. Cuando terminó de leer hubo la oportunidad de pedirle un autógrafo. Se hizo una fila larga, larga, larga. Yo no llevaba libro para que me autografiara pero aproveché que todo mundo se levantó para sentarme cerca del escenario y estuve un rato viéndolo firmar y pensando en lo mucho que me había sorprendido Tijuana esa tarde.

sábado, 29 de octubre de 2016

Hace cinco días

Hoy hace cinco días que nos dejaron un niño muerto en la entrada del edificio. Raquel encontró su cuerpecito desnudo de tintes azulados, no sé si por el frío o así sea la muerte, nunca me había tocado verla tan de cerca. Entró al departamento gritando como loca buscando una cobija para taparlo mientras marcaba a la policía, pero el teléfono se le resbalaba entre los dedos de la desesperación y los nervios. Bajé con ella y fui yo quien cubrió al niño con el cobertor más grueso que pudimos encontrar, como si esto le fuera a quitar el frío. Al verlo de cerca noté que su piel tenía cientos de cortadas muy finitas en patrones extraños pero no salía sangre de estas. Quise observar con más detalle pero la policía se acababa de estacionar enfrente y no quise causar alguna sospecha.

Llegó la ambulancia y se lo llevaron sin darnos mayor detalle; después un ministerial llegó a tomarnos la declaración. Se tomó su tiempo para sacar una dona de su bolsita, darle un trago al café, sentarse y con trabajo acomodar la libretita y la pluma, que se le resbalaba al hacer malabares con sus dedos regordetes por no querer soltar la dona. Realmente no teníamos gran cosa que decirle y él después de unos minutos prefirió regresar al calor de la estación de policía que resolver el asesinato de un niño de la calle.

Los primeros dos días después del suceso fueron difíciles para Raquel que no pudo dormir, ella tuvo una infancia muy difícil y esto le trajo recuerdos nada gratos. La noche del tercer día el teléfono empezó a timbrar como a eso de las 2 de la mañana; extraño, por lo regular le bajamos el sonido para que no nos despierte, esta noche se nos debe de haber olvidado. Decidí no contestar, estaba haciendo mucho frío a pesar de que apenas estábamos en Octubre, y no me dieron ganas de levantarme. Solamente timbró tres veces y ya no volvió a sonar, intenté volverme a dormir pero apenas habrían pasado unos cinco minutos cuando alguien tocó a la puerta desesperadamente. De un brinco me levanté, saqué la pistola del cajón y ante la mirada asustada de Raquel fui a ver qué sucedía.

-- Espérate, no abras Roberto
-- No voy a abrir, pero tengo que ir a ver qué es lo que pasa
-- Me da miedo
-- No va a pasar nada, llevo la pistola y no voy a abrir, si pasa algo le hablamos a la policía
-- Mejor les hablo de una vez, me da mala espina

En eso volvieron a tocar, está vez más fuerte y escuchamos una voz de mujer desesperada gritando
-- ¿Dónde está?, ¿dónde está?
Una vez más silencio

-- No me importa qué pienses, le voy a hablar a la policía
-- Sí, tienes razón, pero de todos modos voy a ir a ver 

-- Dicen que van a mandar una patrulla
-- Está bien pero no se ve nada
-- ¿Qué quieres decir?, ¿y la mujer?
-- No sé, acá afuera no se ve, voy a salir a buscarla
-- ¡Qué salir ni que nada, tú te quedas adentro hasta que llegue la policía!
-- Raquel, se oía bien desesperada
-- Esto no es una discusión, te estoy diciendo que no vas a salir y punto, esa puerta no se abre mientras no llegue la policía.

El teléfono volvió a timbrar y Raquel contestó

-- ¿Bueno?
-- ¡¿DÓNDE ESTÁ?!
-- ¡Ay Dios mío!  Gritó Raquel y soltó el teléfono, acto seguido arrancó el cable y se soltó llorando

-- Tengo mucho miedo  me dijo sollozando
-- No te preocupes, todo va a estar bien mentí porque yo también estaba muy asustado.

Para variar la patrulla no llegó y nos quedamos dormidos casi al amanecer. Nos fuimos a nuestros respectivos trabajos ya muy tarde y acordamos regresar juntos a casa al finalizar el día.

-- ¿No te da miedo entrar a la casa?
-- Sí, un poco pero me aguanto, para eso soy macho ¿no?
-- ¡Ja!, muy macho has de ser, no me hagas reír, pero bueno, tú vas por enfrente

Entramos a casa y todo se veía normal, cenamos y hasta pudimos ver una película tranquilamente. Todo parecía normal hasta que entré al baño y encontré que en el espejo estaba escrito ¿DÓNDE ESTÁ? con pintura negra. Me salí caminando de espaldas despacito, Raquel estaba preparando chocolate caliente y me gritó

-- ¿Qué pasó?, ¿todo bien?
-- Sí, no te preocupes
-- Bueno, vente a ver otra película, el chocolate ya va a estar
-- Ahorita voy, deja limpio algo que tiré en el baño
-- Te apuras
-- Sí amor, ya voy

Fui al cuarto de los cachivaches, tomé la lata de thinner y armándome de valor regresé al baño a borrar el mensaje. Afortunadamente la pintura no estaba muy pegada  y con un simple trapazo con poquito thinner se borró. No sabía si decirle o no a Raquel porque por fin tenía un rato de tranquilidad y no se lo quería echar a perder. Hacía poco que nos habíamos mudado a esta ciudad y no tenemos amigos con quienes nos pudiéramos ir a pasar la noche y nuestras maltrechas finanzas no daban para un hotel. Así que decidí mejor guardar silencio.

Esta es la quinta noche desde el suceso; la casa está tranquila y no hay llamadas ni mensajes por ningún lado, parece que por fin vamos a poder dormir. De nuevo hace mucho frío, Raquel me abraza y me dice al oído

-- Tengo mucho frío, ¿no puedes ir a hacer pipí por mí?
-- No, levántate no seas floja
-- Ash, no tengo ganas de levantarme
-- Ni modo, tejones porque no hay liebres

Y sin ganas y con frío se fue al baño; pero regresó casi inmediatamente

--Roberto, ven, ¡levántate!
-- ¿Qué pasó?
-- Que te levantes te digo, con una chingada hazme caso, hay un niño en la sala

Nos acercamos a la sala y ahí estaba el niño muerto viendo tranquilamente la televisión;  con su uniforme escolar desaliñado y tan solo faltaba su mochila tirada a un lado para que pareciera que acababa de llegar de la primaria.

-- ¿Qué estás viendo? le preguntó Raquel que siempre ha sido muy niñera
-- Bob esponja, me da mucha risa Patricio, respondió y volteo a vernos despreocupadamente como si nos conociera de toda la vida. Raquel se sentó a un lado como si fuera la cosa más normal, yo me quedé parado sin saber qué hacer. Después de unos minutos le preguntó
-- ¿No quieres que te prepare un chocolate caliente?
-- Sí muchas gracias, tengo mucho frío
-- Bueno, voy por un cobertor para que te calientes y luego te preparo tu chocolatito.

Cuando Raquel entró a la cocina la seguí y cerré la puerta para que el niño no nos oyera

-- Raquel ¿qué estás haciendo?
-- Un chocolate caliente, ¿quieres que ponga para ti también?
-- Raquel ese niño está muerto
-- ¿Te parece muerto a ti?, yo lo veo bastante vivo
-- ¿No lo viste tú también? es el niño que nos encontramos tirado afuera
-- Yo no sé nada, para mí es un niño con frío que está viendo Bob Esponja y solo eso, ya le llevé su cobijita, ahorita le llevo su chocolate y por favor no estés haciendo dramas.
-- Raquel ese niño está muerto
-- Ya madura Roberto, es un niño

Nos sentamos los tres a ver las caricaturas y de la nada el niño nos dijo

-- Ustedes me caen bien, ¿me puedo a quedar a vivir aquí?
-- No, le dijo Raquel, tienes que regresar con tus padres, tu mamá te anda buscando
-- ¡No por favor, no dejes que me encuentre, no dejes que me encuentre! 

Y se soltó llorando, Raquel lo abrazó cariñosamente tratando de calmarlo. Cuando por fin se tranquilizó un poco empezó a hablarle al oído; yo miraba la escena asombrado de ver cómo poco a poco le cambiaba el rostro a Raquel, sus facciones se endurecían y apretaba la quijada. En eso de nuevo tocaron a la puerta, los mismos golpes desesperados y los gritos

 -- ¡¿DÓNDE ESTÁ?!  ¡¿DÓNDE ESTÁ?!  ¡¿DÓNDE ESTÁ?!
 -- Hija de la chingada Dijo Raquel mientras se paraba de un brinco
-- ¡No dejes que me lleve! por favor, por favor,
-- Quédate aquí y no te muevas, y tú tampoco me dijo mientras me señalaba con el dedo de forma amenazante

Como un torbellino entró a la cocina, salió hecha una furia con el rodillo de las tortillas de harina en la mano, abrió la puerta de la casa y se encontró frente a frente con la mujer

-- ¡¿DÓNDE ESTÁ?!
-- Qué dónde está ni que la chingada  le dijo mientras la daba el primer golpe con el rodillo en la cabeza. Fue un impacto duro, directo y la mujer cayó de bruces. Como poseída le dió otros cuatro golpes fuertes, dos en la sien, uno en la nariz y otro en la boca; la mujer escupió algunos dientes y gimió despacito
-- A mi niño no lo vas a volver a ver, ¡¿me oíste perra?! Gritó Raquel y le dió una patada en la cara para enfatizar su punto.

Cerró la puerta, nos miró y nos dijo
-- Denme un minuto para reponerme del coraje
-- Está bien Asentimos los dos medio asustados.

Más tarde ya tranquilos todos Raquel le preguntó
-- ¿No te quieres ir a dormir? ya te preparé tu cama
-- Sí, gracias, ya tengo sueño
-- Vamos, te acompaño

Antes de irse al cuarto el niño me abrazó y me dijo
-- Gracias, eres muy bueno. Su cuerpecito estaba helado, de nuevo me asusté y no atiné a decir nada, él, notando mi nerviosismo solo sonrió y se despidió. Buenas noches

Raquel lo acompañó a su cuarto y se quedó un rato más platicando, yo solo alcanzaba a escuchar a veces las risas pero sin alcanzar a entender lo que decían. Cuando por fin salió del cuarto de visitas Raquel se miraba tranquila y contenta.

-- Tráete un slepping, vamos a dormir aquí en la sala
-- ¿Y eso?
-- Vamos a cuidarlo, y estando aquí me voy a sentir más tranquila

Por la mañana fui al cuarto a buscarlo, pero no estaba en su cama, tan solo estaban sus zapatos
-- Raquel el niño no está
-- Déjame dormir otro ratito
-- Pero te digo que el niño no está 
-- No te preocupes, Federico ya está bien
-- ¿Federico se llama?
-- Sí, dame cinco minutitos más ¿sí?

Y se dio la vuelta y se volvió a dormir. Más tarde mientras desayunábamos le dije
-- Dejó sus zapatos
-- Sí, son para ti, me dijo que son para que lo recuerdes, a mí me hizo un dibujito dijo divertida mientras se servía un vaso de jugo de naranja como si no hubiera pasado nada.



 

martes, 25 de octubre de 2016

Sombras

Los eventos que procedo a relatar sucedieron tal y como los cuento; unos pensarán que son fantasía, otros que les quiero tomar el pelo y algunos, no sé si muchos o pocos, caminarán con más cuidado en las noches frías de  Guerrero Negro.

El Beto Gutierrez es mi amigo desde los tiempos en que yo era estudiante y él prefecto de la prepa. En ese entonces lo visitaba con frecuencia y cuando me fui a estudiar a Ensenada en las vacaciones que regresaba a Guerrero su casa era visita obligada. Platicábamos mucho de política y de literatura, también un poco sobre ciencia y tecnología, a ambos, tal vez influenciados por Aldous Huxley nos preocupaba el futuro aunque estábamos lejos de prever lo mucho que iba a cambiar nuestro entorno.

Por lo regular llegaba de visita en la tarde y me quedaba hasta ya entrada la noche. Me regresaba caminando a mi casa sin ningún pendiente puesto que en aquella época en Guerrero Negro no pasaba nada. No estaba tan cerca como antes que vivía a una cuadra de mi casa; el Beto ya se había mudado cerca del Cet del Mar y nosotros habíamos dejado la casa de exportadora para irnos a vivir a un lado del Carnitas, pero de todos modos eran solamente unos quince minutos caminando, nada de qué preocuparse.
El Beto en la entrada sur de la prepa


Una de estas noches camino de regreso a mi casa, ya casi para llegar a la Marcelo Rubio me dieron ganas de orinar, iba por el baldío que está a un lado de la escuela y como vi una sombra de alguien que venía atrás de mí pensé en esperar a que me pasara para encontrar un rinconcito en lo oscuro y relajar el cuerpo.

Disminuí el paso para que me pasara porque ya me andaba, pero entonces la sombra también lo hizo. Entonces ya no me gustó y me detuve y me volteé a  ver quién era. Pero solo estaba la sombra detenida en la misma posición que la mía. Dí un par de pasos y la sombra los dio también, así que debía ser también sombra mía pero algo había raro en el ángulo en que se proyectaba. Me detuve y se detuvo. De pronto levanté un brazo y la agarré descuidada y tardó un poco en levantarlo también. Alguien debía de estarme jugando una broma pero miraba las casas alrededor y no miraba nada que pudiera producir esta sombra.

Como de plano ya no aguantaba me valió gorro la sombra y agarré un rinconcito para orinar, ahí de plano la sombra ya no se preocupó en copiarme, solamente estaba parada a un lado mio. Terminé mi asunto y empecé a caminar y la sombra de nuevo a seguirme. Iba yo muy valiente pero al llegar a la primaria la luz de los focos de la calle ya no llegaba e iba a entrar a un área oscura. Ahí fue donde me agarró el miedo. Me solté corriendo como loco y no me detuve hasta llegar a la carretera por detrás de la gasolinería del Humberto Ibarra. Un par de segundos después llegó la sombra que también venía corriendo. Afortunadamente en eso pasó mi compa Rogelio Beltrán y me dio raite a la casa y esa noche la sombra ya no me molestó. No estaba tan asustado, pero debo de reconocer que sentí alivio de no volverla a ver esa noche.

Regresé de mis vacaciones a Ensenada y una noche regreso de casa de mis compas los Micheles me la encontré de nuevo, esta vez no hizo ningún intento de imitarme, al contrario, levantó un brazo en seña de saludo. No lo pensé mucho y salí corriendo, llegué a la casa y prendí todas las luces esperando verla entrar por debajo de la puerta. No fue así. Menos mal.

Después de esta ocasión no la he vuelto a ver, no sé que era y no tengo ganas de averiguarlo.


*Dedicada con cariño para el Beto.


sábado, 8 de octubre de 2016

El Gigio

El Gigio me dio clases de música en la secundaria y sin lugar a dudas fue el maestro que me dejó una huella más profunda de aquellos tiempos en los que estábamos más ocupados en reírnos, vagar y hacer desmadres que otra cosa. Tal vez porque estaba chavo resultaba más o menos fácil verlo un poco menos intimidante que el resto de los maestros; sin embargo, a pesar de la confianza que nos teníamos el trato siempre fue el de maestro y alumno, algunas veces bromeábamos pero siempre manteniendo el debido respeto.

El Gigio de maestro en la secundaria (1982)
 En primer año nos enseñó a leer una partitura y por supuesto a tocar la flauta dulce, esa de la que tantas bromas acerca de su utilidad se hacen ahora. No sé cómo pero me volví un apasionado de tocar la flauta. A mi familia no le debe de haber hecho gracia porque la tocaba a todas horas y no les daba un momento de descanso. Y así, después de mucho ensayar entré a la estudiantina.

A la estudiantina íbamos a ensayar por las tardes, hombres y mujeres de los tres grados. Teníamos un tololoche, un acordeón, unas mandolinas, muchas guitarras y flautas y por supuesto el coro. El ambiente en los ensayos era muy bonito; bromeábamos pero practicábamos duro y con seriedad y supongo que esto se notaría a la hora de tocar. Con la estudiantina nos invitaban a tocar a cuanto evento había en el pueblo: el grito, 20 de noviembre en el estadio, día de las madres, visitas de alguna autoridad y seguido en la asamblea de los lunes. Una vez fuimos al Vizcaíno creo que a un concurso de interpretación del himno nacional, pero no me crean mucho, no me acuerdo tan bien.

Cuando iba en primer año hubo un concurso de grupos musicales de escuelas secundarias a nivel nacional. La primera fase consistía de ir a La Paz y el ganador ahí iría al Distrito Federal a una presentación. Allá para nuestra fortuna ya no sería concurso, como pudimos atestiguar después.

Ir a competir a La Paz se nos hacía complicado porque en esa época tenían fama de localistas y sinceramente no pensábamos en ganar, pero de todos modos ensayamos con mucho entusiasmo. Nuestro prestigio no lo íbamos a devaluar por culpa de los jueces. Para nuestra sorpresa ganamos, de hecho del viaje a La Paz lo único que recuerdo es el momento en que Eva Luz me abraza y me dice que éramos ganadores y entramos corriendo emocionados al teatro. ¡Vámonos al DF!

No sé qué tanto habrán tenido que hacer el Gigio y el resto del personal de la secundaria para costear el viaje, supongo que exportadora habrá puesto una buena lana, porque éramos muchos y nos fuimos en avión, pero por mucho que haya puesto exportadora, estoy seguro que debe de haber sido muy grande el esfuerzo y a más de 35 años del evento creo que se siguen mereciendo un aplauso.

En el DF primero llegamos a un hotel que mis recuerdos me dicen que era la casa del estudiante sudcaliforniano, aunque parecía más hotel que otra cosa. Estábamos bastante cómodos pero la comida era muy mala y nos hartó muy rápido. Se me ocurrió subirnos al techo para desde ahí buscar otro lugar dónde comer. Como a 3 o 4 cuadras se miraba un parquecito y le dije al Everardo que seguro a un lado del parque habría dónde comer y un grupito como de 6 o 7 chamacos nos dimos a la tarea de ir en una expedición al parque en busca de comida menos mala. Encontramos un burguer king y devoramos lo que nos sirvieron, en la mesa de al lado estaban sentadas unas chilanguitas también de secundaria fumando bien tranquilas y quitadas de la pena. Esto nos impresionó mucho porque para nosotros fumar tenía el aire de travesura y era algo que se tenía que hacer a escondidas.

El evento duró tres días y a nosotros nos tocó presentarnos el segundo día. Como la entrada era gratis fuimos a ver a las otras secundarias el primer día. Realmente había grupos muy buenos, del DF había más de una secundaria y me parece justo porque realmente traían muy buen nivel, algunos de plano casi casi eran orquestas, con violines, tubas, clarinetes y cuanta cosa se puedan imaginar. Les digo, ¡qué bueno que no era concurso!

Al día siguiente nos tocó nuestro turno, el Gigio estaba super nervioso, creo que el resto de nosotros no tanto, tocar en la sala principal de Bellas Artes en nuestra ignorancia no era tan impresionante. Después del concurso en La Paz a una de las canciones que tocamos le añadimos un corito para que sonara más alegre, pero justo antes de salir a escena el Gigio nos pidió que lo canceláramos, creo que se le hizo muy solemne el escenario y nosotros muy poquitos como para que hiciera diferencia.
Yo en el pasillo de Bellas Artes

Cuando salimos a escena nos presentaron como la secundaria que venía del rincón más alejado del país y creo que no estaba muy equivocado el presentador. Y ahí nos ven, a unos 20 chamaquitos de Guerrero Negro parados en el escenario de la sala Benito Juárez del palacio de Bellas Artes. Me gustaría poder nombrar a todos los que fuimos, pero la verdad es que estaba muy chavo y mi memoria me traiciona.

El Gigio agarró aire y con cara de ¡ayúdanos Dios mío! empezó a mover la batuta y nosotros a tocar. Todo salió bien, nadie se equivocó y nos aplaudieron mucho y el Gigio pudo relajarse. Hasta ahí todo bien, lo malo vino después que tuvimos que cambiarnos de hotel y fuimos a dar a un hotelito de mala muerte pero eso ya era lo de menos.

De regreso a Guerrero Negro nos invitaron a tocar en muchos lados, es más, ¡hasta en el canal 8 salimos! Por supuesto que el siguiente año estábamos todos emocionados de ir a competir, incluso empezamos a ensayar para esto pero algo sucedió que de un día para otro el Gigio nos dijo que no íbamos a ir ni siquiera a La Paz porque estaba muy complicado. Apenas los que vivieron la organización de estos viajes saben el tamaño del problema. Obvio que nos dolió pero no nos deprimimos, ni dejamos de tocar. Junto con el Porfi Duarte y Rogelio el Guto Beltrán formamos el trío Galaxia y tocábamos música latinoamericana cada que había oportunidad. El Gigio solo nos supervisaba y nos daba consejos de cuando en cuando pero ya éramos más bien independientes.

Ahora bien, el Gigio antes que maestro era músico, esa era su pasión y siempre anduvo correteando el éxito, a veces con grupos y a veces como solista. No sé cuántos discos grabaría, será cuestión de revisar los cassetes de mi amá porque en casa siempre compramos su material. Qué ganas de escuchar de nuevo la canción de Hey doc Lagarde. Sus temas eran los míos.

No puedo decir que después de la secundaria nos frecuentábamos, pero cuando nos veíamos nos daba mucho gusto y platicábamos un buen rato. Yo siempre le tuve gran aprecio y admiración y estoy seguro que él se sentía orgulloso de que hubiera sido su alumno.

Me dicen que antes de su fallecimiento había sido seleccionado para participar en La Voz México. No sé los detalles y me duele mucho que su gran oportunidad se le haya escapado de esta manera. Sin embargo nos dejó su ejemplo, su alegría, su amor por la música y nuestro pueblo y por eso querido amigo, te doy las gracias.




sábado, 24 de septiembre de 2016

El Carnitas


Hablar de un personaje como Francisco Artemio Baiza mejor conocido como El Carnitas, no es cosa fácil y tal vez como en muchas otras ocasiones lo mejor será empezar por el principio. El Carnitas llegó a Guerrero Negro junto con el Toto, no sé si Pancho trajo al Toto o al revés, creo que la respuesta depende de a quién le pregunten. El caso es que es uno de los comerciantes fundadores de Guerrero Negro.

Los Baiza siempre han sido muy cercanos a mi familia, Sofía fue mi compañera durante toda la escuela, Rubén (el Panchito) y yo compartimos casa durante varios años en la universidad, mi mamá y Tere son comadres y por supuesto Pancho, el Carnitas siempre ha tenido un lugar especial en nuestra casa. Además la tienda del Carnitas está a un lado de la de mi mamá, así que fui su cliente desde siempre.
Sofía, Rubén, Lety y Carla
El Carnitas y su tienda son personajes inseparables en mi memoria, esa tienda mágica donde no solo había dulces y futbolitos sino cuanta cháchara se puedan ustedes imaginar. Era punto de reunión de mi tío Alfonso, Memito González y muchos otros personajes del pueblo.

Los primeros recuerdos que tengo del Carnitas y su tienda  son de las famosas cartitas de luchadores. ¡Dios, cómo me gustaban esas cosas! Primero comprabas el álbum donde venían espacios para todos los luchadores.
Si lo llenabas lo podías cambiar por alguno de los premios que Pancho tenía pegados en la pared atrás de la caja. Ya visto a la distancia no entiendo por qué alguien cambiaría su álbum todo chingozote por un premio que hasta donde mi memoria alcanza estaban medio chafones; pero en fin, así eran las cosas. Las cartitas de los luchadores venían en unas hojas grandes como de estampillas y te las vendía volteadas cara abajo, así no podías saber qué luchadores te iban a tocar en los 5 pesos de cartitas que comprabas. Por supuesto que te salían muchas repetidas y pues a cambiarlas por las que te faltaran. No recuerdo cuales eran las más difíciles de conseguir, supongo que serían Santo y Blue Demon, la más común por mucho era la del Matemático, de ese canijo cada que compraba de seguro me salía al menos una.



De los futbolitos como tantos otros chamacos también fui un adicto. Se llenaba la tienda de morros haciendo reta: de apuesta, de él que pierda paga, sin parar la pelota, uno contra uno, dos contra dos. Aprendí a jugar más o menos bien y hasta la fecha es raro que pierda un juego contra alguien que no sea de Guerrero Negro. Cuando estábamos en la universidad y compartíamos casa en Ensenada el Rubén y yo nos íbamos a un bar que tenían un futbolito a jugar de apuesta de cerveza. Pagábamos la primera cerveza cuando llegábamos y las siguientes siempre eran cortesía de los incautos que aceptaban jugar contra nosotros.

Pero regresemos a Guerrero Negro. La partida de futbolitos costaba un peso y te salían 5 pelotas, por supuesto que chamacos a fin de cuentas, tratáramos de hacer trampa para jugar más sin pagar. Había tres métodos: El primero era meter la mano rápido por la portería cuando alguien metía gol. El segundo era meter un fleje de metal por encima de la palanca para levantar el seguro y poder presionar sin echarle dinero y el último y más difícil era meter la mano por donde salían las pelotas y levantar el seguro. Yo nunca pude pero un amigo que no voy a nombrar porque ahora es maestro y para que no diga que lo quemo con sus alumnos, era buenísimo para esto, en menos de dos segundos se agachaba metía la mano y pum!, mágicamente salían las pelotas. Existe la leyenda urbana de que podías echarle una moneda amarrada con un hilo pero nunca vi que alguien lo hiciera.

Por supuesto que esto no le hacía gracia a Pancho, que se daba sus vueltas para regañarnos y hacer un poco de coraje. Quihubo quihubo cabrón!, decía cuando descubría a alguien haciendo trampa. Lo cual era cosa de todos los días. Me gusta pensar que se divertía un poco de batallarnos, así me siento menos culpable de los corajes que le hacíamos pasar.

Pancho era muy peludo y le encantaba andar sin camisa. Además no le hacía mucho el frío; cuando estábamos en la secundaria y tomábamos el camión muy temprano en la esquina de la capitanía de puerto seguido veíamos a Pancho acostado encima del cofre de su carro sin camisa esperando que salieran Sofía y Lety para llevarlas a la secundaria y nosotros muertos de frío nomás de verlo. Era tan peludo que una vez se rasuró una cruz en el pecho, y si le preguntabas el por qué te contestaba medio en serio medio en broma Yo no fui, fue un milagro.

Pancho, Sofía y Carla
 Ya en la prepa iba con Pancho por sodas y a platicar un rato, y en las fiestas de navidad y año nuevo siempre iba a la casa a pasar un rato con nosotros. La última vez que lo vi fue en la boda de Sofía y mi negro. Ya está muy grande y no me reconoció. No te preocupes Pancho, yo no te olvido. Un abrazo.

Con cariño para toda la familia Baiza.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Seminario de tecnología de la enseñanza de los santos de los últimos días

En séptimo semestre de la carrera alguien tuvo la mala idea de poner en el plan de estudios una materia llamada Seminario de la tecnología de la enseñanza. Supongo que la lógica de esto debe de haber ido en el tenor de para que de perdida medio sepan dar clases y no se mueran de hambre. Gracias, pero no gracias. El caso es que visto a lo lejos esa materia era una muy mala forma de perder el tiempo, y visto de cerca en aquellos ayeres peor. En séptimo semestre ya medio sabes matemáticas y física y se empieza a poner interesante el asunto; la diferencia entre un objetivo específico y uno particular como que quedaba muy lejos de nuestros intereses.

La maestra llegó a la primera clase bien motivada, poseída de un fervor pedagógico envidiable, hagan de cuenta Juana de Arco dando clases. Nos trató de convencer de las bondades de su curso y con sonrisa de crisiana evangélica hacía castillos en el aire de todas las cosas que íbamos a hacer.

Pero no, no estábamos interesados en comprar el snake oil que vendía y en cuanto nos dio oportunidad de hablar se lo hice saber

Maestra, voy a hablar por mi, pero creo que lo que voy a decir es el sentimiento general de todos. Su materia es una materia de relleno y la mera verdad no nos interesa. Por qué no nos pone 9 a todos y usted cobra su cheque y ya, contentos todos como si no hubiera pasado nada.

¡No mamen!, les juro que le empezó a dar vueltas la cabeza como a la niña del exorcista y parecía que el mismo Belial la hubiera poseído de encabronada que se puso. No recuerdo qué nos dijo, seguro porque ha de haber estado hablando en lenguas. En un momento de respiro que tuvo, Catalina, que era muy bien portada e iba encarrerada por el premio al mérito académico se para y le dice Pues yo no sé maestra, pero yo llevo promedio de 9.6 y no quiero que me lo vayan a bajar por su tarugada. Acto seguido tomó sus libros y se salió del salón ante la mirada atónita de la maestra que no entendía qué estaba sucediendo.

Por supuesto que ese mismo día le fuimos a hacer una grilla para tratar de que nos quitaran esa materia. Con lo que no contábamos es que la maestra era alta ejecutiva de la universidad, así que cuando llegamos con Gloria, a pesar de que nos quería mucho, en cuanto nos empezó a oír dijo
Yo no me voy a pelear con Edna por esto, llevan la materia y sanseacabó, es más, ya no los estoy oyendo, órale cúchale, cúchale. Y sin mayor trámite nos sacó de su cubículo y nos quedó muy claro que el seminario había llegado para quedarse y que tendríamos que resolver esto de otra manera.

En la segunda clase nos dejó de tarea leer un artículo y que le hiciéramos un resumen, y pues sí, se lo hicimos muy al bravazo y eso nos ganó un sermón y un comentario para picarnos el orgullo
Es que los de ciencias naturales no saben leer.
Y nos volvió a dejar de tarea otro artículo para leer y resumir. Dicen que Dios no le da alas a los alacranes, pero a veces sí. Resulta que este otro artículo venía plagado de faltas de ortografía. Y tomé un marcador fosforescente amarillo y subrayé todas las que pude encontrar. La siguiente clase no entregué mi resumen, le dejé su artículo subrayado encima del escritorio con una leyenda que decía
Los de ciencias no sabemos leer, pero los de humanidades no saben escribir. 
Y procedí alegremente a pintearmela.

Y así empezaron a pasar las clases, cada vez más aburridas e irrelevantes hasta que un día llegamos a la conclusión que lo que deberíamos de hacer es un calendario de asistencia. Y justamente eso hicimos. Cada quien tenía asignadas las fechas a las que tenía que entrar a la clase, entregar las tareas de todos, tomar notas y luego repartirlas al resto de los compañeros. Así, entrando a clases cada dos semanas era más llevadera la materia.

Una tarde que me tocaba entrar a clase llegué al salón y la maestra todavía no estaba ahí. Era un día precioso, estaba soleado y un poco calientito. El salón quedaba en un segundo piso y tenía vista al mar, que quedaría a unos escasos 80 metros de distancia. Y a pesar de ser cerca de la una de la tarde las olas estaban rompiendo bien bonito. Y es que esto es raro, por lo regular uno encuentra olas para surfear o muy temprano o por la tarde antes de anochecer. Y yo traía la tabla en el carro. Y el wet suit. Y además por si esto fuera poco, traía dinero para un seiscito. ¿Qué oportunidad tenía la clase de que me quedara?, siendo honestos, ninguna.

Y tomé mis libros y me fui; me encontré a la maestra en los escalones y me preguntó ya resignada al calendario
¿Qué pasó Paredes?, ¿hoy te toca no?
Sí maestra, pero hay olas
¿y qué tiene que haya olas?, en el mar siempre hay olas
Pero no a estas horas maestra, le dejé las tareas en el escritorio, ¡luego la veo!

La siguiente vez que me tocó clase se sentó muy seria y me miró fijamente queriéndome atravesar con la mirada. Pasó un minuto de silencio, luego otro y luego... saqué mi cuaderno y me puse a hacer mi tarea de electrodinámica mientras ella hacía sus panchos. Finalmente habló

No te entiendo Paredes, de veras que no te entiendo
¿Qué cosa no entiende maestra?
¿A qué vienes a la escuela?
Está fácil, a aprender física y matemáticas, si vamos a hablar de eso soy todo oídos maestra, si no, pues... ¿qué quiere que le diga?.

Silencio nuevamente. Terminé un problema de campos magnéticos, y la maestra entre resignada y encabronada empezó con la clase.

El trabajo final del semestre fue muy divertido, se trataba de preparar una clase, con toda la planeación que nos había enseñado y luego darla frente al grupo. Mis compañeros sí le invirtieron tiempo y prepararon clases de temas de su interés: mecánica de fluidos, física de altas energías y cosas así, avanzadas pues. Yo no; Matemáticas I, funciones trigonométricas y vámonos recio, para que dar tantos brincos estando el suelo tan parejo.

Como los temas eran avanzados las clases de mis compañeros no fueron tan fluidas y se atoraron un poco en las preguntas, pero estuvieron interesantes. A mi me tocó el último turno

Bueno, el tema de mi clase es funciones trigonométricas, es un tema de matemáticas I para una escuela de ingeniería o biología. El material que voy a presentar mis compañeros lo conocen a la perfección maestra, entonces no les puedo preguntar nada a ellos, así que por favor ponga mucha atención porque le voy a preguntar a usted.

De veras que esto no lo había planeado así como venganza, simplemente escogí el tema más sencillo que se me ocurrió para pasar la materia bajo el principio de mínimo esfuerzo, si la naturaleza se comporta así, ¿quién soy yo para contradecirla? Ya que estaba ahí pensé que era buena idea hacerla sentir un poco de rigor.

Y empecé a dar la clase y la maestra agarrada con las dos manos a la orilla del pupitre poniendo toda la atención de la que era capaz.

Maestra, de acuerdo a esta gráfica, ¿qué diferencia hay entre el seno y el coseno?
¿Que uno está más a la derecha que el otro?
Que tienen una diferencia de fase de pi/2 maestra, ¡ponga atención por favor!.
 
 Cuando por fin terminó su suplicio me felicitó y me dijo

Muy buena clase, tienes un talento natural para dar clases, deberías ser maestro
Noooo maestra, no gracias, ¿para que me toque un chamaco latoso?, mejor no 
Pues te salió muy bien, te hubiera salido mejor si la hubieras preparado con tiempo
¡Pero si la preparé!
¡Qué la preparaste ni que nada, si de aquí te vi que estabas todo apurado escribiendo en el jacuzzi antes de entrar a la clase!.

El siguiente año no regresó la maestra a dar la clase, sino hasta otro año después. Para ese entonces ya se habían dado cuenta de la bronca y la materia la movieron a primer semestre donde hacía (¿hace?, espero que ya no) menos daño. Y cuando llevaba un poco más de un mes dando la clase a sus pubertos alumnos la maestra decidió sincerarse. No quiero hacer esta historia más larga de lo que ya es, simplemente les contaré que se le salieron las lágrimas de la emoción de lo bien portados que eran sus nuevos alumnos y les contó lo horrible que había sido darnos clases a nosotros. ¿Ve maestra?, yo le dije, nos hubiera puesto nueve a todos y nos dejábamos de mamadas.

Con el paso del tiempo uno se vuelve más paciente y aprende a apreciar las cosas en su justa dimensión. Y creo sinceramente que de todas las materias de la universidad aprendí cosas útiles.

Menos de este seminario. Este, por más vueltas que le doy, no le encuentro nada.

Nada.


 

martes, 13 de septiembre de 2016

Carrillo y Juaritos

Miguel y Francisco son mis amigos. Es bueno tener amigos mayores, se les puede aprender mucho, sobre todo cuando son maestros universitarios; aunque a este par le aprendí principalmente malandrinadas. Esta historia la podría empezar por poner en duda que realmente sean maestros, pero esto es sumamente peligroso y podría salirme el tiro por la culata, porque ellos podrían alegar que sí daban clases y yo era el que no asistía. Así que vamos a llevárnosla tranquilos.
Miguel Carrillo y Francisco Juárez

Primero me dio clases Francisco, de hecho mi primera clase de la universidad me la dio él. Era un grupo numeroso porque la materia la compartíamos con los de computación, total que traíamos un desmadre cuando entró Juaritos, borró el pizarrón y dijo con autoridad A ver siéntense vamos a empezar. Por supuesto que nadie le hizo caso y como insistía, un compañero le gritó Ya siéntate simple, ahorita llega el maestro. Y es que Francisco es bien chaparrito y tragaaños como él solo. En esa ocasión no era maestro titular sino asistente y la clase era Geometría Analítica. La responsabilidad del asistente era calificar tareas y exámenes y una vez a la semana dar una clase de resolución de ejercicios; no recuerdo que haya sido particularmente cabrón, el que sí era bien culero y medio pervertido era el titular de la materia. Lo taggearía pero luego se agüitan mis compas del instituto de nanociencias de la UNAM.

Miguel me dio Química, creo que en tercer semestre; nos la pasamos mucho tiempo en el laboratorio pero el muy cabroncete nunca me quiso enseñar a hacer explosivos, lo cual mató mi pasión por la materia. ¿De qué sirven las clases de química si no vas a hacer explosivos? duh! Sin embargo hay algunas anécdotas de esa clase que vale la pena recordar.

A veces compartíamos el laboratorio con unos morros de biología de primero o segundo semestre, había una pareja de chilanguitos que estaban medio weyes y el Miguel se aventó un troll épico

¡Muchachos, tengan cuidado con eso!, ¿no saben lo que es?
¿Qué es profe?
Es cloruro de sodio y lo tienen que manejar con mucho cuidado. El cloro es un gas muy tóxico y el sodio explota al contacto con el agua. Ahora imagínense si los juntan lo peligroso de la mezcla. No muchachos, tienen que tener mucho cuidado con eso.
Y ahí los ven a los chilanguitos medio asustados agarrando el bote de sal con pinzas y con extremo cuidado mientras el Carrillo disfrutaba su travesura como niño. Ahora bien, déjenme decirles que me parece que esta fue una excelente lección de química, así que algo aprendí en la clase.

Los viernes había cineclub en la facultad y se empalmaba con el laboratorio, si la película estaba buena le decía al Miguel

Miguel pon a hacer algo a estos cabrones y vente a las movies, va a estar bueno hoy.
Nooo, ¿cómo crees? 
Órale!, ¿qué va a pasar?, son buenos estudiantes y no te van a madrear nada
Pinche Poncho no la chingues
Ya, no te la juegues y vámonos, ya va a empezar
Está bueno pues. Ahorita regreso muchachos ya tienen el material de la práctica, les encargo su reporte y que no dejen desmadre. Esto lo decía con un gesto severo para que se viera quién era el maestro y que se tomaba las cosas con la seriedad requerida.
  
Una vez me quedé dormido en clases y cuando me desperté se estaba terminando la clase y el pizarrón estaba lleno de ecuaciones

¿Qué es eso Miguel?
Es la tarea
Órale,  ¿cuántas planas?
Diez me respondió muy serio.

Y para que no dijera que no le hacía caso le hice sus diez planas de ecuaciones. Por supuesto que cuando se las entregué me regañó por andar de mamón, pero yo hice la tarea que me dejó xD.



Francisco hasta donde recuerdo no volvió a darme clases, al menos ninguna a la que asistiera. Sin embargo es uno de los maestros que más contribuyó a que terminara la carrera. Los que lo conocemos bien sabemos de su naturaleza bipolar, por un lado tiene una manera ácida de motivar que raya en el bullying pero por otro se preocupa por ti a nivel personal más como un amigo que como maestro, sospecho que por esto 25 años después lo siguen invitando a las reuniones sus ex alumnos. Así, como me vio que andaba valiendo queso me ofreció un lugar en su cubículo, con escritorio para mi solito y toda la cosa. Y ahí entre la montaña de libros que era su cubo me pasaba las horas estudiando. No siempre lo que debería pero al menos le bajé un poco a la vagancia y Francisco me traía cortito con las tareas y todo eso.
Pura gente fina y Francisco
Me dicen que Francisco todavía da clases, me imagino que estará más ideático que nunca y los libros le pesarán más que antaño.

Miguel ya está viejito y se jubiló, por ahí anda dando lata en un club de historia donde supongo se andará albureando a sus compañeros y poniendo su cara de gente seria a ratos.

Dicen que eran maestros. Dicen; así se forman las leyendas.

martes, 6 de septiembre de 2016

El cine Kugue

El cine Kugue

Yo aprendí a querer las películas de Kung Fu en el cine Kuge. Los sábados salíamos del catecismo y nos íbamos derechito al cine a ver las películas de Kung Fu. Por supuesto que todos adorábamos a Bruce Lee y nos emocionamos cuando proclamaron a Jackie Chan como sucesor legítimo del dragón. Pero no sólo eran estas, sino también todas las películas tradicionales de Kung Fu, con todas sus exageraciones: héroes que de un brinco llegaban al techo de una casa de tres pisos, o caían en la punta de un cerro, heroínas peleando con un trapo contra dos tipos con sables, golpes mágicos y misteriosos que te paralizaban, los japoneses malos, muy malos, gorditos con un mazo, maestros viejitos con agilidad increíble y todo tipo de armas. Pero lo mejor eran las películas del espadachín manco; imagínense un tipo con un solo brazo que pelea usando tres espadas contra 60 enemigos en un puente y los mata a todos. Como además de cine era teatro, abajo de la pantalla tenía una tarima y en el intermedio todos excitados por la película nos subíamos a echar karatazos. Así eran las funciones de matiné todos los sábados en el cine Kugue.
Beto Meza López operando el proyector


Por supuesto que no todo era Kung fu, también recuerdo las películas de aventuras, la emoción de ver a Kaliman en la pantalla y por supuesto ¡las películas de luchadores!. Al salir también era tradición ir por una nieve con Doña Lidia y El Bicho, y si traíamos dinero extra, una malteada. Doña Lidia y el Bicho siempre fueron muy amables conmigo, les encantaba bromear y él no sé de dónde sacó la broma de que comía Rosco y siempre se reía conmigo de que 'según' estaba bien bueno y que me invitaba a comer cuando quisiera.

No sé cuándo se fundó el cine Kugue, pero dice mi amá que en el 72 ya estaba operando, igual cerró no sé que año pero por allá de 1980 cuando iba a la secundaria ya estaba cerrado, y a veces durante esa época íbamos a un cine que estaba en la Loma y que le decíamos el cuatro vientos, porque tenía hoyos por todos lados, incluso uno muy grande en el techo que permitía que se vieran las estrellas. También a veces íbamos al cine de los húngaros, recuerdo que ponían una lona y las funciones eran al aire libre.

Pero no nos desviemos del tema y regresemos al cine Kugue.
Beto afuera del cine
Los fundadores fueron Alfonso y Berta Kugue, quienes además del cine también vendían gasolina. Sus papás, Jesús y Francisca eran dueños de El Nuevo Japón, pero esa es una historia que alguien más anterior que yo tendrá que contar. Me han dicho que Chuy Flores era el encargado de la proyección y que pasaban muy buenas películas de estreno: el Padrino, Tiburón, Superman, vaya, hasta la Naranja Mecánica se vio ahí.

Cuando ya iba a la prepa el cine reabrió sus puertas por un corto tiempo, recuerdo haber ido un par de veces aunque mi memoria puede traicionarme; lo que sí recuerdo perfectamente es que se presentó una obra de teatro que causó gran revuelo en el pueblo porque Margarita Gralia mostraba los pechos desnudos.

Hoy el cine solo es un galerón abandonado, esperando tiempos mejores que espero no tarden mucho en llegar

* Un especial agradecimiento a Beto Meza por permitirme usar sus fotos






sábado, 3 de septiembre de 2016

Rey en un país de homofóbicos


Rey en un país de homofóbicos, así de cabrón estaba. Reza un tuit de @ciervovulnerado que bien podría servir de su epitafio. Certero, directo y que refleja la grandeza de Juan Gabriel.



Estamos dolidos, cierto no todos los mexicanos pero sí la mayoría. Sobre todo los mayores de cuarenta, que su música ha sido un compañero de vida. La muerte de Juan Gabriel nos tomó desprevenidos y hoy nos tiene unidos en su luto, escarbando recuerdos de fiestas, borracheras, amores y decepciones, en las que su música nos dio voz.

La música de Juan Gabriel para muchos es algo personal, íntimo, ligada a momentos importantes, piensen en canciones como: La farsante, Inocente pobre amiga, Amor eterno, Se me olvidó otra vez, Yo no nací para amar; canciones con alma, que nos ayudaron a llorar o a sostenernos de pie. Por eso ahora que corrieron al pendejo de Tvunam, en vez de pensar en la censura o lo que ustedes gusten y manden, lo que se me vino a la mente fue un sencillo A chingar a su madre a otra parte!



 En estos días he visto testimonios de todo tipo de gente; condolencias de personalidades de todo el mundo sin embargo la que me llegó más fue un imitador que muy triste decía Es que nos ha dado de comer a tantos y es que así fue la historia de Juan Gabriel, llena de generosidad y de agradecimiento. Decía mi mamá cuando un artista ya no tiene éxito, rápido saca un disco de homenaje a Juan Gabriel y de ahí sale para el chivo. Se puede hacer una larga lista de los artistas que le deben su carrera a los éxitos que les compuso y los mariachis y bandas de todo el país todos los fines de semana tocan sus canciones.

La primera de sus canciones de la que tengo memoria es Buenos días señor sol, por supuesto que traigo tatuada en la memoria el noa noa, la frontera, siempre en mi mente y un largo etcétera; debo de haber cantado cientos de veces Querida cuando estaba en la prepa y sin embargo nunca me consideré fan hasta que descubrí que Se me olvido otra vez era de JuanGa y no de José Alfredo. Eso fue una revelación y desde entonces me considero fan irredimible.

Juan Gabriel en Bellas Artes fue todo un suceso en mi casa; mi mamá y mi tía estaban encantadas, yo en ese momento no entendía muy bien la importancia de la toma del palacio por el pueblo, pero disfruté con ellas del concierto y ahora disfruto más el saber que sucedió.

Por allá del 2006 Gabriel, nuestro socio, nos regaló al Humberto y a mi cuatro boletos de primera fila en el palenque de Tijuana para verlo y llevamos a su mamá y a mi tía. Una noche increíble, estábamos a escasos 3 metros y mi tía como adolescente le gritaba Amor!, Te amo! Juan Gabriel sonreía y el Humberto y yo destapábamos otro bote satisfechos de poderles dar esa alegría. En el escenario Juan Gabriel era un monstruo, cantaba una tras otra, haciendo al público su cómplice, al mariachi bailar y al escenario suyo. Era el puto amo.

Por supuesto que me eché unos tequilas la noche que falleció, ¿qué otra cosa podía hacer?





lunes, 18 de julio de 2016

El Chuy Mercado

A Jesús Mercado Manzo, mejor conocido como el Chuy Mercado, lo tengo en alta estima. A él también lo conozco de toda la vida, fue mi compañero en la primaria durante algunos meses, creo que durante segundo año pero pudiera estar equivocado.

Los primeros recuerdos que tengo del Chuy eran protegiéndome, de que no me fuera a pelear, o si andaba en alguna de mis típicas travesuras que no me fuera a dar un fregadazo. Por alguna razón la seguridad le era muy importante, supongo que su buena cantidad de infortunios ya le deben de haber tocado vivir a esa corta edad.
El Chuy y el Vicky

Durante los años de la primaria me lo encontraba muy seguido con el Carnitas jugando futbolitos, dándole vueltas como reguilete a las varillas y que el azar hiciera lo que le diera la gana.

Cuando yo iba en la secundaria al Chuy le empezó a dar por aventarse sus discursos de diputado ahí en los futbolitos. Si alguna vez les has tocado escuchar alguno, seguro coincidirán que son muy divertidos, como si Don Perpetuo del Rosal de pronto cobrara vida y empezara con uno de sus tradicionales discursos revolucionarios. Si nunca han escuchado un discurso del Chuy, ¿qué les puedo decir?, lo lamento.

Una vez estábamos en una fiesta de coronación en el club de Leones el Juan Pablo, Ricardo Díaz, el Gordo Velarde y yo. Quién sabe cómo fuimos a dar ahí porque seguro que no fuimos invitados. El caso es que ahí nos encontramos al Rulo Lyle, que era nuestro director en la prepa y nos pusimos a platicar; luego llegó el Chuy y se unió a la plática. En esa época además de ser director de la prepa el Rulo era gerente creo que de dos departamentos en exportadora de sal, otro gerente que también estaba en la fiesta y cuyo nombre voy a omitir por prudencia, se sintió incómodo que el Rulo estuviera platicando con el Chuy y llegó a decirle que no era propio para un gerente de exportadora estar hablando con el Chuy. El Raúl que estaba muy joven pero siempre ha sido un cabroncete le dijo que sí a todo,  pero en cuanto el otro gerente se regresó a su mesa le dijo al Chuy
-- Oye Chuy, por qué no lanzas tu candidatura a diputado con un buen discurso, ve allá con ... y ahí mero te lo avientas, él te apoya

Y ahí va el Chuy muy obediente a anunciar su candidatura agradeciendo el apoyo especial de este gerente, que en cuanto el Chuy terminó su discurso, se retiró de la fiesta bastante encabronado y  nosotros muertos de la risa.

En otra ocasión me encontré al Chuy muy asustado afuera del salón de actos, ya era noche, tal vez dos o tres de la mañana, me dijo que alguien lo había amenazado con golpearlo camino a su casa; no traía carro así que lo acompañé a pie a la loma donde estaba viviendo en esa época. Nos fuimos platicando muy a gusto y cuando pasamos el canal ya se miraba más tranquilo. El Chuy es un espíritu servicial, amable, bondadoso, no sé quién pudiera ser tan cruel para amenazarlo o hacerle daño.

La vida  no es fácil para alguien como el Chuy, cuya relación con la realidad es un poco diferente a la del común de la gente, pero afortunadamente mucha gente lo ha ayudado. De aquellos años recuerdo a la Pilili. A todas estas personas de buen corazón solamente quiero decirles; ¡Gracias!

sábado, 9 de julio de 2016

Un reptiliano, un robot y Zheng

Un reptiliano, un robot y Zheng entraron esa tarde a un bar nazi; ya tenían algunos años de ser amigos y se reunían con cierta frecuencia; usualmente iban a algún bar de mala muerte, no a pelear, sino a sentir la adrenalina de estar en un lugar peligroso y el Thule era uno de sus lugares favoritos. Tal vez a la distancia les parezca rara esta amistad y deberíamos de detenernos un momento a explicar cómo empezó.

Después del Brexit y de que Trump y López Obrador ganaran sus respectivas elecciones todo empezó a irse a la mierda y pocos años después la tierra era un planeta completamente diferente. Los movimientos ultranacionalistas se volvieron populares por todo el mundo, las fronteras empezaron a cerrarse, los países a desintegrarse en regiones y todo esto trajo mucha escasez, pobreza y un fuerte incremento en el racismo. Tuvimos tal vez unos 20 años de oscuridad y desconfianza. Las antiguas estructuras de control desaparecieron y los reptilianos se dieron cuenta que ya no obtenían ventaja alguna  en ocultar su identidad y poco a poco empezaron a dejarse ver públicamente hasta que se convirtieron en ciudadanos comunes y corrientes. Uno de ellos era Paolo, el reptiliano de nuestra historia. Él no era un reptiliano pura sangre, su abuela era humana, así que un poco por genética y otro poco por su carácter afable, Paolo se encontraba muy cómodo en compañía de cualquiera: humano, reptiliano o robot.

No ayudó tampoco el advenimiento de la quinta ola de inteligencia artificial y que los robots empezaran a tomar los empleos que antes tenían los humanos. Esto fue particularmente deprimente para los que confiaron en la palabra de los populistas que prometían que cerrando las fronteras los empleos iban a regresar. Esto nunca sucedió pues los robots empezaron a llenar los empleos disponibles; incluso en algunos casos los robots empezaron a ser jefes de los humanos y curiosamente esto funcionaba bastante bien para algunas personas, aunque no para la mayoría. Los robots tomaron conciencia en octubre del 2031 y se empezaron a mezclarse cada vez más con los humanos, y poco a poco ganaron su independencia. NMI3 fue de los primeros en abandonar su trabajo de 24 horas, se presentaba todos los días a trabajar puntualmente a las 7 am, pero a las 5 de la tarde se regresaba a su departamento a fumar mota. Obvio que no le hacía ningún efecto, pero le gustaba sentirse rebelde aunque la mota se hubiera legalizado hacía mucho tiempo, tal vez habría algo de nostalgia en sus circuitos.

 Como las cosas no funcionaban bien, las fronteras nuevamente empezaron a abrirse, pero de una manera mucho menos formal que en tiempos antiguos; nada de largos tratados con miles de reglas: yo te vendo, tú me compras, pagamos el mismo impuesto en ambos lados de la frontera y listo. Todo esto sucedía en un clima de calma tensa pues los sentimientos nacionalistas todavía eran muy fuertes, sobre todo entre los neonazis de Alemania, Austria, el sur de Estados Unidos y Guadalajara. Así los que pertenecían a minorías empezaron a salir en grupos para protegerse y sentirse un poco más seguros.

Paolo, NMI3 y Zheng eran uno de estos grupos, pero es importante resaltar que no era un grupo común. Como les dije con anterioridad ellos tenían cierta adicción por la adrenalina, algo sumamente peligroso en esos días. De todos los lugares que frecuentaban, Thule, el bar nazi de Otto era para ellos el lugar más riesgoso, pues Otto sentía por Zheng un gran odio. El origen de este odio no es del todo claro, hay quien dice que es por una mujer de la que ambos fueron amantes, otros hablan de problemas de dinero, yo creo que simplemente era racismo.

Esa tarde que entraron al bar, Otto había estado bebiendo y estaba de mal humor, esto era un poco anticlimático pues hacía un día hermoso y todo mundo parecía estar feliz de estar vivo, aunque el Thule tenía su propio universo de odio constante. Se sentaron en una mesa en un rincón desde donde podían observar todo el bar; del otro lado se miraba a una pareja discutir de manera airada, hasta que en un arranque de rabia la mujer tomó un cenicero y se lo estrelló en la cabeza a su pareja gritando ¡muérete hijo de puta! , Otto como relámpago salió de atrás de la barra con un bat en la mano. ¡Bam! sonó el primer madrazo en la cabeza de la mujer que empezó a convulsionarse. ¡Bam!, un segundo golpe hizo que dejara de moverse. Tranquilamente Otto tomó a la mujer de un tobillo y la arrastró afuera del bar, después regresó y con un poco más de cuidado hizo lo mismo con el hombre. Otto se sintió satisfecho, se había deshecho del problema rápidamente y pensó que sería buena idea no ver más a Zheng esa tarde para que no le arruinara su recién adquirido buen humor. Se acercó a su mesa con el bat ensangrentado por enfrente y le espetó
-- Tal vez sea buena idea que te vayas
Zheng, sin inmutarse ni levantar la mirada, simplemente replicó
-- Sirve de algo y tráeme otro tequila 
Otto se tragó su furia y fue por el tequila pero ya había tomado una decisión.

Pasaron las horas y Paolo ya se había enfadado, quería irse pero no había poder humano, reptiliano o robot que moviera a Zheng de esa silla; excepto para ir al baño de cuando en cuando. Esa noche se acababa todo. Los clientes poco a poco se fueron yendo, hasta que en el bar solo quedaron Paolo, NMI3, Zheng, Otto y un noruego inmenso como Conan que se había quedado dormido de borracho abrazando la rockola. Otto procedió a cerrar el bar por dentro con candado, le echó una mirada fugaz a Zheng y se metió a la trastienda. Zheng se levantó como impulsado por un resorte y arrancó un par de patas a una silla, formando una improvisada arma de kung fu dispuesto a pelear como en las películas de sus abuelos.

Los minutos pasaron lentamente y Otto no regresaba, Paolo que ya estaba algo borracho aprovechó para destapar otra botella de tequila, cortesía de la casa por su próximo asesinato  se dijo mientras se servía uno doble. A la hora Paolo se durmió, NMI3 que también estaba aburrido empezó a proyectarse películas para distraerse. Zheng duró despierto un poco más pero al final también el sueño lo venció. A la mañana siguiente los despertó el ruido de las patadas del noruego tirando la puerta muy molesto porque lo habían dejado encerrado. Salieron del bar crudos y sorprendidos estar vivos y no haber visto más a Otto.

Esa tarde se enteraron qué había sucedido; después de que el bar fuera saqueado por sus clientes habituales, llegó la policía, y encontró muerto a Otto en la trastienda. Parece que tenía una cámara secreta de tortura y al estarla preparando algo salió mal y quedó atrapado en una jaula con picos donde se desangró hasta morir sin que nadie lo escuchara.

Meses después alguien compró el bar y lo destruyó. A NMI3 le divertía mucho pasar por ahí y escuchar los cánticos de alabanza en la iglesia evangélica que ahora estaba en lugar del bar y pensaba que Otto probablemente se estaría retorciendo de coraje en el infierno.


Cuento random para ingenieros millenials. Con cariño para la Pau, Naomi y el Zheng

miércoles, 29 de junio de 2016

Póngame 8 profe!

Póngame 8 profe!

En quinto semestre de la carrera tuve que llevar óptica con una maestra tan mala persona que hasta miedo me da escribir su nombre, no vaya a despertar algún demonio primigenio que se sienta invocado; así que únicamente la llamaré por sus iniciales D.T.  y espero esto no me atraiga males mayores, por si las dudas prenderé una veladora a las 7 potencias africanas implorando su protección mientras escribo esto.

Óptica no es una materia particularmente difícil, al menos no en el nivel que se da en el primer curso, pero la actitud de la maestra desde el principio mostró que iba a ser un curso pesado y doloroso. D.T. era una abusona y frecuentemente nos insultaba por no estar a su nivel. Yo nunca fui muy aficionado a asistir a clases así que no la sufrí tanto, pero al entregarnos los resultados del primer examen parcial me pareció que sus comentarios ya habían pasado del límite de lo que es profesionalmente aceptable, así que decidí proceder a dar de baja la materia, o como diríamos coloquialmente que se vaya a la chingada pinche vieja loca. Desafortunadamente la fecha límite para la baja ya había pasado así que no me quedaba de otra más que continuar el curso. Por supuesto que ya no asistí a clases, nos vemos en el extraordinario y que sea lo que Dios quiera.

Hice mi examen extraordinario y pensé que no me había ido tan mal, con un poco de suerte habría pasado la materia; sin embargo como se podrán imaginar eso no iba a ser tan fácil. El día de la entrega de resultados fui a su cubo a Cicese y me entregó mi examen con un 7 grandote y supuse que me habría calificado algo rudo así que el 7 era más que suficiente, al final de cuentas era una calificación aprobatoria y ya no tendría por qué preocuparme de esto.

-- Te sacaste 7 Paredes
-- Sí maestra está bien, no tengo ningún problema
-- Pero faltaste mucho, casi todo el curso

Maldición!, pensé, aquí vienen las represalias

-- Así que te voy a descontar dos puntos, tienes 5 me dijo lanzándome una mirada retadora mientras tachaba mi 7 y escribía un 5 grandote en rojo.

-- Nos vemos en el de regularización, dijo muy sonriente y satisfecha, supongo que en su interior habría engullido un alma.

-- Hasta cree, vieja hija de puta pensé, pero me retiré sin hacer mayores aspavientos.

El siguiente semestre me volví a inscribir en la materia, ahora con el Dr. Machorro, que es un alma de Dios. Desafortunadamente de morro uno hace muchas pendejadas y en mi fantasía yo ya había cursado y aprobado el curso así que no había necesidad de volverlo a cursar y a este curso tampoco asistí, ni siquiera a los exámenes parciales. Esto no tendría por que tener mayor importancia si no fuera por una regla vigente en aquellos tiempos en la UABC de que solo podías cursar dos veces una materia y si la reprobabas por segunda vez era expulsión automática; pero en ese momento esa posibilidad no estaba en mis cálculos, yo iba a hacer mi examen final y listo, no se hable más del asunto.

Me presenté el día del examen final y algo extrañado el Dr. Machorro me preguntó que si a qué iba

-- Pues vengo a hacer el examen profe
-- Pero no viniste en todo el semestre
-- Pero estoy inscrito
-- No importa que estés inscrito, el derecho al examen final tienes que ganártelo y no lo hiciste, te me vas derechito al extraordinario

Supongo que le debo de haber rogado, pero el profe Machorro tiene fama de ser derecho como una flecha así que si le parecía algo injusto no habría poder humano que lo hiciera cambiar de opinión. Para la fecha del extraordinario tuve la mala fortuna de que me regalaran boletos para ir a ver jugar a los Lakers, así que como ustedes comprenderán me fue imposible asistir al examen pues tuve que ir a Los Ángeles. Y así llegó el dichoso día del examen de regularización.

Debo de decir en descargo que sí había estudiado bastante, el hecho de que si no lo pasaba me correrían de la universidad empezaba a hacer mella en mi ánimo, aunque no estaba realmente nervioso. Llegué al cubo del profe Machorro en instituto de física y me recibió sonriente, parecía de muy buen humor.
-- Bueno Poncho, el examen lo vamos a hacer oral ¿te parece?
-- Sí profe, claro que sí, como usted diga
-- Bueno, vamos a empezar por una pregunta facilita, a ver explícame ¿cómo funciona la refracción?
Y tomé el gis y empecé a hacer dibujitos y ecuaciones, luego siguió una pregunta de difracción y también me sabía la respuesta. Así nos fuimos por tal vez unas cuatro o cinco preguntas y yo me sentía en caballo de hacienda, todo lo había estudiado y sabía que estaba contestando correctamente. De pronto se me vino la noche encima con la siguiente pregunta

-- Oye, tú trabajas en el observatorio verdad?, ¿qué haces ahí?
-- Soy operador del telescopio profe, asistente de cúpula que le dicen
-- Muy bien, te voy a hacer algunas preguntas de tu trabajo, vamos a empezar con la siguiente. ¿cuál es la resolución angular del telescopio de 2 mts.
-- 1.8 segundos de arco profe contesté rápidamente
-- No, eso no es posible físicamente y quiero que me digas por qué

Me quedó muy claro que contestar porque hay una plaquita en la base que eso dice no era una respuesta apropiada y como no tenía mucha idea de a qué se refería, empecé a cantinflear. Después me preguntó sobre el espectrómetro francés y cómo se miraría el espectro de una estrella de no sé qué tipo con no sé que filtro y así poco a poco mi confianza fue desapareciendo, diluyéndose gota a gota por el ácido de las preguntas de CCDs, estrellas, espectros y detectores.

Al final vinieron un par de preguntas de temas que sí eran del nivel del curso: una pregunta de guías de onda y un problemita de un polarizador rotando; las respondí sin mayor problema pero el daño ya estaba hecho, no tenía idea de que tan bien o mal me había ido, el giroscopio de mi calificación estaba roto.

Hubo un par de minutos de silencio mientras el profe sacaba cuentas y revisaba sus notas, después levantó la mirada y me preguntó

--¿Entonces ya paso tu calificación así directo?
-- Sí profe de una, para qué le damos vueltas



-- Bueno, te sacaste 55

Cuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas,
me apoyé contra el muro, y un instante
la conciencia perdí de donde estaba.

Vale madre Becquer, ¡yo estaba bien pinche asustado!, así de pronto me dí cuenta que me iban a expulsar de la escuela. Había llevado el reglamento al límite y lo había roto.

-- No profe, aguante, un último problema, todo o nada!

Y empecé a rogar ante la mirada de extrañeza del Dr. Machorro que no tenía idea de por qué estaba haciendo eso. Cuando me callé el profe aprovechó para preguntarme

-- Bueno Paredes, te sacaste 55 de 65 puntos posibles, te da a 8.5, ¿te pongo 8 o te pongo 9?

Me sentí rescatado del abismo justo antes de ser devorado por un monstruo milenario, y exuberante de alegría solo atiné a decir

-- ¡Póngame 8 profe y estamos tablas!






domingo, 19 de junio de 2016

El Toto y el Buen Samaritano

El Buen Samaritano

El Toto en la farmacia con su nieto
Recuerdo al Toto parado en la esquina afuera de su farmacia platicando y con su amplia sonrisa que lo caracterizaba, cargando de agua la nube decía mi mamá, en alusión a que le gustaba estar enterado de lo que acontecía en el pueblo y qué mejor lugar que una esquina por la que pasaba todo mundo. A mí me encantaba ir a la botica a platicar, tanto con el Toto como con su esposa Rosa Amanda.

Quién sabe qué tanto platicaría, pues yo era un niño cuando empecé a ir a visitarlos; la botica en si no tenía nada de particular que pudiera entretener a un niño, lo que recuerdo es que me encantaba ver los dibujos del Guto, en particular el del Chulobello y el del Naturalmente, de cuando se cayó con el carro al canal.

El Toto llegó junto con el Carnitas cuando Guerrero Negro tenía poco de fundado. Primero vendió telas y después puso la farmacia, no sé en qué fecha empezó a operar pero en el 59 que llegó mi mamá al pueblo la farmacia ya estaba abierta.


Judith Cachú, Mi madrina China, Mi Nana Chuy, Mi Amá,
Rosamanda, Gila de Ibarra, Chita de Ibarra y la profe Chuyita




Mi mamá primero fue amiga de Rosa Amanda y se pasaban las horas platicando, después la amistad se extendió al Toto  y ha durado toda la vida.



Un dato curioso acerca del Toto es que en aquellos tiempos duros de pioneros cuando el Dr. Noyola practicaba alguna operación el Toto fungía como anestesista. Mi apá Pedro era enfermero asistente en las cirugías y la Prieta Canett no entraba, ella era partera.

El Toto además fue gran aficionado a los deportes, yo lo recuerdo asistiendo frecuentemente a las series del Caribe y ya después me enteré que también jugó béisbol, fundó junto con Humberto Mayoral la liga Pacífico Norte y fue quien llevó el primer balón de fútbol a Guerrero, así que tiene el derecho a portar las credenciales de uno de los fundadores del deporte en el pueblo.

En la botica trabajó mucho tiempo mi carnal Cruz Villavicencio, no recuerdo si empezó desde la primaria pero en la secundaria ya estaba ayudando ahí. Lo curioso del asunto es que en esa época nos parecíamos mucho el Cruz y yo, es más nos parecíamos tanto que a veces nuestras mamás se confundían y regañaban al otro. Una vez la mamá del Cruz me puso una buena regañada porque no sé hacía que tanto tiempo lo había mandado a la tienda por café y apenas venía regresando y le dije

 Huy más se va a enojar, porque no soy el Cruz, soy Alfonso, vine a buscarlo.
Ayy mijito, discúlpame te confundí 
me respondió toda apenada

Y el parecido era tanto que incluso cuando fui a recoger mis fotografías para la inscripción de segundo de secundaria me pusieron dos sobrecitos con fotos para escoger y no sabía cuáles agarrar. Creo que si agarré las mías, pero capaz que mi boleta por ahí anda con una foto del Cruz. El caso es, que como el parecido era tanto, a mí frecuentemente me preguntaban en la calle que si qué cosa era buena para alguna enfermedad y como invariablemente respondía que no tenía idea la gente se enojaba mucho y me decían chamaco ridículo, si trabajas con el Toto, a fuerzas que sabes.

Por la botica pasaron muchas historias del pueblo y la siguiente anécdota ilustra el carácter bromista del Toto

Resulta que un día un tipo le preguntó al Toto en voz baja y de manera sospechosa
-- Oiga, y no tiene drogas? y el Toto le respondió
-- Huy si amigo, tengo muchas, con el banco, los proveedores, tengo deudas por todos lados!


Post dedicado con cariño a mis amigos Ricky y Rosa Estela Herrera



lunes, 23 de mayo de 2016

La Televisión y el Teléfono

Hace unos días sentado en el sillón de la sala viendo en la tele una serie en Netflix, servicio que pongo y controlo desde mi teléfono; caí en cuenta de lo mucho que ha cambiado el teléfono y la televisión desde que era niño. Déjenme les cuento como era en Guerrero Negro en los 70s.

El canal 8

En esos tiempos solo existía el canal 8 que no era otra cosa que una estación de transmisión de programas pregrabados que estaba atrás del colegio México. Solo una vez recuerdo haber entrado y hagan de cuenta que era una videocasetera con un transmisor. Los cassettes eran mucho más grandes que uno de VHS y eran hasta donde sé enviados por la SCT.

El elenco de la Pantera Rosa
La programación empezaba a las cuatro de la tarde con una hora de caricaturas. Mis favoritas: Rocky y Bullwinkle, la Pantera Rosa, Cascarrabias y su Dragón y por supuesto el inigualable Don Gato y su pandilla; pero además de estas también mirábamos: Los Picapiedra, el Coyote y el Correcaminos, el Hombre Araña, el Oso Yogui, la Liga de la Justicia, Tom y Jerry, Bugs Bunny, los Supersónicos, Mr. Magoo y Los 4 Fantásticos. Una hora de caricaturas nada más era lo que nos daba el simpático Tío Gamboín. También veíamos series japonesas pero creo que esas ya no eran en la hora de caricaturas sino un poco más tarde. Ultramán, la Señorita Cometa y a veces Ultraseven que era una copia de Ultramán.

Más tarde seguían las series clásicas como Viaje al Fondo del Mar, Hulk, el Hombre Biónico, la Isla de la Fantasía, el Tunel del Tiempo, los Locos Adams, Batman, la Famila Monster y Tierra de Gigantes

Hulk
Como era la SCT quienes mandaban la programación eran muy frecuentes los documentales. ¡Los de Jaques Cousteau eran épicos!. Un día a la semana pasaban películas mudas de Harold Lloyd, era tradición verlas con mi apá tomándonos un té negro lipton; le encantaban estas películas y lo recuerdo tosiendo de la risa viendo una de bomberos.

Hubo una miniserie que fue muy popular; Centenario. Se trataba de la historia de la colonización del oeste. Hubo un par de personajes que quedaron por mucho tiempo vivos en la memoria del pueblo: Pasquinel y Canasta de Barro. No podía haber un barbón en Guerrero Negro al que no le dijéramos Pasquinel o alguna morra que tuviera el pelo largo y lacio y poquitas facciones indias porque automáticamente ya era Canasta de Barro. Que dicho sea de paso, era una actriz muy guapa. Cuando terminó Centenario empezó Shougun pero al menos a los chicos no nos llamó tanto la atención.
Pasquinel y Canasta de Barro

Merece mención especial un programa de títeres que se llamaba Juan Sin Miedo, ya estábamos en la secundaria cuando lo daban y a pesar de que estaba pensado para un público infantil nos encantaba y hasta la fecha recuerdo la canción del show y sus principales personajes: Juan Sin Miedo,  La Bruja Caramelito, El Dragón, el Ogro.
Canciones de Juan Sin Miedo

No recuerdo que hubieran pasado mucho beisbol en esa época, sin embargo a riesgo de sonar como el Mago Septien recuerdo que durante la serie mundial de 1976 estábamos mi apá y yo escuchando el cuarto juego de la serie por radio y en la tele estaban dando el segundo y nosotros bien impresionados de lo rápido que habían llegado los cassettes del juego.

Por ahí del 82 llegó por fin una estación de Televisa y después Exportadora de Sal puso una parabólica y empezó a transmitir cuatro canales y ese fue el fin de una época.

La telefónica

En aquellos tiempos no había Telmex en Guerrero Negro, la concesión del servicio la tenían Duvis y Bachi Davis que daban el servicio en un localito a un lado de su papelería por la calle comercial. La historia de los Davis es como la de tantos pioneros de aquella época; primero llegó Duvis de Loreto a trabajar un año para ahorrar para la boda con Beatriz su novia de la Paz. Y también, como suele suceder, el plan de un año se convirtió en plan de vida y se quedaron a vivir ahí. Durante un tiempo fueron nuestros vecinos y digo nuestros refiriéndome a mi familia porque yo  todavía no nacía. Así, desde entonces nuestras familias han sido amigas e incluso mi abuela y Bachi eran comadres y recuerdo haber visitado su casa con frecuencia de niño junto con mi apá. Duvis trabajaba en exportadora y Bachi se hacía cargo de la papelería,  a un lado de esta pusieron la  telefónica que ahora nos ocupa.

Para todo el pueblo había solo 40 teléfonos, 10 para Exportadora de Sal y los otros 30 en comercios y  personas que se consideraba tenían suma necesidad de este servicio. El número de la tienda de mi mamá era el 28. Suena raro ¿no? ¿Qué número telefónico tienes? El 28. Pero además había otra dificultad, para los 40 teléfonos había solo 3 líneas disponibles, una asignada para Exportadora y la otras dos se las repartían entre los 30 teléfonos restantes y el servicio al público que daban en la telefónica.

Teléfono de línea directa
Recuerdo que solo hacíamos llamadas de larga distancia y el proceso era el siguiente; le dabas vuelta a una palanca que tenía por un lado el teléfono y te contestaba la operadora , le dabas el número al que querías hablar y colgabas. Y entonces te anotaban en una lista y por lo regular entre una hora y dos horas sonaba el teléfono para avisarte que tu llamada estaba lista.
Si bien esto suena terrible no era tan malo para mi mamá que tenía que hacer dos o tres llamadas máximo al día. Las organizaba por prioridad y las iba solicitando una después de la otra y como de todos modos estaba atendiendo la tienda no se desesperaba.
Para quienes si era más difícil era para los que tenían que ir a hacer cola a la telefónica; tenían sillas para que la gente no esperara parada pero de todos modos esperar horas para hacer una llamada no debe de haber sido divertido esperar horas para poder hablar. Varios amigos de mi mamá iban a la tienda y pedían la llamada desde ahí en vez de hacerlo en la telefónica, para de perdida estar platicando y tomando café y que la espera les fuera más leve. Eso sí, el tiempo de espera no te lo quitaba ni Dios Padre. Dos líneas son muy poquitas líneas para un pueblo entero.
Igual que Televisa más o menos por el mismo tiempo llegó Telmex, las fechas exactas no las sé, yo solo les cuento de lo que me acuerdo.

Post dedicado a mis queridas amigas Beatriz, Paty, Nery y Yoryi Davis Balarezo